Capítulo III: Hermanos necios y stalkeos fallidos

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—Así que, ¿hay chicas lindas en tu escuela? —preguntó Emanuel, una juguetona sonrisa bailando en la comisura de su boca. El sándwich sobre su plato fue olvidado por un momento—. Espero que alguna te haya dejado su Whatsapp.

Joel miró de reojo a sus padres, quienes fingían no escuchar a Emanuel. Sus otros dos hermanos menores —Israel y Gabriel— los miraban también, pero el primero de ellos se mantenía un poco más indiferente hacia la conversación. 

—De todas maneras, no podrías coquetear con ellas —intervino Gabriel—. Tienes 17 años.

—De todas maneras, no pedí que me lo recordaras —replicó el mayor de los hermanos y Joel solo sonrió—. Entonces, ¿hay o no hay chicas lindas?

—Supongo que sí, no me fijé en eso —respondió Joel.

—Oh, vamos —presionó Em arqueando las cejas—. Alguna debió llamar tu atención. O tú la de ella.

De ser Joel el tipo de chico que maldice, probablemente se hubiese insultado así mismo por pensar en una chica en ese momento. Su hermano mayor era bastante perspicaz, así que su expresión podría haberlo traicionado.

—En serio, no lo sé —indicó Joel, mientras se encogía de hombros—: estuve todo el día concentrado en los deberes que me enviaban, así que no me fijé en nadie.

—¿Lo ves, Emanuel? Deberías seguir el ejemplo de tu hermano —habló por primera vez la madre de los chicos: Patricia—. A la escuela solo se va a estudiar, no a ver si hay chicas lindas.

—Oh, mamá —protestó Emanuel—. Las chicas son un plus para asistir a la escuela y Joel en serio debería de dejar de publicar estos Vines vergonzosos y encontrar una novia.

Joel lo miró con indignación.

—No son vergonzosos: son de humor —corrigió un tanto molesto. Emanuel lo miró con burla—. Y la razón principal por la que los publico es porque... hay personas que tienen días horribles, y es genial que con un vídeo seas capaz de mejorarlo un poco haciéndolas reír.

A continuación, en el comedor se instaló un denso silencio. De esos que dicen se pueden cortar con un cuchillo.

Joel respiraba con dificultad después de esa retahíla, Gabriel miraba entre Emanuel y Joel como si estuviera viendo un partido de tenis, mientras Israel observaba todo con neutralidad. Por su parte, tanto Emanuel como sus padres miraban Joel con un vislumbro de admiración en sus ojos. El hecho de que él pensara de esa manera dejaba mucho qué decir. Patricia se sentía orgullosa de tener un hijo que se preocupara por los demás, eso lo hacía noble.

—Todo a su tiempo —dijo el padre de los chicos haciendo contacto visual con todos en el comedor—, ahorita estamos cenando, así que dejemos la charla de colegialas para después. Emanuel, Joel: dense las manos.

Ellos obedecieron por la paz, pero el brillo en los ojos de su hermano mayor le indicaba a Joel que la conversación no estaba terminada. Tarde o temprano, Emanuel le sonsacaría más información de la que pensaba.

(...)

Ara se recostó en su cama con el cabello aún húmedo después de la ducha y completamente agotada. Estuvo el resto de la tarde jugando al voleibol con Emma en su equipo y, aunque le costaba admitirlo, ella debía estar en el equipo cuando fueran a competir con otra escuela. Dariana también estuvo y dio la talla, así que era más que posible que obtuvieran victorias en los juegos inter-escolares.

Observó hacia su escritorio donde la pila de cuadernos con tareas la esperaban, pero su teléfono era mucho más seductor, así que lo tomó decidiendo a qué red social conectarse. Pensó por un momento mientras veía su wallpaper y sonrió.

Buscador. Joel Pimentel. Clic.

Su buscador en Facebook no obtuvo resultado, tampoco en Twitter. Mucho menos en Instagram. ¿Qué rayos? ¿El chico de la primera fila en Español no tenía redes sociales o qué? Tal vez utilizaba un apodo como user. Pensó y pensó en posibles user, pero apenas lo conocía hace unas horas, era prácticamente imposible encontrarlo.

Rendida, dejó el teléfono a un lado y tomó su cuaderno de español. Solo ver esas frases ahí escritas le provocaban dolor de cabeza, ¿cómo iba a hacer para poder escribir un guion completo? Iba a morir en el intento.

—Hola, Ara —La cabeza de su madre se asomaba a través de la puerta semi-abierta de su habitación—. Acabo de llegar a casa y vi qué no comiste tu cena, ¿te sientes mal?

—Estoy un poco cansada —admitió sentándose con las piernas cruzadas sobre la cama—. Estoy preocupada por Español otra vez, mamá. ¡Tengo que escribir un guion teatral! ¿Te lo puedes creer? Es mi fin.

—No seas tan melodramática —Christianne entró completamente en el cuarto. Por supuesto, llevaba su ropa de trabajar y el plato con la cena de su única hija—. Sabes que puedo ayudarte con eso, a menos en la parte de escribir.

—El problema es que no tengo idea sobre lo que quiero escribir, pero no quiero nada del cliché Romeo y Julieta —Ara tomó el plato en sus manos y rasguñó el pan integral—, encima tengo que escribirlo en conjunto con un compañero. La buena noticia es que tiene conocimiento del idioma, parte de su familia es latina.

Christianne sonrió sentándose al lado de su hija.

—Eso es de gran ayuda —dijo—. Tal vez podrían escribir algo que lleve un buen mensaje, eso está muy in, como dicen los jóvenes de ahora.

—Una moraleja... —meditó Ara mirando su cena. Luego giró la cabeza para mirar a su madre como si le hubiese dicho la mejor cosa que pudo haber escuchado en mucho tiempo. Y seguramente lo era—. ¡Ahí está! Eso sería perfecto. ¡Muchas gracias, mamá!

Ambas sonrieron y conversaron un poco más sobre el tema. Ya Ara tenía una muy buena idea para hacer el trabajo, solo esperaba que Joel estuviese de acuerdo con ella. Y dado lo difícil que fue convencerlo para que aceptara trabajar con ella, Araulee debía buscar la forma de adaptarse a él. 

Hasta decir adiós [Joel Pimentel] #HDA1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora