A la mañana siguiente se despertó por otra de sus pesadillas, en realidad eran muy feas
Se alistó, preparó el desayuno, dejó a su padre alimentado y se fue hacia el trabajo con su morral colgando del hombro
Como era de esperarse, no se encontró a Jaime por el camino y eso lo hacía sentirse aún más culpable. Llegó al trabajo a la misma hora de siempre
Luego de que saludó, se dirigió a guardar el morral, trató de visualizar a Jaime, pero él no había llegado aún
Romel había sacado un poco de su ahorro para comprarse ropa, no nueva, pero servible
-Hola, buenos días- alguien por detrás lo saludó y rápidamente se giró para verlo. Jaime lo miraba directamente con los ojos rojos y tristes, pero aún así se le veía una sonrisita
-Hola, ¿como estás?- se acercó al muchacho y le dio un abrazo. Jaime no se resistió al abrazo y empezó a derramar unas cuantas lágrimas que le mojaron el hombro a Romel -Hey, ¿que tienes?- se separó para poder verlo
-No es nada- se limpiaba las lágrimas y en ese momento iba llegando la nueva jefa
-Buenos días muchachos- saludó sin siquiera darles una mirada, ella veía al en frente en su camino hacia el despacho. Parecía muy molesta
-Buenos días- ambos respondieron al unísono, pero lo hicieron a la nada por que Mariela ya los había dejado solos otra vez
-Bueno- Romel lo tomó por los hombros -que te parece si me acompañas a almorzar y ahí platicamos
-Esta bien- contestó el chico que ya no tenía rastro de las lágrimas
Ambos empezaron la mañana de labores comunes hasta la hora del almuerzo donde Romel aprovecharía no solo a comprar ropa, sino que también a descubrir por que Jaime lloraba. Algo en él le decía que era algo muy grave como para que un chico llore
Luego de tomar el morral y colgarselo al hombro, se sentó en una pequeña silla para esperar a Jaime. Al rato de unos minutos llegó
-Lo siento Romel, pero no podré ir- el chico tenía la mirada baja, no quería verlo
-Pero, ¿por que?- Romel se levantó del asiento
-La señorita Mariela me ha pedido que suspenda el almuerzo por que debo acompañarla a un mandado- Jaime estaba triste, pero por más que quisiera, debía obedecer
-Esta bien, no te preocupes- le colocó una mano en el hombro para hacerlo sentir mejor y demostrar que no había problema con eso
-Yo enserio lo siento- le dijo mientras dejaba la mochila que cargaba en su espalda de vuelta en un perchero
-No hay problema- se despidió y caminó hasta la puerta para poder irse
Después de unos minutos ya estaba comiendo lo que la señora Carmen le había preparado, tenía que hacerlo rápido para poder ir a buscar a Don Timoteo y comprar las mudadas
-Bueno, mi abuelita querida, debo irme- ya había terminado y dejado el recipiente en su lugar y obviamente se había lavado las manos -¿Crees que Don Timoteo siga en su puesto?
-A los mejor que si- se levantó de su habitual silla para prepararle a Romel la bolsa de las sobras. Cuando se la dio, se despidió de él
-Bueno, gracias por todo y adiós- Romel se despidió y tomó otro camino contrario al que debería ser para poder ir a esa tienda de ropa
Ese puesto estaba algo cerca, sólo debía caminar unas tres cuadras para llegar. Desde donde iba se podía ver que aún estaba abierto, se apresuró para llegar
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Romel
DiversosRomel es un chico de 15 años de edad que se gana la vida ayudando en la única funeraria de su pueblo, siendo sobrino del dueño pero tratado como otro empleado La vida no lo ha tratado bien empezando con dejarlo huérfano de parte de su madre, quien...