Joel
Entré a casa y cerré la puerta de un tirón, cosa que es muy mala idea considerando que parte de ella está hecha de vidrio. Pero me vale, estoy enojado. Lanzo la mochila a los pies de Emanuel, quien está acostado en el mueble principal y me siento en el suelo apoyando la espalda sobre el mueble. En la tv, los comentaristas de fútbol hablando acerca del próximo mundial en Brasil me hacen doler la cabeza.
—¿Todo bien, bro?
—Sí —gruño—. ¿Por qué no debería estar bien? Todo está bien, genial. Todo muy correcto.
Emanuel bufa.
—Oh claro, se nota.
—No estoy de humor, Emanuel.
—Si no lo dices no me doy cuenta.
Lo fulmino con la mirada. Él se sienta y me mira desde arriba seriamente.
—¿Me vas a decir lo qué te pasa o te seguirás comportando como cuando tenías 10 años?
Pienso, pienso y pienso. No quiero hablar acerca de lo que me pasa con mi hermano mayor, no creo que sea el más indicado. Sin embargo, tampoco sé quién es exactamente la persona indicada para hablar sobre lo que siento, porque no tengo ni idea de qué es. Cuando Ara me dijo en el comedor que le gustaba alguien tuve el estúpido pensamiento de que sería yo, ¿iluso, no? Me quedó bastante claro cuando el tipo ese le metió la lengua hasta la garganta.
—Las chicas son estúpidas. —digo en voz alta.
—Wow, wow, wow hermano, así que se trata de un lio de faldas —dice él expectante—. No creí que este día llegaría.
Pongo los ojos en blanco.
—¿Recuerdas ese día que me preguntaste sobre chicas en el primer día? Bueno, había una. Está en mi clase de Español y trabajamos juntos en un proyecto teatral, pero ¿adivina qué? Se fijó justo en el chico más desagradable de la escuela. Y estoy enojado por eso.
Miro fijamente el televisor, pero siento la mirada de mi hermano en la nuca. Finalmente, él suspira antes de hablar.
—Así que, ¿te gusta ésta chica?
—Puede.
—Entonces quítasela, bro. No debes de enojarte —dijo sentándose a mi lado—. Debes de luchar por ella si realmente te gusta.
—No es tan sencillo, no soy un experto en esto y lo sabes.
—No, no lo eres. Pero eres un chico listo, gracioso y amable; ese tipo de cosas les gustan a las nenas —comentó con una media sonrisa.
—Pero no soy deportista "profesional" y ese es su tipo.
—Invítala a uno de nuestros partidos —dijo y yo lo miré de frente—. Seguro se derrite mirándote jugar, o capaz termina enamorada de mí, en todo caso.
—Oh, Dios, ni siquiera sé qué hago hablando de esto contigo.
Nos reímos juntos y no puedo negar que me relajé lo suficiente.
—Soy lo mejor que tienes en este momento, pero si quieres un consejo femenino, vas a tener que contarle sobre tu flechazo a mamá —dijo encogiéndose de hombros y voltee repentinamente hacia él.
—¡No! —exclamé—. Esto debe quedarse entre nosotros, ¿bien? Ya veré si después se lo cuento.
Me levante del suelo, recogí mi mochila y fui directo a mi habitación. Tenía tareas pendientes que hacer y no iba a permitir que todo este enredo me distrajera de las cosas que eran una prioridad en mi vida desde siempre.
Pero seguía pensado en ella, aunque no quisiera...
(...)
Araulee
Apreté la liga sobre el final de mi trenza de medio lado y me miré en el espejo. Había maquillado un poco mis ojos con rímel y lápiz de ojos negro, así que mis ojos se veían un poco más claro y más profundo, o esa era mi percepción. Eran las seis de la tarde, así que busqué mi laptop para ingresar a Facebook y chequear los chats, ahí estaría la dirección de Myles. No obstante, el primer post que apareció al entrar era uno de Joel. Al final sí tenía cuenta en esa red social, pero su nick era tan... peculiar, que era imposible que yo alguna vez lo hubiese adivinado.
"Todo el tesoro en el mundo no vale nada, a menos que tengas a alguien con quien compartirlo ❤"
Murmuré esa frase una y otra vez y vacilé a la hora de pulsar me gusta. Al final, no lo hice. Salté las demás publicaciones y abrí el mensaje que había estado esperando. Anoté en una hoja de mi diario la dirección y cerré la sesión.
De acuerdo, mi juicio estaba más nublado ese día que ningún otro. Estaba viviendo un sueño al asistir a una reunión en casa del chico que me había robado suspiros durante un par de cursos, pero no dejaba de pensar en el chico de la primera fila de Español; con quien había establecido una sólida amistad en poco tiempo, con quien había trabajado duro en un guión que sería presentado en tres semanas a toda la escuela. Miré el trozo de papel fucsia pegado en mi escritorio: 21 de Junio. Ese sábado culminaba la primavera, así que se llevaría a cabo el Festival y Joel estaría interpretando la obra que habíamos escrito durante esos meses.
Tomé las fotos puestas al lado de ese papel y las miré con nostalgia. En una salíamos ambos sonriéndole a la cámara, él con el vestuario de la obra y yo con las hojas del guión en las manos, en la otra nos mirábamos mientras me partía de la risa por algo que él me había dicho. Ni siquiera recordaba de qué trataba, pero tampoco importaba mucho. Sonreír con él era fácil, era familiar, nunca pensé que ese chico tímido escondía a alguien con una exquisita personalidad.
En cambio con Myles, ¿qué sabía de él? Tal vez que era excelente deportista, que había ganado una beca y era buen besador. Pero sobre su personalidad, ¿qué sabía? Me avergoncé al responderme a mí misma "nada".
Me levanté del tocador y coloqué las fotos en su sitio. Mientras me ponía mis zapatos decidí no darme tantos quebraderos de cabeza, quizá los sentimientos extraños con Joel se me pasarían y seguiríamos siendo buenos amigos, mientras salía con Myles.
Esperaba eso.
ESTÁS LEYENDO
Hasta decir adiós [Joel Pimentel] #HDA1
Fanfiction[SIN EDITAR] Un día piensas que tu corazón está salvo y al siguiente conoces a la persona que hace que te replantees todo. Ya nada está claro, pero sólo hay algo seguro: nadie está listo para decir adiós.