La vida es un tema complejo, difícil de explicar, porque es un camino largo que con el pasar de los años adquieres conocimiento, problemas, emociones, recuerdos y muchas cosas que ni siquiera podríamos imaginarnos, desde el día en que nacemos se enciende el reloj, y éste con melancolía deja que las manecillas queden estáticas el día de nuestra muerte. Pensar cosas como ésas era lo que ponía a Rex a cuestionarse lo de «algún día ser feliz», pero conforme los días avanzaban todo mejoraba de una manera peculiar, y con ello se daba cuenta que no era momento de ponerse triste.
Rex caminaba emocionado hasta la puerta principal del instituto, mantenía la mirada fija en su móvil, pensando en que haría para pasar el mejor día de su joven existencia. Porque el calendario digital en su móvil le indicaba que era: primero de junio, la fecha de su cumpleaños. El pequeño ángel se detuvo en seco al observar en la lejanía a Jane y a Travis, ambos estaban varados en la puerta principal del lugar checando sus móviles.
Rex corrió con entusiasmo hasta ellos, en un grito llamó a Travis, quien al escucharlo dejó el aparato y se dio la vuelta para ver quien estaba necesitado de su atención, en ese breve momento vio a Rex lanzarse a abrazarle, él muchacho de mirada azulada trató de ponerse firme y coger a su amigo con fuerza, para así no caer ambos, Rex pesaba muchísimo, más de lo que él podía imaginar << ¡Ohmaigad! ¡Pesa como setenta kilos!>>. Se dijo mentalmente Travis. Jane, por su lado, al verlos no contuvo una risita, jamás había visto a Rex hacer tales extravagancias, excepto cuando la razón era Bill, por ese chico el ángel vendía hasta a su propia madre.
- ¡Jo, tío! ¿A qué se debe ese entusiasmo? ¿Acaso Foster te ha propuesto matrimonio? -cuestionó Travis con su contagiosa sonrisa. Rex le dio un golpe en la cabeza por decir esas cosas tan alejadas a la realidad.
El pequeño se dejó caer y Travis agradeció esa acción, porque con setenta kilos menos sobre sí su espalda volví a erguirse. Rex frunció el ceño al ver a Travis dramatizar por su adolorida columna. <<No peso tanto, porque Bill me ha cargado sin problemas>>. Meditó viendo a la nada, pero reanudó la charla con Travis, para contestar sus incógnitas.
-Si esa fuera la razón, creo que estaría camino al hospital por haber sufrido un infarto. Pero como sigo vivo, creo que simplemente es mi cumpleaños. -respondió el ángel con una enternecedora sonrisa, Jane miró a Travis al escuchar esas palabras, ambos sonrieron con nerviosismo. Rex no entendía a qué se debía aquellas expresiones, hasta que hablaron.
- ¿Era hoy? ¡Coño! Se me había olvidado que era hoy... -comentó Jane viendo a Rex algo apenada, el joven hizo un lindo puchero, como un pequeño malcriado ante esa cruel afirmación-. Lo siento, no podré acompañarte esta vez, tengo que llevar a mi abuelo con su médico personal.
Rex la miró decepcionado, en los cuatro años que llevaban conociéndose no había ocurrido algo por ese estilo, Jane tenía la costumbre de lanzar, sin dudar ni un segundo, su agenda a la basura justo en esa fecha, lo mismo era con Travis, porque ambos sabían que Rex se la pasaba mejor con ello que con sus padres en una aburrida cena de cumpleaños a su honor. Aunque al final de todas las locuras que hacían durante ese día, los tres, iban a cenar a casa de Rex, y finalizaban la celebración con los regalos y unas películas.
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Drugs and love© [Corrigiendo]
Romance[Drugs and love] Dime..., ¿vivirías un infierno solo por amor? Bill Foster, bautizado bajo el mote de Satán, es el chico más popular en el instituto y con la peor reputación: es problemático, volátil, grosero, agresivo, disfruta de infligir dolor y...