Noviembre, 2014
Araulee
Los gritos de euforia me estaban dando dolor de cabeza. Los vendedores ambulantes de palomitas de maíz y refrescos pululaban de un lado al otro, disculpándose para pasar de una silla y la otra. No pensé que ser espectadora de un juego de básquetbol fuera tan incómodo.
—¡Oh, Dios! ¡Ya va a comenzar! —exclamó Dariana a mi lado, dando saltitos. Se veía lo suficientemente emocionada por las dos.
El torneo básquetbol del mes de Noviembre daba inicio el día de hoy, sábado en la tarde. Myles me había pedido, de repente, el jueves pasado que lo acompañara en este partido y el único problema (aparte de la bulla, claro está) es el tipo de deporte. No sabía nada acerca de este juego. Era experta en voleibol, sabía algo de fútbol y me gustaba el béisbol como a cualquier americana, pero ¿básquet? Suerte con ello.
—Me alegro de haberte traído conmigo —dije en voz alta. Las hurras subían de intensidad por momento—. Creo que así podré soportar esto sin irme.
Ella rió con ganas.
—Eres una mala novia —bromeó.
Rodé los ojos con fastidio. ¿Era en serio?
—Bueno, en realidad creo que el mal novio es Myles por no invitarme a suficientes juegos como para entenderlos —rezongué mirando la cancha. Las animadoras sacudían sus pompones dorados y blancos—. De hecho, ésta es la primera vez que lo veré jugar de verdad.
Dariana lo pensó por un momento.
—Sí, tienes toda la razón —puntualizó entre risas.
De pronto todas las personas se levantaron de sus asientos y gritaron aún más fuerte, si era eso posible. Miré nuevamente a la cancha y enseguida ubiqué a Myles, pero él estaba concentrado en algo sobre las primeras hileras de asientos. Segundos después pareció sentir mi mirada, así que nos sonreímos cuando nuestros ojos se encontraron.
Durante los próximos cuatro cuartos de diez minutos pude entender por qué Myles tiene un cupo asegurado en la universidad debido al deporte. Era un crack. Resaltaba entre los compañeros de equipo y entre el rival. Sentía orgullo y felicidad por él, pero el enamoramiento no era ni la mitad del que sentía a principio de año. Trataba, en verdad lo hacía, de buscar de nuevo que me gustara como antes, pero no obtenía ningún resultado. No sabía cómo no habíamos terminado. Cómo él no se había aburrido de mí.
El marcador final dio a nuestra escuela la victoria por una diferencia de tres puntos, así que entre abucheos y gritos de victoria, poco a poco fuimos bajando las gradas.
—Estuvo de infarto el juego; hace mucho que no veía uno igual —comentó Dariana extasiada mientras terminaba de comer su cono de palomitas de maíz con caramelo—. ¿Te reunirás con él?
Señaló detrás de mí a Myles, quien me hacía señas desde la cancha. Lo pensé unos minutos hasta decidir que sí iría, pero le pedí a Dariana que me esperara. Sin decirme nada, me arrastró hasta el vestuario vacío.
—Felicidades por la vic... —Me vi interrumpida cuando Myles me empujó hacia las taquillas y me besó. Los candaditos presionando en mi espalda de manera desagradable.
—Gracias —respondió al alejarse un poco de mis labios—. Varios de los puntos que anoté eran dedicados a ti.
—Oh —Sus labios trazaron un camino desde mi mandíbula hasta el cuello. Yo tomé sus hombros, de pronto sentía que quería apartarlo—. Gra-gracias.
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Hasta decir adiós [Joel Pimentel] #HDA1
Fanfiction[SIN EDITAR] Un día piensas que tu corazón está salvo y al siguiente conoces a la persona que hace que te replantees todo. Ya nada está claro, pero sólo hay algo seguro: nadie está listo para decir adiós.