Cap 3: Eso que buscas con tanto ímpetu

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El chico de nombre desconocido pasó su lengua por sus labios y yo, de manera instintiva, los observé, ¿por qué de repente éstos me comenzaban a atraer de manera sobrenatural?

Debía alejarme de ese chico cuanto antes.

—¿Qué estás buscando? —volví a repetir.

—Todavía no lo sé —susurró.

Me obligué a mover mi mirada y la dirigí por su pelo, mechones de color negro, moreno, rojo e incluso rubio me atrevería a decir, caían sobre su frente sudada. La máscara que llevaba le ocultaba parte del rostro que no podía ver. Maldije por eso.

Quería ver su cara. Necesitaba hacerlo.

De nuevo miré sus ojos, él pestañeó con rapidez como si se obligara a salir de un trance y y giró mi brazo derecho. Sus ojos se abrieron ampliamente y se alejó varios pasos.

—T-tú... —exhaló de manera apenas audible.

Lo miré con el ceño fruncido.

—¿Qué?

Antes de que pudiera responder, un grupo de chicos y chicas pasaron junto a nosotros y nos miraron murmurando por lo bajo. Intenté tapar mi rostro con mi pelo para que no me reconocieran y me crucé de brazos.

—¿Sabes qué? —dije—. He tenido suficiente por esta noche.

Sin esperar una respuesta de su parte, pasé por su costado a pasos rápidos con destino al gimnasio. 

Caminaba con la mirada pegada al suelo que no noté la figura frente a mí hasta que choqué contra ella. Retrocedí un par de pasos y lo miré de forma rápida. El chico frente a mí era realmente alto y estaba segura de no haberlo visto antes. Su pelo era blanco y sus ojos de un tono tan oscuro que me era difícil distinguir del color exacto que eran.

—No te vi —susurré mirando hacia atrás distraídamente, donde el zorro había desaparecido—. Lo siento.

—No te preocupes —sonrió casi burlón—. Yo a ti sí.

Con un escalofrío recorriendo mi espalda, pasé por su lado, sin saber que, una vez más, le estaba dando la espalda a mis problemas.. Contra los que pronto, me daría de bruces.

Más pronto de lo que me hubiera gustado.

Narra: Desconocido

Mis chicos y yo caminábamos decididos por los pasillos del instituto hacia el gimnasio, lugar donde la fiesta de Halloween estaba siendo llevada a cabo. Nuestros pasos resonaban en el silencioso y solitario pasillo. Nos mostrábamos seguros y orgullosos, una fachada impecable que esperaba que llamara lo suficiente la atención de los estudiantes del Great Hills.

Y resultaba irónico puesto que, por dentro, no me sentía para nada así. Mis manos estaban temblando y mi boca estaba tan seca que tuve que pasar varias veces la lengua sobre mis labios para ser capaz de dar una simple orden.

Pero intentaba estar tranquilo, al menos en apariencia.

Ella debía de estar allí dentro, y si no era así... Removería todo Match de arriba abajo si así conseguía encontrarla.

Cuando al fin alcanzamos la puerta del gimnasio, decidí parar a mis chicos y decirles con claridad:

—Esta noche todo tiene que salir bien, ¿me oís? —Todos ellos asintieron con gran seriedad en sus rostros—. Repasemos planes, buscamos a una chica con cicatrices rojas, las demás las tendrán marrones. Cuando terminéis de bailar, manchad su ropa de ponche y pasad a la siguiente. No hay tiempo que perder, suerte.

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora