Capítulo 4: Sorpresa

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El fin de semana pasó rápido, me leí uno de los libros de los guardianes donde explicaban cómo funcionaba el mundo que ellos conocían y que ahora yo también. Kyle me había contado ya varias cosas, pero gracias al libro descubrí muchas más. Como ya sabía, había diferentes guardianes en los universos y ellos conocen y trabajan en todos ellos, sin embrago, el nuestro es su entorno más conocido. Ellos viven con nosotros sin que lo sepamos, entrenan, estudian y luchan cuando es necesario y cuando acaban vuelven a su vida "normal", es decir, quizá tu vecino el de la música alta sea un guardián o incluso tu mejor amigo, pero eso, tú nunca lo sabrás.

Para saber que don me corresponde es necesario que haga un examen tanto físico como teórico, y así entrar a formar parte de la jerarquía de los guardianes. Actualmente todavía soy como un niño de 9 años y mi nivel es bajo, pero según como haga los exámenes es posible que me suban de nivel. El nivel 1 es donde la mayoría de los guardianes de mi edad están y el nivel dos normalmente es para los adultos ya con más experiencia, por último, el nivel 3 es para los que conforman Las Cortes, los más sabios, e incluso a pesar de su edad los más fuertes, pues los guardianes van mejorando con los años, no como los humanos, que cuando son muy mayores ya no pueden luchar.

Lo más seguro es que mi don fuese el de la lucha, ya que yo ya demostraba mis habilidades físicas con anterioridad como me había dicho Kyle, pero nada es seguro. También leí que Las Cortes están situadas entre los universos, pero, sin llegar a pertenecer a ninguno en concreto y que ese es el punto neutral para los encuentros de los guardianes. También su tecnología es algo más avanzada, normalmente, se comunican entre universos a través de unos aparatos llamados callers. Y eso es solo la punta del iceberg, por suerte aún tenía tiempo. 

Llegó el lunes, pasó el martes, miércoles, jueves y viernes y lo único que hacía en relación con este mundo oculto era ir a entrenar con Kyle que cada vez hablaba menos y solo se comunicaba conmigo para decirme si estaba haciendo bien los ejercicios. Mis clases en el instituto iban bien y después de todo empezaba a pensar que quizá esto de ser una guardiana no cambiaría mucho mi vida de humana. Era viernes por la tarde, no tenía deberes y estaba en casa, con mis padres abajo y mi hermano encerrado en su habitación como de costumbre. Hablé con Lea más de una hora de cosas superfluas y cotilleamos sobre absolutamente todo y, aun así, ella no sabía nada sobre lo que yo conocía. Me era difícil mentirle, pero era algo a lo que estaba empezando a acostumbrarme. Mi madre subió a mi habitación para avisarme de que se iba a trabajar y después de medio hora pude quedarme sola, y como si mi amiga lo supiese me mandó un mensaje.

<<¿Te vienes a mi casa? Podemos ver una película de miedo, tu favorita.>> Todo esto acompañado de varios emoticonos, típico de ella.

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Mandé un mensaje a mi madre avisándole de que iba a ir a casa de Lea y que probablemente cenaría allí, ella accedió, de todas formas, ella salía tarde del trabajo por lo que no le causaba ningún inconveniente. Avisé a Lea y me aseguré de hacer llegar el mensaje a mi padre y hermano. Me puse unos pantalones cómodos, acompañé los vaqueros oscuros con una sudadera gris y mis zapatillas que tenían más años que yo, pero que me encantaban igual, y salí de mi casa.

Legué a casa de Lea, saludé a su madre y subí a su habitación. Al entrar ella estaba en su ordenador viendo alguna red social y cuando me vio sonrío de manera extraña. 

-¿Por qué parece que vas a matarme en cualquier momento? -Pregunté dejando mi pequeña mochila en la cama.

-Porque en realidad la que me matará serás tú. -Contestó intentando ocultar aquella sonrisa tan molesta. La miré con perplejidad dándole a entender que no sabía de qué estaba hablando, por lo que siguió hablando.

Los guardianes del infiernoWhere stories live. Discover now