Cap 12: Un café caliente y una decisión

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20 de noviembre, Macht.

Pov: Asteria.

Apreté mis puños y rogué para que dejasen de susurrar y parasen de señalarme. Opaqué el brillo de mis ojos para no caer antes sus miradas llenas de suspicacia.

Dos semanas.

Dos malditas semanas habían pasado y los rumores seguían como el primer día.

Seguí caminando por el ancho pasillo e intenté ignorar al máximo a todos los que intentaban pararme para preguntarme cosas, algunas reales y otras no, sobre mi vida. No había que ser muy  inteligente para saber que Anna era la fuente de todos los rumores. Seguía a por todas con su propósito (fuera el que fuera) y, por el momento, había conseguido ponerme en boca de todo el alumnado del instituto y que la amistad entre Jota y yo pasase a mejor vida.

Y yo... Yo seguía sin hacer nada, absolutamente nada.

Quería gritar que me daba igual, que ellos podían hablar todo lo que quisiesen que no me importaba en lo absoluto. Pero eso sería una gran mentira.

Al menos, el único consuelo que me quedaba era que nadie sabía con certeza mi historia familiar. Tan solo lo que yo había querido que supieran: un divorcio apresurado y un padre un tanto estresado.

Y eso era todo.

Esos últimos días, había huido de los pasillos hasta una de las azoteas del instituto de Great Hills hasta que las clases comenzaban. Nina y Chris me esperaban sentadas en las escaleras con un semblante serio.

—¿Cerrada? —suspiré mirando la puerta de la azotea.

—Cerrada —afirmaron al mismo tiempo.

Con un suspiro de resignación, me acerqué a mis amigas y me senté en el escalón entre ambas, colocando mi mochila sobre mi regazo.

—Buenos días —murmuré—. ¿Cuál es el cotilleo de hoy?

—Que te drogas  —pronunció Chris con cautela.

—Oh, que imaginativo...  —no sabía qué más decir.

—Sí,  pero ya sabes... —intentó consolarme Nina—. Después de tantos días la situación se ha vuelto un tanto incómoda y ya nadie sabe qué creer.

 —Exacto —la apoyó Chris—. Para tu suerte cada día la gente cree menos lo que se escucha.

Mordí mis labios para evitar corregirla y asegurar que no era el viento desconocido el que propagaba con su brisa los rumores, sino Anna. Ella era un tema tabú que pocas veces traíamos a la luz.

—De todas formas, no me importa lo que piensen o digan los demás —dije tras unos segundos—. Sino cómo los demás pueden creerse esas estupideces.

—Como Jota —suspiró la chica de pelo rizado.

Nina bufó:

—Desde que tengo memoria Anna y Jota siempre fueron inseparables, desde la guardería, como uña y carne... Era de esperar que la apoyara en su momento de crisis.

—A sus ojos soy la mala —asentí mirándolas a ambas—. Gracias por... Gracias por permanecer a mi lado.

—Eres nuestra mejor amiga  —contestaron al unísono.

Tragué saliva con fuerza y asentí. Las palabras se atragantaron en mi garganta.

—¿Qué tal te fue con el pelirrojo?  —preguntó entonces Chris para romper el silencio que se había formado por mi respuesta ausente.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora