Park Jimin... de tan solo decir su nombre me derrito. Siempre lo he amado en secreto y siempre será así hasta que lo olvide. ¿Porqué? Pues porque Jimin es super popular, lleno de amigos y gente que lo rodea. Va a fiestas, se conoce a todas las chica...
Había llegado a casa ya hace mucho tiempo, y Jimin aun no venía. Pues no tenía llave y no había manera de que entre sin mi. Las clases ya habían terminado hace cuatro horas y se supone debía llegar en cualquier momento si es que a caso se fuera a comer algo por allí.
-¿Porque tiene ser tan importante para mi?-me quejé acostado a lo largo del sofá. Me mantuve pensando en ello durante varios segundos hasta que mi móvil comenzó a sonar. Lo saque de mi bolsillo sin mover casi un músculo, ni siquiera miré de quien se trataba y atendí-¿Hola?
-Jungkook...-la voz de Taehyung sonó en mi oído como un eco en un vacío.
-Tae... yo... lo siento- susurré apenado recordando mis hechos hace unas horas.
Lo oí tragar saliva secamente a través de tono. Pues era tanto el silencio de nuestros exteriores que se sentía como tener a mi amigo hablándome personalmente en el oído.
-No tienes que pedirme disculpas- chistó gracioso con su grave voz-Eres mi amigo, entiendo porque lo hiciste. Se que sueles hacer cosas muy estúpidas cuando entras en histeria.
No pude evitar sonreír ante la empatía de mi mejor amigo. Realmente se necesita mas gente como él en el mundo.
-Y...-volvió a hablar Tae con un tono dudoso en su voz- ¿está allí contigo?-cuando lo oí suspire con una mueca y contesté.
-No, el idiota no ha llegado.
-Yo que tu ni le abro la puerta.
-No creo que venga Taehyung-comenté sin omitir la tristeza en mi voz. Por mas que quería estar enojado siempre terminaba extrañándolo como un tonto enamorado que soy, tonto y el único que se siente así.
-Mas le vale no ir. No tiene cara para presentarse ante ti el muy desgraciado.
-Él no es mi novio Tae. No puedo reclamarle nada, ni siquiera debería estar enojado.
-Tal vez él no sea nada de ti, pero es consciente de tus sentimientos y debería tener un poco de consideración delante de ti. Se llama respeto Jungkook, no porque seas un cualquiera si no porque está conviviendo contigo.
-Oh...-miré el techo con mi cabeza en el apoya brazos. Siempre Taehyung aspiraba a tener la maldita razón.
-¿Vez lo que te digo?
Logré escuchar el sonido del ascensor cerrarse por fuera del apartamento. Me senté sobre mis piernas aún con el teléfono en el oído y observé por debajo de la puerta donde resaltaba el resplandor que emitía la luz del pasillo. No oía ningún paso y era extraño.
-¿Qué pasa?-preguntó mi amigo del otro lado del tono al notar mi silencio.
Seguí observando hasta que una sombra se hizo presente detrás de mi puerta.
-Ha llegado
-¡No le abras la puerta!
-¡shhhh!-chisté cuando su voz rompió el silencio al escucharse tan fuerte. Y eso que ni siquiera estaba en alta voz.
Tres golpes se oyeron en la madera de mi puerta y me puse de pie rápidamente. Caminé hasta ella y tomé el mango de esta sin sentir ni una pizca de enojo, solo tristeza. Pero debería estar enojado.
-¿No pensaras abrir la puerta verdad?-habló en del otro lado del teléfono mi amigo.
-Claro que si, debo colgar Tae, adiós.
-¡oye no...!
Y corté la llamada mientras le colocaba el seguro a la puerta antes de abrirla. Respiré en una horcajada y la abrí sin más.
-¿Si?-dije al pelirosa encapuchado de su buzo color marino que se presentó ante mi.
Jimin levantó tan solo un poco la mirada apenado, suspiró. Logré sentir el maravilloso perfume de su aliento cuando chocó en mi cara. Me dió un respingo pero ni eso lograría detenerme.
-¿Puedo entrar?-emitió suave mirando el seguro que le impedía el abrir de la puerta.
Entrame todo lo que quieras... Maldita sea, no.
-No- repetí en palabras cerrando la puerta en su cara.
-¡Rayos Jungkook, por favor!
-No-volví a repetir
-Te traje algo.
-¿Y crees que me vas a comprar con cosas materiales?-me quejé.
Se oyó un silencio y me apresuré a abrir la puerta aún con seguro.
-¿Qué es?-demandé. Jimin me observó intentando hablar pero volví a interrumpir- ¿Es comida?
-Emm... no. Pero si quieres puedo ir a comprarte unos dulces.
-No-y volví a cerrar.
-¡Maldición, no seas perra y ábreme!
-¡¿Perra?! ¡¿Me acabas de llamar perra?!-le grité a la puerta.-¡Tú eres el que anda por ahí con mujeres colgadas de tu cuello!-y ahí está. La que reclama lo que no debería reclamar.
-¡Pues por lo menos no beso a mis amigos!-dice de igual manera. Re-cla-man-do
-¡Pues claro! ¡¿Como lo harías?! ¡Si no eres un puto marica como yo!-grité golpeando mi aliento a la madera. Quería transmitirle a Jimin todo el enojo que me causaba que las cosas fueran así
-Lamento que pienses así.
-Y yo lamento el día en que me comenzaste a gustar.
No se oyó nada más luego de decir eso. Tal vez se había ido, o tal vez no. No lo sabía, y tampoco quería comprobarlo. Solo me recosté en la pared al lado de puerta y me dejé caer al piso sintiendo las primeras lágrimas brotar de mis ojos.
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