Parte 2, Capítulo 4

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Stefan llego muy emocionado al lobby de espera, evadiendo sillas, mesas, carpetas, medicinas e instrumentos médicos regados por el piso como si hubiera pasado un huracán junto con un terremoto, al llegar vio a los gemelos ayudando a acomodar la reguera que había creado la magia de Elrich.

-Ya son tíos—Llego el efusivo pelirrojo a abrazarlos y estos brincaron ambos a responderle.

-Qué alegría, ¿un nene o una nena?—Pregunto Fabio que no cabía de la emoción.

-Un hermoso varón, Se llama Lucio—Sonrió este—Dentro de un rato les dejaran verlo.

En eso viene llegando, una mujer alta pelirroja con un moño alto su cabello enrulado en la punta andaba según sus pasos, que se oían ya que los tacones hacían eco en la sala, sus ojos azules les llamaron la atención.

-¿Abuela?—Pregunto Stefan

-¡Sí!—Exclamo con alegría—Ven acá y dame un abrazo—Respondió esta, y corrió a abrazar el grandote—Mira lo hermoso y grande que estas—Al sonreír se le arrugaban los ojos—Gracias al Cielo por permitirme estar aquí.

Miro a los gemelos de cabello blanco y entrecerró los ojos un poco dio un paso hacia ellos y sus ojos le brillaron levemente.

-Stromgerber—Murmuro entre dientes—Así que ustedes son hermanos del padre de mi bisnieto.

-Si—Respondieron ambos un poco confusos—Somos Fabio y Valentino—Señalo el más elocuente de ambos, Valentino solo movió un poco la cabeza.

-Victoria Elizabeth Lebertif, mucho gusto—Extendió la mano, para presentarse se volvió a entallar su bléiser de color vino—Ex Soberana del Elemento planta, madre de William—Informó y ambos le dieron la mano.

-Mama—Se oyó la voz de William y esta volteo—Tiempo sin verte—Se dieron un abrazo.

-Claro, como te casaste con el petulante del hijo de Viktor ahora no me visitas—Respondió con ironía.

-¿Mi hermana?—Pregunto y todo se quedó en silencio en una tensa calma, esta se separó del abrazo y borro toda alegría de su rostro, quedando una mueca de confusión.

-Bueno, iré a comprar un café, estoy muerta—Evadió el tema y su sonrisa volvió—Ya vengo.

-¡Ya nació!—Alzo la voz Stefan con emoción—Bueno hace veinte minutos pero ya que no estaban.

Recibió el gran abrazo de su padre y la emoción mojo los ojos del rubio de carácter de hielo.

Mientras en la habitación a Elrich le terminaban de limpiar y curar la herida y este se colocó en posición fetal, se sentía fatal el bajón de hormonas lo sumió en un leve desolación, en la que no quería estar solo, escucho la puerta y un olor nuevo invadió sus fosas nasales un olor único, un olor que lo cautivo y lo hizo sentir mejor.

-¡Vamos con papa!—Llego Neo con el bebé—Ven cárgalo, necesito hacerte una última prueba.

-¡No más! Quiero descansar—Pidió con un puchero, tomo con delicadeza al bebe que vestía una linda ropa color amarillo y al sentir su peso, y su tacto sintió que algo afloro dentro de él, sintió como si una luz brillante lo iluminara desde dentro y sus ojos se le inundaron de lágrimas—Te llevo esperando dos largos años—Le susurro, con una sonrisa—Ahora ya te tengo aquí pequeño.

-Peso 4,85 Kg, midió 65 cm, un poco pequeño para el estándar de sus familias pero esta cien por ciento sano—Respondió Neo—Ahora te hare la prueba de lactancia.

Neo con sutileza levanto la camisa blanca del ojiazul y puso un aparato succionador en el pezón rosa y pequeño del vampiro, pulso un botón y se creó un vacío, empezó a salir un líquido muy fluido un poco traslucido similar al suero de la leche, del pezón del príncipe.

Los Soberanos: Elegidos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora