Tsundere [2Jae]

Demasiado Dere

Jaebum estaba avergonzado, muy avergonzado.

El jamás había comprado flores, mucho menos para alguien. El sabía cuáles eran las flores favoritas del menor, aun así intentó comprar de varios tipos para "disimular".

Esperó a que el menor saliera de su salón de clases sosteniendo el ramo entre sus manos. El timbre resonó por todo el lugar dando a entender que las clases habían terminado. Vio como el menor salía rápidamente del salón pasando por alto su presencia.

—Choi Youngjae.— el nombrado se gira abriendo los ojos como platos al ver quien lo llamaba.— Y-yo, hum...— disculparse era más difícil de lo que creía.— Quería pedirte disculpas por lo de ayer...

—Oh, no se preocupe Hyung.— le dedicó una sonrisa triste.— No le puedo agradar a todo el mundo, estoy bien con eso.— el mayor sintió como su corazón era estrujado, odiaba ver a Youngjae triste, peor aun si el era el culpable. Su preocupación por el menor era más grande que su orgullo.

—No lo dije porque quería... Yo no pienso así de tí, Youngjae, por eso quería disculparme. Porque tú eres un chico maravilloso y me agradas más de lo que imaginas.— Youngjae lo miró sorprendido y con las mejillas sonrojadas. Jaebum por su parte no tenía solo las mejillas sonrojadas, hasta sus orejas se habían teñido de rojo.

—¡¿De verdad le agrado, Hyung?!— el mayor asintió desviando la mirada ante la notable sonrisa de felicidad plasmada en el rostro del menor.— Me alegro tanto... C-creí que me odiaba.

—No te odio, pero tampoco es como si me agradaras mucho, o sea... Lo normal, como cualquier persona, no te sientas muy especial, nadie es especial para mí, o sea...— ya no sabía que otra excusa inventar y la sonrisa divertida en el rostro de Youngjae no ayudaba.— Ten.— le entregó el ramo de flores. Youngjae analizó con detenimiento el ramo de flores frente a el y tímidamente lo tomó.

—Uh Hyung, ésto es taaaaan femenino.— Jaebum lo fulminó con la mirada y el menor solo soltó una sonora carcajada.— Hay muchos tulipanes, que curioso... Son mis flores favoritas.

—¿De verdad? Oh, que casualidad, es tu día de suerte.

—Sí Hyung, que casualidad.— Youngjae no podía borrar la sonrisa divertida de su rostro y Jaebum comenzaba a perder la paciencia.— En fin, me gustaron mucho, ¡muchas gracias Hyung!— se acercó animosamente hacia el mayor y rodeó su torso con sus brazos. Jaebum no sabía como reaccionar, el odiaba los abrazos, pero no estaba particularmente incómodo con el de Youngjae.

Cuando el menor por fin lo soltó, Jaebum lo miró sorprendido. Sus mejillas se calentaron y salió casi corriendo del lugar dejando solo a Youngjae, quién aun no dejaba de sonreír.

—¡Nos vemos, Jaebumie Hyung!