Parte1, Capitulo 4

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Allí cada uno en su parte del mundo entrenando fuertemente para mejorar sus habilidades natales y las otras adquiridas, cosan que a sus doce años no entendían con exactitud. Por qué Elrich podía dominar el Fuego el elemento opuesto al Hielo y también el Agua opuesto del Fuego, era algo que lo desconcertaba pero también lo dejaba agotado casa mes recibía la visita de su padre y madre para ver cómo iba su progreso.

Pero justo un día después de la visita de sus padres en el polo norte hubo un ataque de aquellas criaturas de miedo que absorbían el poder de cualquiera que no pudiera hacerles frentes, antes de que pudieran pasar la protección mágica, los maestros empezaron a atacarlas sin casi efectos.

Entonces salió Elrich haciendo caso omiso a las advertencias con su mano y su pelo empezó a flotar en el aire y sus ojos se pusieron de un azul eléctrico brillante, hizo que pinchos de hielo emergieran y se clavaran en los primeras criaturas y estas se desvanecieron, luego junto las manos y todo el lugar empezó a temblar y empezaron a flotar pequeñas bolas de nieve que al contacto con las criaturas estas se congelan al instante y así, minutos después cuando ya todas las criaturas estuvieron inmovilizadas Elrich cayo desmayado por el sobre uso de sus poderes.

-¿Dónde Estoy? – dijo este con la vista nublada

Una voz lejana le dijo

-Estarás bien, solo necesitas descansar y buen trabajo.

Este se quedó profundamente dormido.

De repente se vio en una selva el calor lo agobiaba, por donde quiera que mirase eran árboles y más árboles, él estaba tirado en el suelo y el calor lo hacía sentir mal hasta el punto de sentirse estrangulado, pero escucho unos paso y levanto la mirada y no había nadie, luego escucho algo más cerca, pero no había nadie entonces cerro los ojos y cuando los volvió a abrir todo estaba oscuro y unos ojos blancos venían acercándose a él y con un súbito y espantoso susto se levantó de su cama. Solo era un sueño llevo su mano al pecho y se reconforto al ver la rosa que había dejado atrás su color rojo sangre y ahora era un rojo escarlata.

Mientras tanto en la profundidad de la selva en ese fragante palacio de la naturaleza, Stefan sentía una paz inmensa vestido con la ropa de entrenamiento, ese con el que parecía un monje de entrenamiento vestido de ese color blanco que a él no le gustaba pero eran las reglas.

Pero en ese momento se le cruzaría por su mente aquel recuerdo hace un par de años atrás, en donde conoció a aquel chico con el que sintió esa chispa esa conexión tan diferente, que ni el mismo podía comprender y no pudo evitar esbozar una sonrisa y de su mano surgió una flor hermosa de un color rosa en las puntas de los pétalos y blanco en la base de estos mismos, muy parecida a un loto a la cual él se le quedo viendo, estupefacto puesto no lo había hecho él y se pregunto

-Como paso esto, pero es muy hermosa la guardare—se fue directo a su habitación y lleno un cuenco de cristal con agua y la puso hay y la flor empezó a soltar un aroma a frutos rojos silvestres y a melocotón—que rico huele—pensó él.

Y ahí se quedó viendo esa flor q había surgido de su mano a recordar aquel evento, se convenció en conservarla fuera lo que fuera.

Hay pasaron cuatro años ya los herederos hechos unos adolescentes cada día se hacían más fuertes, aunque aún les faltaba para dejar de ser aprendices y ser hechiceros novicios. Hay se desarrollaron cada uno separados por continentes y mar. Pero aun así se recordaban cada noche con solo un encuentro a Elrich le resultaba confuso pensar tanto en aquel chico que vio hace ya tantos años.

Al recordar eso a Elrich se le ponían los pelos de punto y se sonrojaba, ya había crecido bastante ya rozaba el metro ochenta, su cabello que llegaba a los hombros abundante y lacio, de ese peculiar color blanco platinado, tono que también tenían sus cejas y vellos faciales que empezaban a aflorar siempre medio recogido para que no le entorpeciera la vista, también había aprendido a trenzarlo puesto le gusta más largo. En ese momento tocaron la puerta de su habitación.

Los Soberanos: Elegidos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora