Problemas

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Problemas

Habían pasado dos semanas desde que anunciamos nuestro compromiso, desde entonces hubo más molestias que de costumbre, todo mundo nos preguntaba sobre la boda y cómo nos estaba yendo como pareja dado que ella y yo éramos completamente diferentes... la verdad era que íbamos muy bien, al menos eso pensaba yo. No éramos la típica pareja que se la pasa tomados de la mano, abrazados y dándose besos, pero si me sentía aún mas cercano a ella y con más confianza, esperaba que para Hinata fuera lo mismo y me alegraba pensar que era de esa manera. De vez en cuando ella era afectuosa, me sorprendía con un beso en la mejilla o un abrazo, aún era muy tímida como para iniciar un beso y sobre lo que dejamos el día de la fiesta nunca volví a intentar nada.

El ambiente en el clan era agradable, la gente estaba muy animada por la boda que se acercaba y a veces me hacía sentir mal el pensar que podía cancelarse, no solo por mi sino también por todas esas personas del clan que nos admiraban y que decepcionaríamos. El líder del clan estaba dentro de esas personas que quizá decepcionaríamos y era al que menos me parecía causar molestias, él había trabajado muy duro por el clan y para protegernos, lo menos que podíamos hacer era seguir sus deseos. Algunas veces todo eso me preocupaba.

La vida en Konoha era cada vez más tranquila, ya no había tantas misiones que atender y podía dedicarle tiempo al clan y a Hinata, mi futura esposa, además de mis amigos que después de enterarse del compromiso no paraban de ir de visita o de insistir en que saliéramos todos, era algo molesto para mi, aunque Hinata parecía muy feliz. Naruto no se había aparecido afortunadamente, temía la reacción de Hinata al verlo, él estaba ocupado con algunos viajes a otras naciones ninja que tenía que hacer.

La boda quedó de celebrarse en abril y estábamos en febrero, no faltaba mucho, en un abrir y cerrar de ojos ya estaríamos a punto de casarnos y eso algunas veces me ponía nervioso. ¿Cómo era la vida de un matrimonio? ¿De verdad podría hacer feliz a Hinata? ¿De verdad podríamos dirigir al clan? ¿Eso era lo que ella de verdad quería?

A veces pensaba que era demasiado exagerado, por lo general las mujeres eran las que tenían tantas dudas antes de casarse, pero yo tenia mis motivos y estos a veces me ganaban.

No sabía como se estaba sintiendo Hinata realmente, pensaba que bien debido a su actitud animada, a veces llegaba con muestras de bordados para su uchikake o me preguntaba como me gustaría que estuviera peinada el día de la boda... para mi con cualquier cosa se vería bien, pero ella no entendía eso.

¿Cómo debía de ser exactamente una pareja? ¿Estaba bien de la manera en la que éramos ella y yo en esos momentos? Casi no estaba cerca de ella por temor a incomodarla y cuando estábamos solos no hablábamos mucho ya sobre cosas románticas o nada por el estilo... era quizá que la situación no era común para nosotros, hacia unos meses nos veíamos solo como hermanos y ahora estábamos a punto de contraer matrimonio... tal vez tenía que ser más afectuoso con ella, tal vez debía de olvidar el problema de incomodarla y simplemente hacerlo, ella me indicaría si no se sentía bien. Hinata era mi prometida y yo tenía todo el derecho de besarla, abrazarla, tocarla y estar con ella cuando quisiera si ella me lo permitía... así que definitivamente lo haría, había sufrido tanto por tener ese privilegio y no podía desperdiciarlo.

La noche antes de que empezara el mes de marzo me planté frente a la habitación de Hinata, llamé y ella me indicó que entrara, así lo hice con decisión y me acerqué a ella. La heredera acababa de salir de la ducha, se había cepillado el cabello y puesto una pijama, prenda que la gente del clan no solía usar pero con la que ella se sentía más cómoda.

Hinata no me preguntó porque estaba ahí o si necesitaba algo, no era extraño que entrara a su habitación, tenía permitido hacerlo, además de que todas las noches iba a darle una vuelta antes de irme a dormir.

La heredera se tiene que casar (NejiHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora