Capítulo 14

2K 140 28
                                    


  Actualización rápida con capítulo corto para compensar los días de espera! jajaja Vuestros comentarios me llenan de felicidad ^^ Gracias por leerme, de verdad. 


 

"Un corazón que ama es la más verdadera de las sabidurías." Charles Dickens





―Yuzu, eras tú ―le dije, recordando el momento que había estado intentando desenredar en mi mente. Aquella noche hacía años. El río... Una voz... El significado del color verde que había estado persiguiéndome en sueños.


«¡¡¡Cuidado!!! ¡Te vas a caer! ¡Espera! » escuché algo que no supe distinguir si era la voz de mi conciencia o una voz humana.


Me di la vuelta sobresaltada, intentando no soltar mis manos de la barandilla y vi unos ojos verdes. Un verde claro como el color de un prado en una mañana fresca, clara y soleada de primavera.


Y allí en los brazos de Yuzu por fin me di cuenta; entendí el porqué de todas las manifestaciones subconscientes de aquel día; todos los recuerdos, los sueños. Vi aquellos ojos verdes que había visto tantas veces, pero era como si los viera por primera vez. O mejor dicho, por segunda vez.

Era ella.

La besé, como debería haberla besado el día en que la conocí. La besé como debería haberla besado en vez de escribir aquella carta de despedida. Le di todos los besos que se merecía, todos los besos que le había querido dar durante todo ese tiempo. Con cada beso mis labios querían demostrarle todos los sentimientos que tenía por ella que no había expresado en el pasado.

Ya no hay tiempo que perder.

Entonces la miré, vi su cara totalmente ruborizada y una expresión totalmente entregada a mi en su rostro. Supe que nadie más iba a mirarme así. Me quedé mirando esos ojos verdes sin romper el contacto visual. No dije nada, y sentía su respiració agitada en mi rostro. Esos ojos verdes me miraron algo extrañados.

―Mei, ¿estás bien? ―me preguntó jadeando ligeramente recuperando su respiración, acariciando los mechones de mi frente y apartándolos a un lado.

―Yuzu, eras tú. ―dije sin más. Mi corazón lo había entendido por fin. Puse mis manos una a cada lado de su cara.

―Jeh, no sé que quieres decir exactamente pero ha sonado bien ―dijo, con su risa caracterísitica pero con la sonrisa tintada de la intensidad y la pasión de los momentos anteriores.

―Eras tú... Aquel día en el río ―dije aún sosteniendo su rostro, quise sonar seria pero lo pronuncié suavemente, casi sin creerlo.

Uno de sus brazos estaba por encima de mi cabeza y me sostenía la cabeza jugando con mi pelo, con su otra mano que había estado acariciándome el hombro se paró y me lo agarró.

―¿Mei, qué río? ¿De qué estás hablando?

Recordé como aquella chica corrió hacia mí, y extendió su mano. Mis pies resbalaron, me quedé colgando de la barandilla, balanceándome por encima de las aguas calmadas y profundas del río. Ella me agarró los brazos, apoyando su cuerpo contra la barandilla desde el otro lado.

«¡Aguanta!», gritó.

Yo había querido tirarme, pero ahora me aferré a aquellos brazos de la chica desconocida. A los pocos segundos escuché los gritos de la voz de una mujer.

Grandes EsperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora