Capítulo XXIV

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"Solo tienes que mirar más en el fondo, debajo de todas esas capaz, encontraras al verdadero Draco Malfoy..."

H.G.

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Nueva York, E.U.A 10 de Marzo del 2003.

Cuando uno es niño, es increíble como pequeñas cosas pueden cautivarnos, deslumbrarnos e invadirnos de felicidad desbordante. Cuando se es niño es tan fácil complacer, tan fácil que pasa desapercibido para los adultos. Hermione jamás sabría que le acababa de obsequiar a su hija, el regalo más maravilloso que hasta ese momento había recibido a su corta edad de cinco años.

La idea de conseguir un apellido ahora palidecía comparado con esto.

Hermione le estaba obsequiando una tarde de paseo junto a su padre y ella, una tarde en familia.

Realmente esas no habían sido las palabras de su madre, más bien fueron:

—Arréglate, saldremos en una hora con Draco — fue lo que le menciono al asomar su cabeza por la puerta.

Treinta minutos después, Rose seguía en la misma posición, sentada en pose de flor de loto, en medio de su cama, la muñeca que había estado vistiendo yacía olvidada entre sus piernas. Aún miraba la puerta, como si estuviera esperando que de un momento a otro su madre fuera a regresar y le dijera que todo había sido una broma.

Intentaba poner en orden sus ideas y emociones, pero jamás había estado tan embriagada de ansiedad y alegría al mismo tiempo. Finalmente, cuando sintió que sus ojos escocían y varías lágrimas amenazaban con escapar, salió de su trance y dejó soltar un largo suspiro que rompió el silencio que se había apoderado de su habitación.

―Voy a salir con mamá y papá ―susurró quedito.

― Voy a salir con mamá y papá ―repitió con voz apenas un poco más alta de lo normal y se puso de pie.

―¡VOY A SALIR CON MAMÁ Y PAPÁ! ―comenzó a vociferar llena de alegría mientras brincaba en su cama.

Entre tanto jaleo no se percató de que brincaba muy cerca de la orilla, y ese descuido hizo que se cayera de trasero contra el suelo, era una suerte que varios años atrás su papá había encantado su piso, sino ya hubiera estado a puro llanto.

Respiró agitada tratando de regular su corazón palpitante, pensando en que se pondría. Estaba decidida a lucir hermosa, no quería pasar desapercibida, quería que sus papás la admiraran, quería ser el centro de atención junto a ellos. Su sonrisa se extendió un poco más al decidir que vestido usar, sólo se lo había puesto una vez, en la fiesta de compromiso de sus tíos Luna y Theo, no recordaba otro momento en que tanta gente le hubiera dicho lo hermosa que se veía.

oOo

Draco comenzaba a exasperarse, no es que pasara de la hora estipulada, pero hubiera agradecido que le corrieran/concedieran la cortesía de llegar antes. Se distrajo al sentir vibrar su móvil en el bolsillo de su pantalón. Al sacarlo se percató de que había un mensaje, deslizó su dedo sobre la pantalla y lo abrió. No pudo evitar sonreír al leer su contenido:

"Claro que puedo acompañarte a cenar esta noche ¿Creíste que partiría a Moscú sin despedirme? Déjame saber en dónde nos encontramos. Besos"

Se tapó la boca para intentar contener la emoción, se reprendía por estar siendo tan emocional, ajeno a su herencia de sangre, no podía ser inmutable ante estas señas de cariño, por lo visto no era el único emocionado con el encuentro. Caroline y él no habían pasado de algún beso fugaz, pero por el momento a él le bastaba, podría esperar, una mujer como ella merecía la espera. Estaba por responder cuando escuchó pasos que se acercaban.

El libre albedrío de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora