Capítulo 17: Dones

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Powerless — Linkin Park

—Tenía una hermana. —afirmó seguidamente y parpadeé varias veces confundida. Kyle siguió. —Se llamaba Ubain, era la más pequeña entre nosotros. Nos llevábamos 6 años y la mayoría de la gente decía que no se parecía en nada a Sam y a mí. Yo no era el mejor hermano, pero sé que la quería, lo sé. Me gustaba chincharla, reírme de cuando no le salían los movimientos y no había ningún día en el que no me pegaba. —contó con una pequeña sonrisa mientras seguíamos sentados en la cama y le observé adentrándome en la historia.

>>Tenía el pelo muy negro, como el tuyo. Y sus ojos eran medianamente dorados. Y puede que nos tuviésemos le mejor relación, pero seguía siendo mi hermana y siempre lo será. Ojalá ella lo sepa. —calló bajando la vista y mirándose las manos. Seguíamos bastante cerca, pero todavía había distancia entre ambos.

—¿Qué pasó? —pregunté en voz baja y suspiró sin levantar la cabeza.

—Bueno, el 90% de los guardianes muere en combate o con la edad y es algo que todos hemos aprendido a aceptar. Pero nadie se espera que quien te arrebate a alguien tan importante no sea la lucha, ni la obligación, sino una simple enfermedad. —hizo una pausa y continuó. —Ella era fuerte, mucho más que las otras chicas y chicos de su edad, pero cuando llegó el momento, todo salió mal. Y lo que parecía algo inofensivo, se convirtió en algo mortal. —ahora en mi cabeza todo tenía sentido, la foto en su habitación, como trata a Aitor y como supo lidiar con el problema de mi hermano.

—Lo siento. —dije mirando mis pies también, y oí como reía a mi lado.

—Todo el mundo lo siente, pero nadie realmente siente lo que es. —aseguró le miré perpleja. —Por eso te he dicho que no pierdas la fe, porque si se va, ya no queda nada.

—¿Tú la perdiste? —cuestioné. —La fe, me refiero.

—La perdí cuando la perdí a ella. Y la volví a recuperar. —aclaró y levantó la vista para mirarme. —Yo me merecí todo lo que me pasó y todo lo que me pasará, pero tú no Cira. Tú no, y por eso sé que tu hermano estará bien. —finalizó y no dije nada, porque realmente no sabía qué decir.

—Nunca he perdido a alguien. —confesé y fijé mis ojos en los suyos. —Y me siento tan mal por ello. —me sinceré porque necesitaba decirlo, aunque fuese una vez en mi vida. Kyle achicó los ojos examinándome y seguí hablando. —Hay gente que ha perdido tanto y yo no he perdido nada y aun así me quejo. No debería, hay gente mil veces peor que yo y...

—Cállate. —me mandó y me asombré. —¿Crees que por no haber perdido a nadie no tienes derecho a sentirte mal, que no tienes derecho a pensar que todo es una mierda, que no deberías sentir el dolor? —no dije nada, solo le miré. —Cira, te he visto pasar demasiadas cosas. Y por mucho que creas que estás siendo egoísta, no lo eres. Has sufrido y te has levantado y eso te hace fuerte. Pero aceptar que duele, también te hace fuerte.

—Simplemente, me siento frustrada. No sé qué pensar, como reaccionar, qué hacer. —aseguré y noté como me escrutaba.

—Puedes hacer muchas cosas, reaccionar de muchas maneras diferentes. Puedes hacer lo que quieras, solo recuerda, qué lo que te haga sentirte débil, es lo que más fuerte puede llegar a hacerte. —eso me hizo reflexionar y recordar.

—¿Qué pasó el otro día? —interrogué y antes de que me preguntase se lo aclaré. —Aquel día en el pasillo del instituto.

—Todo, supongo. —afirmó y ladeé la cabeza esperando una explicación. —Mis padres, los guardianes, los recuerdos, la vida en general. —expresó seguro. Quería preguntarle, quería saber más. Pero ninguno de los dos estaba para eso, lo notaba.

Los guardianes del infiernoWhere stories live. Discover now