Capítulo XIII

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Este capítulo quiero dedicarlo a Vivianodette.

"Que estas letras te ayuden sobrellevar un poco tu tormenta,

Estoy aquí, seguramente a un millón de km de distancia,

Pero desde el otro lado de la pantalla cuenta conmigo,

Para charlar, para sentirte escuchada, para compartir Dramione jejeje.

Un fuerte abrazo y beso a la distancia".

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Capítulo XIII

― Me gustaría decirle que es con ella con quien sueño

Todas las noches, que sin ella, ya no puedo visualizar una vida.

― ¿Por qué no se lo dices?

― Ya lo esta escuchando...

(Conversación entre DM y HG)

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Londres Inglaterra, 23 de diciembre del 2002

Hermione regresó a su habitación disfrutando de lo que había sucedido, tal vez llevar a Malfoy a Azkaban por lo que le había hecho, sería más fácil de lo que pensó. Recordó ese intercambio de miradas entre Parkinson y Harry, y como este se enfureció por como la estaban tratando, algo ocurría entre ellos y no le gustaba absolutamente nada el final del camino de sus pensamientos, sintió escalofríos de tan solo imaginar algo entre ellos dos.

Analizando bien todo el cuadro, cayó en cuenta que su amigo se veía muy diferente, no solo por mencionar la ausencia de sus gafas y esa barba que se había dejado crecer y lo hacían ver un poco más grande de edad, tampoco era su cuerpo que tenía la masa muscular necesaria y en los lugares correctos como para hacerlo ver como un modelo muggle, nada exagerado, pero si lo suficiente para hacer que las mujeres posaran la vista en él durante bastante tiempo. Hasta ella se había tenido que recordar a sí misma que estaba furiosa con él cuando comenzó a imaginar cómo se vería con ropa más ligera...

No, no era nada de eso. Era su semblante, había algo en su mirada, no era la que ella recordaba, esa cansada y nostálgica que te daba un vistazo del alma fracturada y atormentada que tenía. Ahora tenía un brillo peculiar y abrazador, como la de un hombre sediento en el desierto que vislumbra a unos cuantos metros de él un río, y tristemente Hermione tuvo que reconocer que ese río era Parkinson, ese caudal con aguas tormentosas que amenazaba con tragarse a su amigo y jamás dejarlo libre.

Porque ella era una serpiente y no se necesitaba ser inteligente para saber cómo terminaría eso. Pero le causaba una gran duda que era lo que pretendía con toda esa farsa Pansy y el lugar en que dejaban a su amiga Ginny con todo esto, había muchas páginas en blanco que tendría que comenzar a llenar... salió de las profundidades de sus cavilaciones cuando escucho el llamado a su puerta.

― Adelante ― no pudo evitar denotar fastidio al hablar.Se giró hacia la puerta para encarar a lo que estaba segura sería una visita indeseada.

― Hola ― una cara con ojos grandes y azules que reflejaban entusiasmo, una boca de labios rojos carmesí enmarcando una gran sonrisa capaz de derretir un iceberg se asomaron por la puerta y le dieron la mejor bienvenida hasta ese momento.

― Luna ― exclamó Hermione contrariada, mientras veía a su amiga correr hacia ella, y posteriormente sentirse rodeada por sus brazos.

Ese fue el primer momento en que Hermione se dio cuenta, que algo andaba mal con ella. No estaba sintiendo absolutamente nada, donde antes hubiera sentido calidez y alegría por volver a ver a su vieja amiga, solo advertía un gran vacío. Un frío y profundó vació.

El libre albedrío de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora