El domingo por la mañana Dakota despertó demasiado tarde y con el tiempo justo para vestirse para ir a la iglesia, comió una magdalena por el camino y se sacudió las migas del vestido cuando bajó de la camioneta con su familia, tomaron asiento en su sitio habitual mientras el lugar se terminaba de llenar, le parecía que todo mundo echaba miradas a su mano donde destellaba el diamante que Jamie le había puesto en el dedo, pero seguramente eran solo ideas suyas ya que sentada entre su padre y su hermano Deacon no era como si estuviera a la vista de todo el pueblo.
-No me lo creo -murmuró alguien cerca de ella cuando la ceremonia comenzaba. -El joven Dornan está aquí.
-¿De verdad? -respondió alguien. -Pero si no asistía desde que Lorna nos dejó hace años.
A ella se le revolvieron las tripas y sintió que la magdalena amenazaba por salirse por su garganta, Grace la miró con las cejas alzadas divertida pero se cortó cuando Kelley les echó una mirada de amenazas sino se comportaban, el resto de la ceremonia ella no pudo prestar demasiada atención, se moría de ganas por echar una mirada entre los presentes hasta localizar a Jamie, cuando todo terminó y se dirigieron a la puerta lo localizó al momento, estaba en el umbral en la posición de descanso que solían tener los militares, algunas personas lo miraban con discreción al pasar y otros no se resistían a darle los buenos días, él se limitaba a asentir apenas.
-Mis ojos no me engañan -dijo Don cuando llegó a su lado, le tendió la mano y al momento Jamie se la estrechó. -Me alegra ver que has hecho las paces con Dios.
-Un paso a la vez -respondió él. -Hay que darles un buen ejemplo a los niños.
-Eso he dicho yo siempre, me alegro que lo hagas tú también.
-Gracias señor, ahora, me gustaría pedirle permiso para llevarme a mi prometida un rato a pasear por el pueblo.
Dakota que estaba unos pasos detrás de su padre sintió que se ruborizaba, varias cabezas se voltearon con rapidez ante las palabras de Jamie, las habladurías no tardarían en dispersarse por todo el lugar, seguramente para el lunes todos sabrían de su compromiso.
-¿Por qué no vienes mejor a casa? Kelley preparará una buena tarta de cerezas para el almuerzo.
-Se lo agradezco, pero tengo que hablar un rato con ella -miró hacia Dakota sobre el hombro de su padre.
-En ese caso vayan, anden con cuidado -luego alzó una de sus manazas y lo señaló con un dedo amenazante. -Tráela de vuelta antes de la una.
-Así será -extendió una mano que ella se apresuró a tomar, la piel se le erizó cuando entrelazaron sus dedos. -Vamos a dar una vuelta.
Fueron andando en silencio tomados de las manos hasta la cafetería más popular del pueblo, algunas familias se reunían ahí los domingos para tomar un desayuno consistente en panecillos, huevos estrellados y salchichas; se acomodaron en una mesa del rincón, tomaron la carta sin charlar y cuando la camarera fue a tomar su pedido fue él quien habló.
-Dos batidos de chocolate, con crema batida por encima.
-Excelente decisión, ¿con sirope de caramelo por encima?
-Claro, y chispas de chocolate.
-Basta -Dakota gimió cubriéndose el rostro. -Sabes que cuando como dulces no puedo parar.
-Tenemos galletas de merengue de limón recién hechas.
-Nos vendrán de maravilla -Jamie le rendió las cartas. -Gracias.
-No tardaré mucho -dijo la mujer antes de esfumarse.
-Bueno, me trajiste para hablar ¿no es así?
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Siempre es posible | Jamie y Dakota
Hayran KurguJamie ha cuidado de Dakota desde el momento que dio sus primeros pasos, siempre ha sido así hasta el momento que decidió enlistarse en el ejército y alejarse de Gatesville; ahora las circunstancias son difíciles y a él solo le resta pedirle ayuda a...