Capítulo XVIII

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"― ¿Cómo podría escogerme sobre ella? Es inaudible...

― ¿Por qué?

― Teniendo una mujer como ella a su alcance...

― Fácil, tu ya eres su esposa.

― Solo en papel...

― ¿Y que estas esperando para serlo en toda regla?"

(H.P. / H.G.)

.

Londres, Inglaterra, 5 de Enero del 2003.

Theodore Nott, era un hombre de gustos sencillos, que había aprendido a no complicarse la vida y sobre todo, a disfrutar cada aspecto de ella. Esa fue una lección que aprendió de Hermione Granger la primera vez que se dio la oportunidad de conocerla. Movido por la curiosidad de descubrir que hacia tan especial a la joven para que fuera detestada por su casa, más allá de su estatuto de sangre. Así que un buen día decidió buscarla; como bien decían, la encontró en su santuario: la biblioteca. Justo en ese momento ella se encontraba cubriéndose la boca y aguantando unas arcadas. No muy convencido caminó hasta llegar a su lado.

― ¿Te sientes bien? ― le había preguntado mientras usaba un libro como escudo por si ella no lograba contenerse.

Hermione había negado con la cabeza, las náuseas comenzaban a irse pero un mareo comenzaba hacer mella en su ser.

― Creo que es mejor llevarte a la enfermería, comienzas a ponerte muy pálida ― y sin esperar respuesta la había sujetado del brazo y la llevó casi a rastras hasta la enfermería.

Al llegar y tras hacerle ciertas pruebas y poner un gesto de claro enfado, la señora Pomfrey había declarado, que la muchacha insensata frente a ella, estaba embarazada. Theo tuvo que tomar asiento para digerir bien la información, miró nuevamente a la joven para asegurarse de que no había llevado a la equivocada a la enfermería.

Pero si, ahí estaba delante de él, llorando de alegría y con una enorme sonrisa en su rostro: Hermione Granger, sujetando su inexistente barriga en ese momento, e ignorando olímpicamente a la señora que no dejaba de reprender a ambos por el descuido que habían tenido.

Theo estaba tan consternado que ni siquiera tuvo tiempo de aclarar que él no era el padre.

La señora Pomfrey se retiró, alegando que iría por la profesora Minerva. Hermione lo volteo a ver, como si por primera vez se percatara de que él estaba ahí con ella, creyó que iba a suplicarle que no dijera nada, pero contrario a todo eso, comenzó a decirle que sería una niña y que la llamaría Rose. Theo de inmediato alegó que era muy pronto para que supiera eso y la reto a que se le demostrara como lo sabía.

― No puedo explicarlo, pero sé que será una niña ―había confirmado ella.

― ¿Por qué no estás preocupada? Podrían expulsarte ―le recordó él.

― Podría preocuparme, porque si me expulsan seguramente eso acabaría con todas las posibilidades que tenía de convertirme en legisladora, o podría alegrarme por tener la dicha de ser madre, aunque sea muy pronto. Uno decide qué hacer con sus posibilidades, yo he aprendido a disfrutar cada una de ellas, porque nadie tiene asegurado el futuro, Theodore Nott, nadie.

― Theo, llámame Theo ― él le aclaró, pero en su cabeza se quedaron grabadas esas palabras, como si hubieran sido marcadas con fuego.

Y sería por el resto de su vida, la rememoración de aquella conversación lo que lo sacara de sus días más oscuros. Pero hizo todo para olvidar los gritos que les soltó McGonagall.

El libre albedrío de los condenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora