Rápidamente salí donde todo el mundo hablaba o comía junto a sus compañeros. Mi meta era clara, encontrar al estúpido y pedirle una buena explicación. Anduve a lo largo del patio buscando con la mirada esa cabellera castaña o el destello de esos ojos zafiro, pero no había rastro de aquel ser desesperante.
No me iba a rendir tan fácilmente y, aunque, mis amigas insistieron en que fuera sentarme con ellas solo les puse de excusa que buscaba a un profesor y que ya las vería después. Me metí dentro del recinto y seguí con mi búsqueda.
Intenté ir en silencio porque técnicamente no podía estar allí durante el receso, pero me importaba más encontrar a Kyle. Los pasillos estaban sumidos en un silencio aterrador, y el que que perteneciesen a un instituto los hacía parecer todavía más tenebroso. Caminé cerca de los baños sin llegar a entrar intentando percatarme de algún atisbo de vida en ellos, pero mi misión estaba fallando. ¿Dónde podría haberse metido? Quizá se hubiera marchado o a lo mejor solo vino a mostrar su altanería porque se aburría y yo al parecer era su bufón personal.
Me dije que si en unos minutos no lo veía volvería con mis amigas porque no iba a seguir arriesgándome a un castigo y decidí abrir la puerta del salón de informática para mirar. Volví a salir al pasillo al encontrármela vacía y cuando cerré la puerta y me giré me sobresalté por la aparición repentina del chico que andaba buscando, justo en la pared opuesta a la que estaba yo.
Se encontraba apoyado en la pared blanca y mirando a mi dirección con indiferencia. Que sorpresa, nótese el sarcasmo.
Le miré esperando a que dijese algo, pero solo se mantuvo impasible en su lugar.
—¿Vas a hablar o vas a hacer como la primera vez que nos vimos? O, mejor dicho, la vez cuando me cogiste sin dirigirme la palabra como un secuestrador. —escupí con ira e impaciencia.
—¿Quieres que hable? —preguntó dudoso con algo de confusión y se cruzó de brazos.
—Quiero que me expliques que haces aquí— señalé esperando su respuesta.
—Tengo derecho a venir al instituto, ¿no? —contestó con sorna y aguanté la respiración para calmarme.
—Claro, pero ¿por qué al mío? Se supone que ibas a otro, ¿por qué ahora te cambias? —pregunté recordando que él estudiaba en otro lugar que ni siquiera me había dicho.
—Necesitaba un cambio, me estaba agobiando allí. —explicó levantando los hombros en señal de indiferencia. Analicé un segundo la situación antes de seguir.
—Kyle. ¿Por qué estás aquí? —volví a preguntar porque sabía que él sabía a lo yo me refería, vale, eso ha sido confuso.
—Ya te lo he dicho, estoy en mi derecho de ir al instituto al que quiera —afirmó y quise marcharme, pero mi curiosidad me lo impedía.
—Genial. Entonces, ¿por qué has hecho eso en clase? —cuestioné recordando lo que había pasado en clase de historia.
—Te he visto perdida y quería ayudarte. —aseguró y le miré con poca convicción.
—¿Llamas ayudar a hacerme una pregunta aun sabiendo que no tenía ni idea de lo que era? —expresé desesperándome y él se metió las manos en los bolsillos y miró hacia un lado antes de volver a mirarme y hablar
—Pero te he dado la respuesta y ahora la profesora cree que lo tenías todo preparado. Ha quedado creíble. —indicó seguro y me quedé mirándolo.
—¿Qué?, ¿me he vuelto a pasar?, ¿acaso te has enfadado otra vez? —soltó lo último con veneno en su tono, pero no le hice caso.
—No me he enfadado, solo que no entiendo que es todo esto. —expliqué llevándome la mano a al cara y seguí. —Haces cosas extrañas, un día dices una cosa y al siguiente haces una totalmente diferente. No sé cómo tratar contigo Kyle. —manifesté frustrada y le miré directamente a sus ojos para intentar descubrir algo de lo que pasaba en su cabeza. Pero no había nada.
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Los guardianes del infierno
General FictionCantas en la ducha, bailas delante del espejo, sientes miles de emociones mientras lees un libro, haces lo que quieres cuando no hay nadie,¿cierto? Ahora imagínate que sí hay alguien. Alguien que ha estado contigo mucho tiempo y tú no lo sabías, alg...