19

179 29 11
                                        

POV LAPIS

Nos sostenemos a lo que podemos, y a pesar de todo con eso nos basta. Peridot y yo nos sentimos distintas, creo, después de todo lo ocurrido de cierto modo nos hemos hecho más cercanas todavía. Tratamos de apoyar a la otra tanto como podamos y hasta hemos tenido momentos en los que nada más importaba: solo las dos, momentos en los que olvidábamos donde estábamos y hasta la trágica situación que nos persigue y solo nos perdíamos en la mirada de la otra. Paz, algo que hace bastante tiempo no sentíamos y ahora por fin encontrábamos, al menos en intervalos cada vez más largos, cada vez más seguras de estar haciendo lo correcto.

No diré que todo ha sido fácil, más al contrario, a menudo mi mente vuelve a jugarme malas pasadas, pensamientos que me asustan, que me dicen que culpe a Peridot, que me ponen paranoica respecto a todo, como sea, no deseo pensar en esto. Peridot dice que es normal, que el solo hecho de tener que vivir a miles de kilómetros de casa encerrada en esta pequeña esfera de metal enloquecería a cualquiera, a eso súmale todo lo que ha estado pasando y la certeza de un final cada vez más cercano… quiero gritar, pero ella me calma, tiernamente me ha apoyado todo este tiempo, ayudándome a no decaer otra vez en este mal, perdonándome los daños que a veces le hago y soportándome incluso cuando ya no soy yo misma, víctima de pensamientos extraños. Esta pequeña rubia es tan fuerte, ha estado cargando con todo esto y además compartiendo mi propio peso, he estado mejorando, gracias a ella, me he esforzado y he logrado sonreír como hacía antes, ¿Cómo no hacerlo al ver su felicidad al verme mejorada?

Hace poco Peridot me dijo que el combustible de nuestra pequeña nave por fin se había agotado, no quise preguntar más, sé que tanto a ella como a mí nos lastima pensar en estas cosas, por eso quizás lo mejor es no hablar de esto, de otro modo volvemos a caer en los mismos errores y yo realmente no quiero volver a sentir que la pierdo. Tampoco le pregunte sobre el suministro de aire que nos resta, tengo bastante claro que no ha de quedar mucho, y que no podemos hacer nada ante este hecho, y ella tampoco menciona nada, es como si hubiera un voto de silencio implícito entre ambas, no necesito saber estas cosas, no necesito que nos arruinen este tiempo juntas.

Aunque hay algo que me incomoda, a pesar de que todo entre nosotras ha mejorado desde entonces, hay algo que ha quedado pospuesto demasiado tiempo ya: un beso. Constantemente nos demostramos entre caricias y miradas lo mucho que nos queremos y así, pero, siempre hay algo que nos detiene cuando nuestros labios están cerca de tener contacto, ya sea timidez o una extraña vergüenza digna de amoríos adolescentes, es como si fuera demasiado, como si nuestra relación se hubiera reiniciado a cero y todos esas veces que nuestros labios se juntaron no contaran ya más como experiencia; y ni que decir de tratar de llegar a algo íntimo, me sonrojo solo de pensarlo. No es que me queje, soy muy feliz con el solo hecho de poder observarla y de que ella me observe, pero, no estaría nada mal volver a probarla un poco ¿cierto?

Como sea, hoy decidí dar el gran paso, no me quedaría simplemente esperando a que el momento se diera, debía hacer algo por mi cuenta. Recordé (con un ligero enojo) aquella vez que Peridot me hizo trabajar más de la cuenta para preparar aquella cena romántica en secreto, debía hacer algo similar, pero no es que aquí tuviéramos mucho espacio para ocultar algo, así que ideé un plan:

- Peri – le dije – Quiero jugar algo ¿sí? ¿Puedes taparte los ojos por un rato?

Ella me miro entre nerviosa y divertida por lo repentino de mi petición, así que sin decir más solo se cubrió los ojos con ambas manos, cosa que no me acababa de convencer totalmente, entonces se me ocurrió que lo mejor sería cubrir su rostro con alguna tela, tome una blusa que tenía tirada por ahí y con eso me asegure de que no me viera hasta que sea el momento adecuado.

- Huele a Lapis – Dijo ella por debajo de la tela, poniéndome bastante avergonzada, y a pesar de que no podía verme, debió haber sentido el cómo me puso, porque la escuche reírse seguido de un mal fingido tono de superioridad - ¿La he hecho pasar vergüenzas, señorita Lazuli?

Yo no respondí, no dejaría que esa pequeña rubia me siguiera humillando, “ya veremos quien estará más avergonzada, pequeña” dije casi susurrando. Acto seguido, empecé a quitarme la ropa hasta quedar solo con mi ropa interior, era mi momento, era mi venganza, solo restaba quitarle la provisional “venda” del rostro de Peridot y ver como se sonroja sin poder evitarlo, hasta quizás se trabaría la lengua al intentar decir algo, eso es algo típico de la rubia. Y así lo hizo.

Cuando la liberé, ella me miraba boquiabierta, y me miraba como pidiendo explicaciones, no le daría ese gusto, me sentía bien, me sentía sexy al ser mirada de aquel modo por mi Peridot, así que le dediqué un baile, fue algo esporádico, de hecho, nunca había hecho algo por el estilo, pero por como Peridot reaccionaba, diría que lo hago bastante bien.

Acabe acercándomele, hasta sentarme justo sobre sus piernas, todo era para este momento y sin embargo no podía, debo admitir que intentar besarla me hacía sentir que no tenía fuerzas.

Y ahí estaba a solo milímetros de hacerlo y no podía, “vamos Lazuli, puedes hacerlo, eres una adulta, ten valor” me recriminaba mentalmente, pero mi cuerpo no reaccionaba. En este punto solo pedía que Peridot me tomara de una vez, pero ella parecía igual de afectada, ni una de las dos se atrevía a dar el primer paso, pero ya estábamos en un punto sin retorno, ya era inevitable.

No sé si fui yo o ella quien continuo, pero ahí estábamos, intentando no separarnos, saboreando cada movimiento de aquel lascivo acto, dejando que la pasión nos guiara y dejándonos a la merced de la otra, entre pequeños mordiscos, lenguas danzantes y labios desesperados, rogando porque no se nos terminara muy pronto el aire. Creo que fue el beso más largo y apasionado que nos hemos dado, en verdad extrañábamos esto y mucho, se notaba.

Cumplido mi goce, cumplido mi derroche, quise levantarme mientras le decía “En verdad necesitaba esto”, pero pronto sentí como me tomaba entre sus brazos y me devolvía a la cercanía de su cuerpo. Con una sonnrisa susurró en mi oído “ahora yo, necesito llegar más lejos”. Esto definitivamente no estaba en mis planes, pero la idea me encantaba.

Terminamos exhaustas, cubiertas del sudor cómplice de nuestro carnal deseo, solo nosotras, el fresco recuerdo de manos guiadas por la pasión, mordidas en la sensibilidad del cuerpo, íntimos susurros en el desvelo y tres o cuatro gemidos húmedos gritando el nombre de la otra (realmente perdí la cuenta).

Es bueno tenerte así mi tierna Peridot, tan cerca de mí, tan libre de culpa. Haces que no recuerde más el dolor de estos días extraños. 

Space Oddity (Lapidot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora