Capítulo 2

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La mañana era soleada y el cielo estaba muy azul, unos pajarillos cantaron y el reducido grupo de personas que estábamos en el cementerio permanecimos en silencio mientras el párroco decía algunas palabras para despedir a Amelia, fue una ceremonia breve, cuando acabó todos volvimos a los autos, esta vez Jamie llevaba el suyo así que no hubo necesidad de acompañarlo a dejar a los Warner de vuelta a su residencia; yo volví a su casa sin preguntar, la mesa estaba llena de comida que las personas le llevaron como era tradición cuando alguien fallecía, puse un poco de chili con carne al fuego mientras guardaba el resto de las cazuelas echándole una mano a Marcia que se había tomado el día. Me estaba sirviendo un plato cuando él llegó, entró a la cocina y se sentó a la mesa con expresión derrotada, pero eso no impidió que tirara de mi plato con su aire juguetón de siempre.

-Seguro te echan de menos en tu casa -tomó una cucharada de mi chili y lo dejó frente a mí de nuevo.

-Les dije que iría después de comer, así que date prisa -señalé la comida sobre la estufilla.

-¿Por qué? -parecía confundido.

-Vamos a ir a ver a la bebé, por supuesto.

Sin responder se puso de pie y fue a servirse un plato, volví sentándose esta vez a mi lado y comenzó a comer en silencio, seguimos así hasta acabar, lavamos los platos y esta vez nos montamos en su camioneta para ir al hospital, encendimos la radio para amenizar el camino, pero cuando el locutor comenzó a dar las noticias de la base militar Jamie estiró la mano para apagarla.

-¿No quieres enterarte de lo que pasa mientras no estás?

-Digamos que no tengo cabeza para eso ahora.

-O simplemente no quieres hablar de eso, como es habitual –no me miraba, lo que confirmaba mis sospechas. -¿Tienes que volver la semana que viene?

-Me han enviado un mensaje esta mañana -dijo girando para tomar la carretera al pueblo. -Tengo un permiso por seis meses.

-Vaya, supongo que será algo normal en tu situación ¿no?

-Lo normal serían tres meses por baja de paternidad, pero me debían algunos periodos de vacaciones así que lo han duplicado.

-Seguramente lo aprovecharás bien, ahora que salga tu bebé del hospital tendrás mucho tiempo para estar con ella.

-Eso me temo –dijo en un murmullo muy concentrado en mirar al frente.

-Oye, va a ir todo bien, si pudiste sobrevivir en Afganistán, podrás sobrevivir a un bebé.

-Ojalá tengas razón -suspiró sosteniendo con fuerza al volante. -Pero tienes que saber que un bebé me asusta más que desarmar bombas, al menos con la últimas sé a qué atenerme si doy un paso en falso.

-Sí te sirve de consuelo, la bebé no explotará.

Él no sonrió, no hablamos más hasta que llegamos al hospital, fuimos a los cuneros donde estaba una enfermera diferente, luego de que Jamie se lavara y se pusiera la bata y el cubrebocas entró esta vez sin vacilar, la bebé seguía en el mismo sitio aunque ahora estaba recostada bocarriba y podía ver su pecho subir y bajar al respirar.

-Pobre hombre -me sobresalté ante la voz de una mujer que se paró a mi lado. -Viudo y con una pequeña niña, debe ser muy duro.

No dije nada, esa clase de lástima no aplicaba con Jamie de ninguna forma, me concentré en mirarlo mientras veía a la señora de al lado sacudir la cabeza.

-Tendrá que conseguir a alguien que le ayude con la pequeña, volverá a la base pronto ¿no?

-Tiene un permiso -dije cruzándome de brazos, no me apetecía hablar con ella, solo buscaba chismorreos que pronto correrían por todo el pueblo. -Su padre y su madrastra vienen en camino, le van a echar una mano.

Siempre es posible | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora