Capítulo 3

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Dakota

Los vaqueros que alcanzaron a escucharme prorrumpieron en risitas y se apresuraron a alejarse, yo no dejé de mirar a Jamie que seguía ahí de pie como si nada con una ceja alzada, como siempre con ese semblante sumamente tranquilo mientras yo tenía las manos sudadas y sentía como si fuera a desmayarme.

-Muy bien, Dakota.

-¿Qué?

-Está bien, acepto tu propuesta.

Abrí la boca para responder, pero nada salió de ella, intenté una vez más sin éxito así que permanecí muy quieta y con todo el cuerpo temblándome, después de lo que me pareció una eternidad el suspiró y dio una patada con sus botas militares en la tierra, miró sobre su hombro a los caballos que seguían pastando y al grupo de vaqueros que cuchicheaban, cuando divisé a José entre ellos sentí que me ruborizaba así que aparté la mirada.

-Seguramente aún no desayunas -me dijo, tomándome del brazo. -Vamos a la cocina, aún no tomo mi primer café de la mañana.

-Traje a Toto conmigo.

-Thomas, hazte cargo del caballo de la señorita -le dijo al vaquero más cercano.

-Por supuesto señor.

Sin soltar mi brazo andamos por el prado hasta la puerta trasera que daba a la cocina, nos sacudimos las botas en el felpudo antes de entrar y dirigirnos directamente a la mesa, había ya una jarra de café humeante y él sirvió dos tazas, me tendió una que comencé a sorber.

-¿Qué haces aquí tan temprano? Deberías estar en la consulta.

-Tengo libres unos días ¿y cómo sabes que trabajo en una consulta?

-Mi padre me dijo que Max tiene demasiada carga de trabajo y que ahora eres su asistente, al parecer has venido por aquí a revisar a los caballos últimamente.

-Solo les hago revisiones -miraba el líquido de mi taza que aún humeaba, Jamie había vaciado su taza de un trago y se estaba sirviendo más.

-Samina estará encantada con tus visitas -su voz estaba cargada de sarcasmo.

-No coincidimos mucho, hablo mayormente con tu padre o algunos de los vaqueros, solo reviso que todos los animales estén sanos y reviso a las yeguas preñadas, estuve en el parto de una hace dos semanas.

-Te encanta lo que haces.

-Pues claro, los animales son mi vida.

-Lo sé, y te has desviado de mi primera pregunta.

-Vine a decirte exactamente eso -mi voz estaba temblorosa y tuve que esperar un momento para recobrarme. -Anoche estuve pensando muchas cosas y es tu mejor opción.

-Lo dices como si tuviera demasiadas -esbozó una sonrisa ladeada, dejó su taza sobre la mesa y me miró como si fuera un cachorro que estuviera echado a sus pies para que me rascara el estómago.

-Si bajaras al pueblo y pusieras un anuncio en el periódico diciendo que buscas alguien que te ayude a cuidar a un bebé tendrías una fila de voluntarias antes de que se publicara la edición, de hecho, esperaba ver ya a muchas mujeres dispuestas a ayudarte.

-Ahora solo puedo verte a ti, y sé que tus intenciones son buenas, así qye te lo agradezco Dakota, pero voy a hacerme cargo de mi hija, sé que dudas de mis capacidades, pero anoche yo también estuve pensando mucho y voy a lograrlo, no te preocupes más por eso.

-No dudaba que te hicieras cargo, pero piensa que, si nos casamos, todos los fines prácticos que tendrías te van a beneficiar.

-¿Fines prácticos?

Siempre es posible | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora