Capítulo I: El chico de la primera fila

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PARTE I: Narrador omnisciente 

Enero, 2014

Ara está profundamente dormida.

Quiero decir, tan profundamente dormida que está desparramada por toda su cama, mientras uno de sus calcetines con motivos infantiles está perdido entre el mar de su edredón color verde limón. Su favorito.

Su madre toca insistentemente la puerta, pero Ara no se mueve.

Finalmente, Christianne entra furiosa a la habitación con su llave de repuesto y le llama.

—Ara —gruñe. No hay respuesta—. ¡Araulee!

Ésta vez la chica se despierta y se sienta de golpe en la cama. Mientras trata de calmar el mareo que le produjo tal acción repentina, lamenta que el sueño que estaba teniendo con su crush se haya evaporado, casi deseó volver a cerrar los ojos y recrear la escena, pero la mirada furiosa de su madre le dio todo indicativo de que esa seria una muy, repito, muy mala idea.

—¿Qué haces aquí, mamá? —protesta de mala gana mientras patea lejos la cobertura.

—Eso lo que yo te pregunto, ¿sabes qué hora es? —inquirió colocando una mano sobre su cintura. Las uñas fluorescentes hicieron fruncir el ceño a Ara.

—¿8:30? —tanteó estrujándose los ojos.

—9:15 —Le corrige, recogiendo los cojines sobre el suelo y apagando el aire acondicionado de la habitación. De nuevo, Ara se traga una queja.

—Entonces ya prácticamente puedo faltar, ¿verdad? —preguntó con esperanza mientras se ponía de pie sobre la cama, detrás de ellas los montones de portaretratos se movieron al tropezarlos-. De todas maneras es el primer día, nadie va a extrañarme.

—Te quiero en la puerta principal en 15 minutos.

Christianne azota la puerta tan fuerte al salir que los portaretratos se mueven nuevamente de manera peligrosa, pero se mantienen en su sitio.

Sep, su madre no era la más simpática en la mañanas.

Rendida, Ara se impulsa para finalmente salir de la cama y empezar con su rutina lo más pronto posible antes de que a su madre le comience a salir espuma por la boca. El solo pensamiento la hace sonreír frente al espejo.

Araulee Jones tiene toda la apariencia de chica popular y, de hecho, sería la más popular de su instituto si fuese estado lo suficientemente interesada en serlo. Ya sabes, en las escuelas secundarias existen este tipo de jerarquía en donde cada quien ocupa un puesto: los populares -sociales a morir-, los ni tan-tan y los marginados. Bueno, pues a Ara todo eso le parecía un gran cliché. No era una inadaptada, sin embargo. Se trataba con la mayoría de sus compañeros y tenia un flechazo con uno de sus compañeros de Español, pero estaba bastante segura de lo hipócrita que podía llegar a ser las personas (además de interesadas) así que no había cosechado ninguna amistad significativa.

Además era casi su último año, no valía mucho la pena establecer lazos que de todas formas se romperían al finalizar el año y todos se movilizaran a diferentes universidades del país.

Entre tanto divagues, consigue estar en la puerta justo cuando su madre le indicó, así que emprenden viaje hacia su instituto entre la vieja (pero siempre buena) música de The Beatles y suspiros ansiosos propios de un primer día.

(...)

Ara llegó tarde para su primera clase y muy temprano para la segunda.

El lado bueno de llegar temprano a alguna clase es, sin duda, el no ser el blanco de todas las miradas al atravesar la puerta del aula. Ya sabes, llegas temprano, coges el asiento que quieras (preferiblemente en la ventana, para distraerte viendo las plantas cuando no entiendas sobre conjunciones y montones de verbos) y solo esperar al instructor. Justo como estaba haciendo Ara ahora. Está sola en el salón salvo por un chico ubicado en la primera fila, pero no es Myles.

Myles es el chico más lindo de la clase. Bueno, quizá no el más lindo, pero definitivamente tenía lo suyo con tan solo 16 años: lindos ojos ámbar y tiernos rulos castaños. Ara estaba muy, muy flechada por él. Y quizás por eso Español era su clase favorita, a pesar de no entender ni papa sobre el idioma.

El timbre repiquetea sonoramente y Ara abre su cuaderno, preparándose para hacer garabatos durante los 80 minutos siguientes, pero un susurro atrae su atención. Procede del chico de la primera fila.

Ara con curiosidad afina su oído y parece identificar una melodía de... ¿Coldplay? ¿Maroon 5? Tal vez Ed Sheeran. Síp, es definitivamente Ed.

Ara debía admitir que estaba bastante impresionada de que un simple tarareo sonara tan bien, es decir, ¿quién rayos era ese chico? Y lo más importante, ¿cómo hacía para tararear una canción de esa forma? Sin embargo, todo el mundo se apresura a entrar al aula y cortan al chico, quien parece hundirse un poco más en su asiento, a lo que Ara frunce el ceño.

Buenos días, estimados estudiantes —El instructor deja su maletín sobre el escritorio y Ara con solo escuchar su acento, aprieta los labios juntos, dejando que el resto de sus compañeros devuelvan el saludo de manera torpe. Para su alivio, el profesor continúa hablando en inglés—: Sean bienvenidos a su penúltimo año. Probablemente éste sea el año en donde más experimentarán cosas, aprovéchenlas.

Ara sinceramente dudaba eso.

Un movimiento en la puerta distrae a todos y se trata de nada más y nada menos que de Myles Mascheronni. Éste sonríe disculpándose con el instructor Gómez y Ara no es la única chica que ahoga un suspiro.

—Bueno, qué bien que llegó, señor Mascheronni porque estaba a punto de indicarles las instrucciones para el trabajo práctico que deben realizar usted y sus compañeros. —dice demasiado rápido para el gusto de Ara y todos se remueven en sus asientos incómodos con tantas palabras desconocidas.

—El trabajo se realizará en parejas y consiste básicamente en realizar un guion teatral en español, para presentarlo en el Festival Primaveral de Teatro.

Bueno, esto de verdad acababa de convertirse en la peor pesadilla de Ara. ¿Español y trabajos en parejas? Al demonio con eso, ya estaba intuyendo que tendría la nota más baja posible.

Los siguientes minutos fueron de pequeño caos dentro del aula. Algunos se quejaban, otros saltaban de un extremo al otro para hablar con su potencial compañero y Araulee miraba todo desde afuera. Casi todos con los que Ara hablaba, incluido Myles, estaban ya preparados con su respectiva pareja. Todos excepto el chico de la primera fila. Él sólo estaba ahí, quieto como estatua. Ara supuso que estaba haciendo lo mismo que ella: esperando que todo el mundo se calmara para saber a quién le faltaba un compañero. Tenía más que asumido que nadie le pediría trabajar con ella, dado su historial (pésimo historial) en esa asignatura. No obstante, el asiento de al lado del chico estaba vacío, así que Ara decidió atacar primero.

—Hey —saludó colocando su mochila limón en el suelo y su teléfono sobre la mesa—. Mi nombre es Ara, ¿te parecería bien si trabajamos juntos?

Se giró completamente hacia el chico y quedó un poco cortada al principio. Él era... normal. Sí, ya sabes, el tipo de chico que ves en un restaurante o en el parque. Sólo eso: normal. Cabello oscuro y ojos marrones. Lo común. Lo extraño era su piel morena. Estaban en California, la mayoría del tiempo soleada, pero definitivamente este chico tenía rasgos latinos. ¡Latinos! Era perfecto para el trabajo. Si el chico aceptaba, Ara se daría unas cuantas palmaditas en la espalda por su elección.

—Eh... —tartamudeó él fijando la mirada en el aparato entre ellos—. Estaba pensando hacerlo solo.

Ara quedó en blanco. ¿Qué había dicho?

—¿Por qué lo harías solo si tienes una compañera justo aquí? —Se señaló a sí misma y sonrió, siendo consciente de que al hacerlo se le formaban unos atractivos hoyuelos en las mejillas—. Prometo hacerlo bien, de verdad.

Guiñó el ojo adicionalmente, pero el chico de la primera fila siguió sin reaccionar. ¿Qué demonios le pasaba a ese chico? ¡Estaba coqueteando con él y él parecía no darse cuenta de ello!

Si Ara no fuera lo suficientemente segura de sí misma, en serio le hubiera bajado la autoestima en ese momento.

Hasta decir adiós [Joel Pimentel] #HDA1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora