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POV LAPIS
“No quiero volver a casa” la escuche susurrar entre sueños, me sentía agradecida, agradecida por poder sonreír de este modo, por poder compartir el calor de Peridot en su cama, por poder escuchar como murmura entre sueños mientras su placido rostro augura el ascenso de
mi propia calma, han sido días buenos, los mejores. Hasta me he notado más sonriente y he notado a las estrellas un poco más mágicas. Lapis, tonta romántica, me digo.

A veces parece tener pesadillas, pero Peridot nunca me habla de eso cuando pregunto, así que dolo me queda abrazarla cuando eso pasa, es lo mejor que puedo hacer por ella mientras duerme, y a menudo logro que se calme. Obvio, no le digo sobre mi constante apoyo, como buen héroe me mantengo en silencio sin esperar recompensa, solo su sonrisa; ahh y por supuesto alguno que otro “Lapis” que se le escapa a Peridot de entre sus labios mientras duerme, tampoco te diré sobre esto, es mi lindo secreto.

Debería dormir también, podría despertarse y seria vergonzoso el tener que explicarte lo frecuente de mi dedicación a espiar tu rostro mientras duerme, sería muy vergonzoso, lo sé.

Mientras concilio mi sueño, recuerdo con una sonrisa estos días con mi Peridot. Por ejemplo, como por fin aceptó la comunicación con la agencia a pesar de tus nervios, no nos comunicábamos desde aquel… bueno aquel primer beso que ella me robo frente a miles de espectadores, bueno, extrañamente solo preguntaron por cómo iba la misión y luego de
informarles que todo iba bien, cortaron; no mencionaron nada del embarazoso incidente, aunque eso sí, al hablarnos tenían un aire demasiado serie, sospechábamos que nuestra vuelta a la tierra no sería tan festejada.

También esta esa vez que Peridot organizo una especie de cena romántica. Para evitar que yo viera algo de lo que hacía me hizo controlar todo el asunto de calibrar la nave a mi sola, y estuve por horas refunfuñando en contra de aquella rubia, cuando por fin logre acabar y ella se apareció jalándome a otra habitación sin explicación alguna y yo solo le gritaba que parara, enojada, no estaba de humor después de esa jornada de trabajo. Cuando llegamos me vio algo
temerosa (quizás consciente del porque yo estaba enojada), pero tuve que perdonárselo todo, no podía enojarme al ver esa mesa bien preparada con luces y comida, y las estrellas viéndose a través del vidrio, y por supuesto su mirada que me invito a disfrutar de la velada, y vaya que lo pase bien… al fin y al cabo, aquel día por primera vez conocimos de la intimidad de la otra, y entre gemidos, sudor, mordidas y suplicas de “no parar” (y alguna que otra risa nerviosa”, me sentí más unida a esta mi rubia que nunca.

O hace solo algunos días cuando encontré que aquel cabron ruso dejo varias botellas de su vodka en la nave… y bueno me parecía divertido evitar que se quedaran ahí olvidadas. No sé cómo logre convencer al pequeño duende chillón de que nos bebiéramos algunas, quizás fue lo seductor de mi sonrisa, o como le susurre un “por favor Peri, hare lo que sea” en su oído. El punto es que acepto, pero contrario a mis expectativas de aquel día, solo nos quedamos charlando sobre la vida, sobre el espacio, sobre el destino y sobre alguna tonta serie que ella vio hace ya tantos años. Ese día también fuimos uno, pero no fue necesario contacto físico, simplemente nos conectamos. Me sentí realizada. Por cierto, escondí las botellas sobrantes en "Pumpkin”, así fue como nombramos a la pequeña nave de emergencia que teníamos, nos recordaba al carrusel de cenicienta que nació de una calabaza, pero el resto es otra historia… realmente no se para que instalaron esta, es decir, no ha habido ni un accidente espacial desde ya el otro siglo, las maquinas son muy eficientes, al fin y al cabo, el error estaba descartado. Como sea, solo quise esconder otras botellas por si un día las necesitaba, no es como si quisiera emborrachar a la rubia, por supuesto.

Mientras pensaba en esta y tantas otras cosas me quede dormida.

Pasaron tan solo unas horas y desperté confundida, incluso algo asustada, la alarma de la nave resonaba fuertemente entre luces rojas y Peridot no se encontraba a mi lado, me levanté y corrí afuera a buscarla, víctima de una pequeña paranoia de que lo por aun no venía.

¿Quién diría que terminaríamos así?
Entre paso y paso me preocupaba cada vez más, encontré a Peridot en la sala de controles y pude calmarmeun poco, la encontré con un rostro desesperado, corriendo de un lado a otro viendo las pantallas, pero al menos estaba bien.

- Peridot ¿Qué demonios está pasando aquí?

- No sé, no sé, no sé, no sé – Gritaba ella nerviosa – Yo solo… la alarma sonó y vine a ver, ¡todos nuestros generadores de energía fueron expulsados! Y por alguna razón todos los circuitos parecen estar entrando en corto, ¡El sistema se está sobrecalentando!! A este paso…

- Peridot cálmate – Dije abrazándola por detrás como tantas otras veces ya había hecho antes – Todo saldrá bien, encontraremos el modo de solucionar esto…

Pero no estaba muy segura de nada, lo cierto es que también estaba asustada, logre captar todo lo que Peri decía y definitivamente no era un problema pequeño, ni siquiera sabía cómo lo solucionaríamos o cómo reaccionar ante esta situación. Ambas nos quedábamos en silencio, esperando que nadie dijera lo obvio, lo cruel, aquello que ambas sabíamos, pero ni ella ni yo mencionamos directamente.

- Lapis, sí este lugar continúa así, podría… podría explotar en cualquier momento. Dijo ella ya un poco más calmada, luego solo se liberó de entre mis manos y corrió otra vez a pelear contra la nave, poco a poco veía un futuro en el que todo salía bien desaparecer y en su lugar solo me
deje caer de rodillas, ella me vio y creo haber visto en sus ojos el intento de correr a mí, pero luego se dio la vuelta y continuo en lo suyo. Quedaba poco tiempo y ella pensaba en sus
prioridades, por supuesto.

Una hora después, ella solo se dejó caer en su silla y me mira con profunda tristeza, veo los paneles de alerta y están en sus límites, creo que no hay salvación y su mirada me lo confirma, solo se queda ahí estática, y ni una dice nada. Al menos tuve una buena idea, al menos recordé a tiempo y tomé a Peridot y corrí… Nos alejábamos de ahí, impulsadas por el pequeño motor de “Pumpkin” a quien sabe dónde.

Detrás de nosotras vimos como el silencioso fuego de la que fue nuestra nave, se tragaba todos nuestros sueños haciendo que el metal se deforme, Peridot, tu mirada perdida, lágrimas en mis mejillas y el intento de evitar los pensamientos de lo inevitable que era ahora el peor final. Al menos hice algo bien ¿cierto? Al menos recordé a “Pumpkin” y nos saqué a tiempo ¿cierto? Aun así, siento como nuestro mundo se nos cae.

Space Oddity (Lapidot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora