Capítulo 17

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A la mañana siguiente despertó con un fuerte dolor en su brazo derecho, tal vez había dormido de mal manera que ahora debía aguantar el estreñimiento en ese miembro del cuerpo

Se bañó, se cambió con su mudada nueva que le quedaba muy bien, preparó su morral, preparó los desayunos y luego de haber desayunado salió de la pequeña casa Para dirigirse al trabajo

La mañana estaba nublada, la temporada de lluvia ya estaba encima de los pueblerinos y ya debía ser momento para que se prepararan para esos tiempos

Las temporadas de lluvias nunca eran buenas para ningún habitante de ese pueblo, sobre todo cuando se rebalsaba el río donde Romel y algunas más personas iban a conseguir agua. La temporada pasada había dejado muchos techos arrancados de sus casas debido a los fuertes vientos que los azotaban y la fuerte lluvia que caía. Para algunos eran buenos momentos, mientras que para los pobres que no tienen con que taparse del frío por las noches, eran los peores tiempos del año

Luego de una hora de recorrido, ya iba llegando a la Fune. Saludó a Juan que era el único que estaba de guardia, luego del apretón de manos sintió aún más dolor recorrer su brazo, esto debía ser serio

Guardó su morral y se dirigió a la tabla donde tenían escrito lo que le tocaba a cada uno de los empleados. Debía barrer, desde el salón de ventas, hasta los pasillos cerca de la bodega y el final de ésta, el aparcado de los ataúdes, la pequeña cocina, uno que otro baño, el despacho. En fin, le tocaba todo el local

Sin decir nada más, agarró la escoba y se puso a barrer. Debido al trabajo que tenía ese día, no podía nisiquiera descansar si quería terminar temprano, además que debía aguantar el dolor en el brazo que no cesaba, quería pedirle a alguno de los demás que cambiarán de labor como lo habían hecho en algunas ocasiones, pero no podía por que la señorita Mariela andaba supervisando cada movimiento de ellos y eso lo complicaba

Para la hora de almuerzo ya había terminado con la mitad de lo que debía ser y no había visto a Jaime. En parte eso le preocupaba por que el chico era su amigo y como tal quería verlo y hablarle

Mientras descolgaba el morral del perchero, se acercó Jaime con un semblante serio pero tranquilo

-Hola- lo saludó mientras descolgaba la mochila

-Hola- regresó Romel

-¿Como te ha ido?

-Pues bien, sólo barrer y barrer- respondió Romel con media sonrisa. Le gustaba estar hablando así con su único amigo 

-Quería decirte que hoy no voy a irme con vos- le soltó y ya tenía la mochila colgada a la espalda dispuesto a salir

-Bueno, eso esta bien....no hay problema- en parte se sentía mal Romel, quería hablar con el chico de cualquier cosa, pero quería estar cerca, sentía esa necesidad

-Entonces eso está bien, nos vemos más tarde- se despidió y salió del local quien sabe a donde, dejando a Romel solo en el perchero

Salió y caminó hasta el mercado para poder almorzar, cómo siempre ahí estaba Doña Carmen con la comida ya puesta en su plato sólo para poder comersela y salir de ahí

Luego de minutos más tarde, ya había terminado y ya tenía la bolsa de la comida que ella le daba dispuesto a salir del comedor para regresar al trabajo. Pero ella lo llamó

-Romel, necesito decirte una cosa- con la mano le hizo una pequeña seña para que se acercara a ella que estaba en su habitual silla

-Dígame, yo la escucho

-Quería darte estos zapatos que compré para ti, se que no es mucho pero quiero ayudarte- le dijo mientras detrás de la silla sacaba una bolsa plástica negra y se la entregaba

Romel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora