Capítulo V Rose

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"Ella se volvió la tercer mujer más importante de mi vida, en ese momento no lo comprendí.

Paro cuando lo entendí, ya era muy tarde para hacer algo al respecto..."

(Confesión de Draco Malfoy)

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27 de Julio de 1998, Londres Inglaterra.

Pansy creyó que colapsaría en ese momento, una cosa era saber que ella jamás tendría una oportunidad con él y otra muy distinta presenciar en primera fila lo inalcanzable que era. Mirarlo ahí con su hija en brazos, resultó un golpe muy duro a su corazón. Era de conocimiento público que él y Ginevra Weasley tenían una relación desde hacía dos años, y esa pequeña, de ojos azules, cabello rojo y pecas, gritaba por todos lados que era una Weasley.

― Qué hija tan guapa tienes, Potter― Theo fue el único que se acercó y se maravilló de la hermosura de la niña. No podía creer que ya estuviera tan grande, se sorprendió de lo parecida que era a su madre, a pesar del color de ojos y cabello.

Draco no entendía nada de lo que sucedía, mantuvo una expresión imperturbable y analizó al bebé. "«No creo que sea su hija» razonó finalmente, entre sus actividades de espionaje, él había presenciado la ruptura de Potter con la pequeña comadreja, y si había algo que podía concederle al joven, es que era un hombre de palabra. Él no habría arriesgado de esa forma a la mujer que amaba y a un bebé, no en medio de una guerra mágica. No San Potter, entonces...

― No es mi hija, Nott. ― contestó Harry, mientras intentaba detener a la pequeña que había decidido que era buena idea escalarlo ― pero encantado lo sería ― sostuvo a la niña sobre su cabeza y frotó su nariz con la de ella, la niña rió escandalosamente y sus pequeños rulos saltaron.

Narcissa soltó un suspiro conmovida por la escena y se acercó un poco para mirar a la niña de más cerca. Tenía bastante tiempo que no la veía, en los días que se hospedo con su hermana, conoció a la pequeña pelirroja, sin embargo Andromeda se había negado a revelar el nombre de sus padres. Pansy sintió un profundo alivio y se colocó a un lado de Draco.

― Potter... ¿acaso es para ella la habitación? ― preguntó Narcissa al recordar que en su última visita, el joven le había pedido preparar una habitación lo más cerca posible de la de su amiga, ella creyó que él quería pasar unos días con Granger.

― ¿De qué maldita habitación hablan? ― cuestionó molesto Draco, no le gustaba el destino que estaba tomando esa visita de Potter.

― Lenguaje Draco. Potter, me solicito una habitación...

― ¿Para qué carajos? ― interrumpió a su madre para cuestionar al susodicho que no les ponía mucha atención.

― Para Rose ― explicó como si nada, secretamente disfrutaba de fastidiar al rubio. Aunque ese no era el motivo de porque había llevado a vivir ahí a la niña.

― Explícame de una puta vez que pretendes ― exigió Draco mientras cruzaba los brazos sobre su pecho, clara visión de que ya estaba impaciente.

― Lenguaje...

― Basta madre ― se restregó la cara con fastidio ― habla ― demandó.

― Creo que ella no les dijo nada ― claro que sabía que no lo había hecho, miró con nostalgia a la niña que en ese momento estaba entretenida jugando con un relicario que colgaba del cuello de él.

― Potter... ― Draco estaba llegando a sus límites de paciencia, Pansy lo codeó para recordarle que debía calmarse.

― Rose, es la hija de Hermione...― soltó la bomba Harry.

El libre albedrío de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora