Capítulo 2

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La mañana comenzaba con un ambiente frío y silencioso, típico del mes enero, pero aquel tan relajante silencio fue interrumpido por un estruendoso ruido

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La mañana comenzaba con un ambiente frío y silencioso, típico del mes enero, pero aquel tan relajante silencio fue interrumpido por un estruendoso ruido. Era la alarma que sonaba por toda la habitación con una melodía irritante.

—Umm... maldita sea. —susurró Rex para sí mismo—. Uff... que frío. —farfulló con los labios temblorosos mientras se ponía de pie.

Cogió una sábana y se la colocó encima de su cuerpo, aún somnoliento caminó hacia la puerta, pero ésta se abrió antes que llegara a ella de forma brusca. La persona tras la puerta era su madre, quien no dudó en darle una mala mirada al entrar. Rex espabiló por completo al verla.

—Rex Emilio Morgan. —le llamó con un tono altivo—. ¡¿Qué demonios te pasa?!

Rex la miró confundido y algo asustado por su tono. No sabía de qué estaba hablando, ¿acaso había hecho algo malo? Pues eso intentaba recordar ahora, pero un persistente dolor de cabeza nublaba sus pensamientos y recuerdos.

—Mamá, ¿qué sucedió? ¿Hice algo malo? —preguntó con ingenuidad, intentando mantenerse firme ante la fría mirada de su madre, la cual le dejaba casi mudo.

— ¡¿Qué sucedió?! ¡¿Aún te dignas a preguntar?! —vociferó con histeria la mujer. Sea lo que sea, había hecho algo muy grave para que su madre actuara así.

—Mamá, no entiendo... —Rex estaba asustado de nueva cuenta por la repentina ira de su madre. Nunca en su vida le había gritado así, ¿qué estaba pasando?

— ¿¡Cómo vas a poder entender?! ¡Si estabas ebrio! — ¡Bingo! Los recuerdos vinieron a su mente de forma abrupta dejándolo en las nubes por breves segundos—. Jane te trajo a casa, no sabes cuanta vergüenza pasé, ¿qué dirán los vecinos ahora? — ¿vecinos? claro, a su madre siempre le gustó mantener las apariencias ante esas personas que no hacían más que meterse en la vida de los demás para luego cotillear a sus espaldas. Menuda mierda.

Rex avergonzado no dijo nada, preferiría morir en ese instante a decirle la razón por la cual había bebido. Todo era mejor que decirle que estaba perdidamente enamorado de un chico. Hasta preferiría mil veces que lo llevaran a terapia o a hacerle un exorcismo que confesar su secreto, pues en esa casa no era bien visto ser gay, es más, según la religión era pecado.

Dio un respiro, trataba de inventarse algo para despistarla, pero por suerte o desgracia ella habló primero.

— ¡¿Y bien?! ¿No dirás nada? —le preguntó su madre, mientras se acercaba más a él.

La mujer estaba hecha una fiera, jamás imaginó que su adorado hijo fuese a beber siquiera una gota de alcohol. Se regañó mentalmente por haberle dado permiso para ir a esa fiesta, su esposo tenía razón, las fiestas de hoy en día sólo corrompían a los jóvenes inocentes como Rex. Se sentía una mala madre, pero ella tendría luego su castigo, ahora debía imponerle uno a su bebé.

Drugs and love© [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora