Capítulo 53

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El ser humano no puede evitar la soledad, porque en algún momento de su vida la habrá experimentado, y es que llega sin aviso alguno y desea quedarse para la eternidad, naturalmente no dejamos que eso suceda y por ello siempre está en búsqueda de ...

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El ser humano no puede evitar la soledad, porque en algún momento de su vida la habrá experimentado, y es que llega sin aviso alguno y desea quedarse para la eternidad, naturalmente no dejamos que eso suceda y por ello siempre está en búsqueda de nuevas víctimas a las cuales pueda poseer; un demonio, con el corazón en mil pedazos y las esperanzas besando el suelo, era ese objetivo al cual anhelaba aislar para poder tomarle como huésped permanente.

Su confinamiento le beneficiaba y el dolor alimentaba su presencia, era imposible no quererlo de esa forma, viendo que todo era tan fácil. El joven libertino, siendo ignorante de la bestia oscura que lo acechaba, abrió los ojos sintiéndose extraño y algo débil, era realmente desdichado, porque cada que despertaba era para darse cuenta que había sido llevado a un nuevo lugar de su completo desconocimiento pero que en seguida se ganaba su desagrado.

—Quiero vodka... —murmuró en un hilo de voz, sintiendo su garganta seca.

El joven se levantó con lentitud, quedándose sentado en el borde de la cama, su cabeza daba miles de vueltas y mantener el equilibrio era todo un reto en ese momento, posó su mano sobre su cabeza mientras lograba discernir su ambiente: una habitación espaciosa; con las paredes tapizadas, un escritorio con una silla; sobre ella residían unos libros, una cama de considerable tamaño; con las sábanas blancas y almohadas mullidas, un buró; con una lámpara y un pequeño reloj. Claramente todo el lugar estaba inmaculado y la ventana cubierta por las cortinas.

<< ¿Una ventana?>>. Se preguntó Bill en un pensamiento fugaz, se levantó importándole poco que pudiese caer por la falta de equilibrio, caminó descalzo y apartó las cortinas de una manera un tanto brusca, tras ella se veía el cielo algo oscuro y una enorme pared pintada de blanco, era evidente que escalarla luego de salir por esa ventana no sería un problema del cual preocuparse. Así que decidido, se dispuso a levantar la ventana, no se deslizó hacia arriba, se quedó quieta obligando a Bill a tener que usar más fuerza.

— ¡Abre, mierda! —gritó comenzando a frustrarse por todas las desgracias que pasaban por su vida.

Al darse cuenta que aquella ventana no abriría porque parecía sellada, no pudo más con su dolor y locura, la ira recorrió su cuerpo por completo y comenzó a arremeter con todo, tiró el escritorio, dejándolo de cabeza, a la silla le dio una patada, lanzó el pequeño buró contra una pared, abollándola, cogió la lámpara y la destrozó por pegarle a la pared con fuerza, rasgando el tapiz y partiendo en dos la lámpara, dejando caer varios trozos de cristal en el suelo, vio la cama, tiró las almohadas, rasgo las sábanas y lanzó el colchón, dejando la que restaba de la cama boca abajo. Estaba tan lleno de ira que de alguna forma se las arregló para romper las patas de la silla y clavar un par a la pared, usando las dos restantes para destrozar el colchón y las almohadas.

La habitación quedó con el suelo inundado de plumas, él quedó con las manos llenas de heridas por haber cogido los cristales de la lámpara, y la respiración agitada. A todo eso había causado tremendo bullicio, por lo cual comenzaron a escucharse pisadas y voces en el pasillo, el muchacho corrió a cerrar la puerta con pestillo. Suspiró y fue hasta una esquina de la despedazada habitación, el demonio sabía que había fallado, no supo perseverar por su amor y el anhelado final feliz, así que su ser no valía nada, cogió un cristal, su mano comenzó a sangrar al momento que lo apretó y amenazó con rasgarse la piel del rostro.

Drugs and love© [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora