Capítulo V: Pensamientos que pesan y decisiones por tomar

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—Hey. No sé qué bebida te gusta, así que terminé comprándote una botella de agua —Joel levanta la mirada hasta la botella en cuestión, después a la mano que la sostiene, hasta llegar al rostro sonriente y agradable de Ara.

Aparta la mirada sin tomarla.

Ara frunce el ceño.

—¿No te gusta el agua? ¿Tal vez con sabor? Tengo una de limón, pero...

—No quiero agua —Le interrumpe—. Gracias de todos modos.

Ara suelta la botella sobre su asiento y deja el bolso en el suelo. Joel sigue cabizbajo y por tanto no puede ver la frustración instalada en sus facciones. Joel Pimentel la frustraba tanto.

—Oye —empezó tomando asiento, tratando de no explotar—. Estoy intentando ser amable contigo, pero me la pones súper difícil. Tenemos que hacer este trabajo juntos y...

—Ya no lo haremos juntos. —Le corta por segunda vez en menos de 5 minutos.

—Que qué —balbucea impactada—. ¡¿Cómo que no lo haremos juntos?! Traje mi propuesta de guion, no puedes echarte para atrás así como así.

—Estoy seguro de que el «brillante Myles» puede ayudarte.

Araulee se calló. Literalmente se calló. Lo cual es bastante extraño porque Ara habla y habla sin parar, pero Joel fue capaz de callarla con esas palabras. Al menos por un momento.

—Myles ya tiene compañero de trabajo y quedamos en que tú serías el mío, ¿qué pasó, por qué cambiaste de opinión?

Ahora fue el turno de Joel de callar.

En serio debía callarse porque no tenía una respuesta para esa pregunta. No había pasado nada en realidad.

O tal vez sí.

El verla conversar tan amenamente con ese chico había tocado algo en Joel. Ese chico era uno del más desagradable que él conocía: se burlaba de aquellos que no eran tan bueno como en él en los deportes y tenía esta fama de playboy que rondaba por cada casillero. ¿Por qué una chica como Ara caería en esa red? Oh sí, porque los ojos claros y sonrisas de ortodoncia pueden muchísimo a la mayoría de las chicas.

—Eres amiga de ese chico —dijo de nuevo—. Él solo busca personas que puedan ayudarlo a cumplir sus objetivos, ¿cómo sé yo que no me utilizarás para ayudarlo a él y a su amigo?

—Eso es ridículo —Ara resopló—. Estoy más que segura de que Myles y su compañero son capaces de sacar mejor nota que nosotros dos juntos. No necesitan la ayuda de nadie.

—¿Entonces por qué no estás con alguno de ellos? —replicó Joel un tanto molesto.

Araulee parpadeó sorprendida. Joel la miraba muy serio y tuvo que admitir que el flechazo que tenía por Myles la estaba poniendo más tonta de lo normal. Joel solo tenía la absoluta verdad.

—Mantengamos la calma —dijo Ara saliendo de su estupefacción momentánea—. Es más que evidente que prácticamente estoy obligándote a trabajar conmigo. Soy horrible, lo sé, pero también tengo una idea extraordinaria que podemos escribir juntos. Podría convertirse hasta en la propuesta de nuestro proyecto final, solo quiero que me ayudes con el tema de la traducción. Después de eso, no me verás nunca más.

Era una oferta tentadora. Joel en definitivo quería que esa chica rara se alejara todo lo posible de él. Lo hacia ponerse nervioso y pensar en ella —y lo fastidiosa que era— aún cuando no estaban juntos. Eso no le gustaba para nada.

Él suspiró.

—De acuerdo —expresó. Ara comenzó a sonreír—. Hagamos esto.

En el instante en el que él dijo esas palabras, los ojos de la chica brillaron por un segundo y Joel la observó mientras ella abría su libreta y empezaba a hablar y explicar su idea para el guion.

Se quedó absorto durante un rato, fingiendo escuchar lo que Ara decía, pero lo cierto era que solo la miraba. Su cabello liso ubicado entre la frontera de castaño y rubio, los ojos ambarinos que seguían las letras escritas en su cuaderno, la casi imperceptible sonrisa en la comisura de su boca. ¿Qué era lo que esa chica tenía que no podía dejar de observarla detalle a detalle? Nunca le había pasado algo así con nadie. Siempre estaba enfocado en otras cosas como, ya sabes, en los estudios, en la música, en el fútbol, pero de ningún modo en chicas. ¿Por qué Ara sí había llamado su atención?

Tampoco quería saber la respuesta, solo quería alejarse de ella antes de que fuera demasiado tarde.

(...)

Ara llegó a casa entusiasmada. Joel le había dicho que estaba bien escribir una obra teatral sobre un ámbito juvenil donde al final tendría una moraleja de la enorme importancia que tiene el respeto en la convivencia entre estudiantes, así que básicamente lo tenían. Ara no tendría tantos problemas en Español durante este periodo.

Cerró la puerta tras de sí y sonrió al ver a su madre, como cada martes, sentada sobre la mesita de la sala frente a la laptop.

—¡Ara! Has llegado en buen momento, la señal es casi perfecta —La joven se acercó con rapidez al aparato y miró la imagen de su padre en la pantalla. Sí, la imagen era muy clara, lo cual era muy extraño debido a la inmensa distancia a la que estaban.

Su padre era un militar activo, por lo que ésta ha sido su casi única manera de comunicarse durante años.

—Oh, papá —susurró con los ojos brillantes. No quería llorar, él estaba bien—. Es bueno verte. Me siento como Carly.

¿Quién es Carly? —preguntó con una sonrisa su padre. Ara se rió.

—Olvídalo, es una serie juvenil. La protagonista también tiene un padre en la milicia, así que lo ve a través de pantallas, como estamos haciendo ahora.

Su papá rió y negó con la cabeza sabiendo la afición que siempre ha tenido Ara con las series.

De acuerdo. ¿Qué tal la escuela? —preguntó y casi anheló tenerlo a su lado, justo como estaba su madre en ese momento abrazándola de costado—. Recuerda que debes sacar notas buenas si quieres venir a la academia. Te lo pondré fácil, pero tampoco tanto.

Uh, ahí estaba de nuevo.

Ara no estaba muy segura de qué quería estudiar, así que la tentaba ir a la universidad a estudiar cualquier cosa e ir a la academia militar a partes iguales.

—Aún no estoy tan convencida —dijo. Miró a su madre—. No quiero dejar a mamá sola, aunque me grite en las mañanas.

Sus padres rieron por lo que había dicho y eso la hizo feliz.

Igualmente aquí tendrás a alguien gritando más fuerte en las madrugadas —añadió su padre en tono jocoso—. Aún tienes tiempo para decidir, pero debes ir encaminándote. Saca buenas notas que me hagan sentir más orgulloso de ti y hazle caso a tu madre.

Ara asintió. No podría llevarle nunca la contraria al dueño de su corazón.

—Te amo, papá. Y te extraño.

Nos veremos en Navidad —Ara gimió. Faltaban muchísimos meses todavía—. Yo también las amo. Mucho.

La chica se levantó para dejarle el resto de los minutos de conversación de sus padres a solas y subió a su habitación. Miró la pared detrás de su cama cubierta de fotografías de su evolución a lo largo de los años, trofeos de primeros lugares en torneos deportivos y algunas medallas.

Era consciente de que tenía talento para el deporte, pero no quería llevarlo a nivel profesional. Le gustaban muchas cosas, pero debía elegir entre todas para dedicarse a una sola durante el resto de su vida.

Y debía decidir muy pronto. 

Hasta decir adiós [Joel Pimentel] #HDA1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora