Cira Woods
Desperté al sentir el lado frío de la almohada, que se pegaba a mi cara como pegamento y al notar que aquel calor que procedía de mi izquierda ya no estaba. Giré la cabeza hacia su dirección y pestañeé varias veces, Kyle no estaba allí y su lado estaba ya bastante frío lo que me dio a entender que se había marchado hace ya rato. Me desperecé y cerré un momento los ojos mientras bostezaba, no oí la puerta, pero en cuanto volví a abrir los ojos allí estaba él, con una sonrisa de boca cerrada, una ceja elevada y con una bandeja en las manos.
-Ya era hora de que te despertaras Caperucita, el lobo se estaba cansando de esperarte. -Dijo con un atisbo de diversión en su voz siguiendo con la misma broma de anoche y se acercó a la cama aún con la bandeja en las manos.
-Buenos días a ti también. -Dije con sarcasmo, la verdad es que era mejor no hablarme por la mañana. -¿Realmente, te has traído el desayuno a la cama? Y pensaba que yo era pariente de los perezosos.
-Es para ti también, tardabas en levantarte y pensé que debías disfrutar de mis increíbles dotes culinarias. -Dijo revelando su característica arrogancia.
-Muy gracioso, pero, ¿seguro que has hecho tú esto?
-Sí, lo he hecho yo. -Me dijo orgulloso de sí mismo.
-Genial, entonces iré a prepararme mi propio desayuno. -Respondí y saqué los pies de la cama dispuesta a levantarme, quién sabe si esa comida pudiese matarme.
-Oh no, tú no vas a ningún lado, vas a probarlo y después me rezarás como dios culinario. -Me echó una mirada llena de confianza y me acercó un plato que contenía un gofre cubierto de chocolate, y que, realmente no tenía mala pinta. Lo cogí y le di un pequeño mordisco intentando no mancharme, pero fallando en el intento.
-Ya puedes alabarme, pero recuerda que debes portarte bien para que puedas volver a disfrutar de mis platos. -Miré a Kyle escéptica y curiosa por su buen ánimo por la mañana. La comida no estaba nada mal, y me sorprendió que Kyle tuviese algún tipo de experiencia en la cocina, pero no le daría la razón ni muerta.
-Bueno, no está mal. Quizá la próxima vez te enseñe a hacerlo mejor. -Dije y reí sobre mi propio comentario y sobre la cara de Kyle al ver que no aceptaría que había hecho un buen trabajo.
-Si tú lo dices. -Dijo mientras dejaba la bandeja y se tumbaba en la otra cama para tomarse su café. Terminé de desayunar y fui a lavarme los dientes y la cara para poder despejarme, y me cambié, no quería seguir con ese pijama veraniego con Kyle dando vueltas por mi habitación. Cuando volví a la habitación hice la cama bajo la atenta mirada de él y recogí lo que quedaba del desayuno.
-Ese tal ángel, ¿por qué te gusta tanto? -Preguntó mientras yo miraba mi móvil y me sorprendí por su repentina pregunta. Al principio me costó entender de que me hablaba, pero finalmente recordé el libro que me había cogido prestado sin mi permiso.
-No lo sé, supongo que porque es el chico ideal. -Dije lo primero que se me ocurrió mientras Kyle me miraba con cara de concentración.
-¿Y, por qué lo es? -Volvió a preguntar y esta vez decidí elaborar más mi respuesta.
-Pues porque la ama a ella, tanto, que daría cualquier cosa por salvarla, porque es valiente, es tierno, comprende cuando ella tiene algún problema la apoya y bueno, porque es perfecto.
-¿Por qué piensas que él daría todo por ella? -Se apoyó contra el cabecero de la cama.
-Porque ya lo hizo, renunció a muchas cosas en su vida por ella y era capaz de morir por ella. -Dije segura de mi respuesta y confusa por su interés por este tema.
YOU ARE READING
Los guardianes del infierno
General FictionCantas en la ducha, bailas delante del espejo, sientes miles de emociones mientras lees un libro, haces lo que quieres cuando no hay nadie,¿cierto? Ahora imagínate que sí hay alguien. Alguien que ha estado contigo mucho tiempo y tú no lo sabías, alg...