Epílogo

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Mi piel guardaba un secreto que ambos conocíamos, nuestro pecado mortal, tus besos y caricias como marcas quedaron impregnadas en mi cuerpo antes que emprendieras tu partida, mi corazón entonces se convirtió en testigo de la pérdida de tu recuerdo

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Mi piel guardaba un secreto que ambos conocíamos, nuestro pecado mortal, tus besos y caricias como marcas quedaron impregnadas en mi cuerpo antes que emprendieras tu partida, mi corazón entonces se convirtió en testigo de la pérdida de tu recuerdo.

No fue mi intención destruirme, no era un objetivo el dejar mi monotonía y cambiarla por un poco de adrenalina. En ningún momento quise que todo se saliese de control, pero ambos sabemos que no podíamos controlar el huracán que teníamos por relación, tan implacable y destructiva como ninguna.

Entre la amargura y el dolor tú tenías siempre la solución, palabras como la miel y acciones tan caóticas como las de una tormenta en medio del mar. Tú calmabas a mi mente, abrazabas mi alma y decías amar el corazón que tenía para ofrecerte como ofrenda en tu altar de mentiras.

No ansiaba dejarte, era mi anhelo seguir sintiendo lo que trasmitidas con cada sentimiento, era la única petición por la que rezaba todos los días al cielo.

Entonces tú desapareciste...

Tú mirada que congelaba el infierno, tu voz que hacía temblar la tierra y tú presencia que causaba estragos en mi ser, aquellas cosas ya no se percibían cuando supe que ya no estabas a mi lado, tu nombre se convirtió en una razón para maldecir y tus promesas se rompieron ante mi mirada desolada.

En el abandono me dejaste, sin decir adiós o darme razones para no cuestionarme. Entre el frío y la oscuridad has caminado, con la soledad vas acompañado y con mis alas en mano planeas nunca regresar al que alguna vez fue tu hogar.

Maldito fueres entre todos los hombres, por robarte lo poco que tenía para ofrecer, mi dignidad e inocencia.

Gracias a ti probé el veneno y jamás pensé que algo tan vano me llegase a poseer como solo tú lo hacías, el calor del infierno no es como el tuyo, el dolor de mis heridas y las cadenas no me dejan alcanzar el encanto que me quitaste al convertirme en tu único amor.

Por ti soy un bastardo sin gloria, mi madre me odia y la religión grita que soy un pagano, dicen que merezco castigo y condena eterna en la hoguera. No soy el culpable de que mi corazón te haya elegido, porque en el amor todos somos ciegos y no vemos el peligro que nos depara el futuro.

Drugs and love© [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora