Capítulo 17

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¡Muchísimas gracias otra vez por todos vuestros comentarios!

Solo deciros que ¡ME HAN ACEPTADO EN LA UNIVERSIDAD! Ahora ya es algo seguro, podré dedicarle más tiempo a esta afición, y espero poder escribir muchas más historias ya que está terminará pronto, aunque no en este capítulo.

Espero que lo disfrutéis. ¡Un abrazo muy fuerte!

Capítulo 17

Esta semana se celebra Tanabata en Japón, una historia milenaria proveniente de nuestro país vecino China. Hay diferentes versiones pero una de las más populares trata sobre dos jóvenes muy dedicados a su trabajo pero que al conocerse y enamorarse olvidan sus tareas y son castigados y condenados a vivir separados por el dios de los cielos quien también es el padre de la joven. La historia sigue con el dios perdonándoles el castigo y permitiendo que ambos se vean solo una noche al año con la condición de trabajar duro todos los demás días del año.

Es una historia que se enseña a los más pequeños, diciéndoles que deben pedir un deseo pero no solo un deseo porque sí, sino un deseo por el cual vayan a esforzarse por cumplir. Yo siempre he creído firmemente en estos valores, en no desear nada por el simple hecho de desear. Recuerdo a mi abuelo diciéndome que desear algo sin pensar en trabajar duro por ello era simplemente egoísmo. Entonces yo he crecido esforzándome, trabajando duro, pero hasta tal punto que en algunos momentos incluso olvido la razón o razones por las que me estoy esforzando tanto. Aprendí que desear era algo negativo y egoísta, y la historia que está tan arraigada en mi cultura ahora me parece por primera vez excesiva e injusta aunque entiendo la moral que tiene detrás. ¿Por qué dos personas que se enamoran solo pueden encontrarse una sola noche al año? ¿Por qué a todo el mundo le parece una historia admirable y hermosa? Entiendo que con esta historia intentamos enseñar a los más pequeños que el esfuerzo y el trabajo son importantes pero creo que la recompensa que presenta esta historia es demasiado estricta y he empezado a creer que el modelo de felicidad que ofrece es decepcionante.

El trabajo es más importante que la felicidad de uno mismo.

Entregar tu vida al servicio de los demás es algo admirable, ¿pero es posible hacerlo sin olvidarse de la propia felicidad?

Pensaba en todo esto mientras veía todos las coloridas decoraciones de papel origami colgadas de las ramas de bambú que decoraban las calles; lo más gracioso de todo era leer los deseos de los niños que realmente parecían no tener nada que ver con la historia original de Tanabata y el amor de los dos jóvenes.

"Quiero convertirme en la reina Elsa de la película de Disney", decían muchos, y al leerlos me sacaron una sonrisa.

―Ese papel ya lo tomé yo... ―dije en voz baja.

"Quiero ser el número uno de mi clase", se leía en otros.

Entonces seguí avanzando por las calles y llegué a la escuela, y en las ramas de bambú más cercanas a la entrada había un deseo escrito que podría haber sido escrito por una pequeña Mei.

"Quiero que mis padres y mis abuelos esten orgullosos de mí."

Sentí un nudo en la garganta recordando los momentos en el hospital. Me queré mirando fijamente ese papel por unos instantes pero di media vuelta antes de que la primera lágrima amenazara con desconcentrarme de las tareas pertinentes de ese día.

Tenía una reunión con el consejo de la escuela y el portavoz de los profesores; yo misma los había convocado para explicarles el nuevo cambio de nombre.

Todos llegaron con mucha antelación, al parecer, y estaban todos sentados en la mesa de reuniones esperándome en silencio. Yo decidí no llegar media hora antes, ni veinte minutos antes como se esperaría de mí. Solo llegué diez minutos antes de la hora prevista y vi como algunas miradas me cuestionaban quizás por aquella razón.

Grandes EsperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora