En ocasiones la ternura de un abrazo es la más ausente, pero en este caso era muy contrario; Rex abrazaba a Bill a la vez que acariciaba su espalda con total paciencia, el joven libertino estaba adormecido, pero aun así pudo escuchar los entusiastas latidos del corazón del ángel, sentía la fragancia de una bella rosa impregnada en el cuerpo de Rex, además, podía sentir el calor que le proporcionaba, el cual abrasaba su cuerpo mejor que un profundo tragó de alcohol. Bill inconscientemente sonrió, acomodándose entre los débiles pero acogedores brazos de su pequeño regalo caído del cielo, por voluntad propia.
Mientras ese etéreo momento transcurría, en la cabeza de Rex comenzaron a surgir miles de incógnitas, y tal vez por mero capricho, aquellas querían ser respondidas por el hermoso demonio que tenía a su costado; ya que para su mente él era en único que podría responderle con coherencia y sinceridad. Y lo mejor, sin vacilar en ninguna. Rex cesó sus deleitantes caricias, cogió a Bill por la mandíbula, aplastando con sus manos las mejillas del demonio, lo separó de su pecho a lo que el libertino vio con desaprobación, abrió los ojos con brusquedad, dejando en un estado de rigidez a Rex con aquella impetuosa frialdad que sus ojos emanaban. El muchacho sonrió al ver su reacción, le llenaba de gracia ver esa rigidez que mantenía el ángel en sí mismo.
— ¿Por qué te asustas? Ya no estoy ebrio. —explicó Bill levantándose por completo, se acomodó en su asiento a la vez que miraba a Rex con cierta dulzura.
<<Por eso mismo tiemblo como si hubiese frío>>. Afirmó en sus pensamientos, desvió la mirada con algo de cobardía, pero trató de mantenerse firme ante la tétrica mirada de Bill. Posó sus manos encima de sus piernas, arrugando su pantalón.
—No es eso..., sólo no quiero hacerte enfadar. —Rex bajó la mirada hasta sus manos, con las cuales comenzó a jugar, frotándolas o pasándolas por sus piernas, sólo para evadir la petulante mirada y jocosa sonrisa de Bill.
—Eres todo un caso, Dino. —murmuró Bill a manera de burla, sin pensarlo más, se acercó al pequeño que tenía a su lado; el ángel retrocedió viendo como el demonio iba teniendo una peligrosa cercanía a él.
Rex se pegó a la puerta con cierta brusquedad, a lo que Bill se levantó un poco, sólo para ir tras su apetitosa víctima; esbozó una hermosa sonrisa, reflejando en ella sorna, se acercó y rompió ese pequeño espacio que había entre ellos, para luego comenzar a besar eso suaves labios que Rex poseía, Bill no contuvo su deleite al probarlos, siguió hasta que comenzó a escuchar los leves quejidos de Rex, acompañados con notorios gemidos.
Rex no pudo contener sus ansias, anhelaba desde que comenzó esta alocada cita un beso como ése, rodeó la nuca de Bill con sus brazos dando más acercamiento entre ambos; ante todo ello, el beso fue intensificándose gradualmente. El joven acariciaba el delicado cuerpo del ángel sin ápice de delicadeza, lo hacía con brusquedad y una emoción terrible por poder tener otro acercamiento carnal. El pequeño niño no contuvo sus ambiciones por mucho tiempo, sus manos estaban sobre la espalda de Bill, sin mucho que pensar, descendieron por toda su longitud, el demonio no pudo evitar morder su labio ante esas breves caricias, que por alguna razón encendían algo extraño en su interior.
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Drugs and love© [Corrigiendo]
Romance[Drugs and love] Dime..., ¿vivirías un infierno solo por amor? Bill Foster, bautizado bajo el mote de Satán, es el chico más popular en el instituto y con la peor reputación: es problemático, volátil, grosero, agresivo, disfruta de infligir dolor y...