Capítulo 15

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Muchísimas gracias otra vez por todos los comentarios, mensajes y follows que me estáis regalando. Mi trabajo me deja exhausta y aún no puedo cambiar así que siento la tardanza y la longitud del capítulo. Espero poder compensaros la espera pronto. Gracias y espero que disfrutéis. 



«Quédate conmigo este día y esta noche y tendrás el origen de todos los poemas» Walt Whitman


Mei está dormida. Puedo apreciar como detrás de sus delicados párpados sus ojos se mueven en alguna ocasión. La debo de haber contemplado durante demasiado tiempo sin hacer nada más. Su boca está ligeramente entreabierta y por ella entran y salen unas suaves inspiraciones y exhalaciones que me sirvirían de reloj, para contar las horas que llevo estudiándola. Por la frente le cae un delgado mechón de pelo que resigue la forma del puente de su nariz y cae por encima de sus labios; se eleva un poco con cada una de sus respiraciones.

Nunca había estado tan cerca de alguien mientras dormía, no de esta manera.

De la misma manera profunda en que solía dormirse en los descansos entre clases cuando íbamos al instituto. De la manera en que parece que no vaya a despertarse. Y simplemente la observo, reviviendo en mi mente los eventos de los días anteriores.

Y me pregunto...

¿Por qué escribo?

Me he estado haciendo esa pregunta últimamente. Es una de las preguntas que nos hizo el profesor del curso al que atendí con Setsuko. Lo he estado pensando también porqué he empezado a pensar en la historia que me dijo que podría presentar para el concurso de literatura LGTB.

¿Por qué; qué es lo que gano escribiendo; le aporto algo a alguien? ¿Qué es lo que me ha llevado hasta aquí, a una vocación que me habría sido tan imprevisible años atrás?

Quizás no haya respuesta, quizás haya miles de respuestas. Todas ellas diferentes y válidas, tanto como la no existencia de una. Siento que si me hiciera esta pregunta cada día, cada día hallaría una respuesta distinta. Intentaré reflexionar sobre este tema cada día, para poder estar más cerca de alguna de las muchas verdades posibles.

Pero hoy, con ella entre mis brazos la respuesta llega directa a mi mente como un relámpago. Estamos aún desnudas, debajo de las sábanas. Hoy, ahora en este instante cuando siento su piel en la mía, la observo mientras duerme. Su rostro parece más relajado que nunca. Recuerdo todo lo que hemos vivido estas últimas semanas. Siento como en mi pecho mi corazón palpita y retumba como lo haría la tierra durante una estampida de caballos salvajes. Pero no son palpitaciones peligrosas, no son señales de ansiedad, son señales de la emoción parecida a la de esos animales al probar el dulce sabor de la libertad.

Me doy cuenta de que no tengo que buscar la inspiración, ha estado todo este tiempo delante de mis ojos. Ella es como una musa para mí, sin saberlo. Mi reina inconsciente. Estaba a unida a ella por el destino. ¿Nos habríamos encontrado en otra vida?

Y hablando de reinas... Empecé a crear imagenes de todas las reinas de la historia que podía recordar.

Me imagino a Mei como la reina Himiko liderando a su pueblo en el antiguo Japón, hace siglos. Dirigiendo a su ejército y a su pueblo hacia grandes victorias, unificando territorios, encontrando la paz, que por muy larga o corta que fuera siempre acabaría siendo un objetivo digno por el que luchar. O como Cleopatra en Egipto, o la reina Ana de Gran Bretaña, o una mujer pirata al mando de una gran embarcación surcando los mares en busca de tesoros hundidos.

Todos aquellos personajes femeninos históricos recordados, o poco estudiados, o todos los personajes olvidados o borrados de la historia que ahora solo pueden ver la luz etiquetándolos de ficción. Después de mucho tiempo reflexionando sobre las historias que querría escribir en un futuro me di cuenta de que quería aportar algo en ese aspecto.

Grandes EsperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora