Capítulo 10

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Una vez más la rutina se instaló luego de que Jamie volviera a la base, se iba al amanecer y no tenía hora de llegada, algunas ocasiones llamaba a Dakota avisando que pasaría la noche allá y ella se llevaba a Dulcie a su habitación a la hora de dormir, por la mañana luego del desayuno las dos se montaban en la camioneta, la pequeña se quedaba en la guardería a la cual se adaptaba con rapidez y Dakota iba a la consulta, aunque la mayoría de las veces solo estaba ahí un rato antes de salir a atender los llamados de los clientes, su turno acababa luego de las cuatro de la tarde cuando volvía por la pequeña, a veces iba a comer a casa de su padre, iban al pueblo o comían en casa, ahora que el frío había parado un poco podrían salir al jardín trasero donde Dakota ponía a la pequeña en una manta sobre la hierba mientras se encargaba de las plantas además de un proyecto de un gallinero, le gustaba tener huevos frescos y estaba construyendo con algunas sobras de madera, Jamie las encontró ahí un día que apareció temprano y comenzó a ayudarla en sus tiempos libres, pasaba todo el tiempo que podía con ellas pero cada noche decía que tenía algo de trabajo pendiente así que Dakota se iba sola a la cama, dejaba a propósito encendida su lampara de la mesita para que Jamie la viera en sus nuevas y sugerentes pijamas, era una pena que cuando el entraba en la habitación la cubriera apenas sin verla y se metiera lo más alejado de ella posible, era una situación que solo la tenía cansada.

Algunas semanas después en una noche ventosa sonó el teléfono pasada la media noche, Dakota no hiso caso al sonido pensando que se trataría de algo para Jamie pero se sobresaltó cuando él entró a la habitación y la sacudió con gentileza.

-Tu padre está al teléfono, no te alteres, parece que hay problemas con uno de los caballos.

Se apresuró a atender, la voz jadeante de su padre resoplaba desde la otra línea.

-Deidee está de parto desde hace horas y no logramos que avance -dijo refiriéndose a una de las yeguas. -Es su primer potrillo, si no estuviera tan preocupado no te habría llamado, cariño.

-Estaré ahí en unos minutos, ¿Eddie está con ella?

-Así es, ha tratado de ayudarla, pero la pobre no deja que nadie se acerque.

-No tardaré papá.

Le explicó a Jamie la situación rápidamente antes de cambiarse a prisa, al abrir la puerta el fuerte viento la golpeó en la cara haciéndola estremecer.

-No quiero que te enfríes -él tomó su chaquetón y se lo puso por encima acompañándola al auto. -Ve con mucho cuidado, haz que me llamen cuando estés ahí.

-La haré, espero no tardar mucho, vigila bien a Dulcie.

Al llegar a las caballerizas vio al joven vaquero con el rostro rojo y sudado acuclillado cerca de la yegua que resoplaba, al verla le hizo señas para que fuera con calma, Dakota se acercó con sigilo y extendió una mano con calma, el animal al reconocerla se calmó y dejó que ella comenzara a palparla.

-He visto que salieron las patas del potrillo, pero creo que son las traseras -murmuraba Eddie en voz baja. -Intentaba tirar de ellas, pero entonces se dejó caer.

-¿Hace cuánto de eso?

-Un par de minutos.

-Entonces debemos darnos prisa.

Ella rodeó al animal y pudo comprobar lo que Eddie había dicho, necesitaba sacarlo pronto, se sacó la sortija para ponerse unos guantes de plástico y tomó un fórceps, le puso apenas un poco de calmante a la yegua para maniobrar con ella para así posicionar a la cría, fue difícil pero luego de un par de minutos con mucha fuerza logró tirar del animal que salió finalmente del cuerpo de su madre con las piernas torpes y temblando ligeramente.

Siempre es posible | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora