Capitulo 4: "Don't go around breaking young girls' heart"

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Helena.

Me estaba lastimando mucho, pero no físico. Me lastimaba de la manera que el quería, emocional. Quería sacármelo de encima, pero quería seguir sintiéndolo cerca. No sé si es masoquismo o es que ya necesito un sicólogo, probablemente ambos. Me mordió tan fuerte que mi labio inferior sangró, lo empujé y lo vi frente a mi. Se lamía su labio inferior y después lo mordió y puso sus dedos en mi labio, al tacto sentí una electricidad que invadía todo mi ser y brinqué hacia atrás.

-No, Michael.- Le dije y ya mis ojos estaban humedecidos.- Esto que me haces no es justo.- Con cada palabra que decía mi pecho se apretaba más y más. Era como si cada letra me quitara la respiración poco a poco, como si cada segundo frente a él me robara la vida y como si cada carícia me robara la felicidad. Era una angústia muy fuerte, no podía batallar yo sola contra ella.

-¿Justo?¿ Qué significado de "Justicia" tienes tu, mi querida Helena?- Decía mientras con una toallita limpiaba la sangre que había en sus labios.

-Tienes que dejarme explicarte, Michael. Ni siquiera sabes que paso, por el amor de Dios.- Empecé a gritarle ya no podía más su cara sínica, burlona y tranquila me sacaba de quício. Estaba logrando realmente que empezara a detestarlo.

-Yo vi todo lo que tenía que saber, Helena. No soy estúpido.  ¿Que tu crees que soy?- También me gritó y creo que no fue buena idea, estábamos en la agencia.

-No sabes nada, eres un estúpido y te vas a arrepentir algún día.- Lo empujé con todas mis fuerzas y él me miró con ojos de fuego.

-Helena, ¿cómo puedes ser tan sínica? ¡Maldición! ¿por qué lo haces?- Tiró unos libros que habían encima de la mesa al suelo y se acercó violentamente a mi.

-¿Qué me vas a hacer, Michael?- También me acerqué a el mirándolo a los ojos.- Vamos, demuéstrame que tan basura puedes llegar a ser.- Creía que me iba a pegar.

-Eres una...- Apretó su mandíbula y tragó silaba. Puso su mano sobre su frente y se viró. Le dió un fuerte puñetazo a la pared, creo que se rompió la mano.

-¿Una que...? ¡Dime, Michael! Dímelo, imbécil.- Lo empujaba sin parar, ya estaba fuera de control.

-Lárgate de aquí, Helena.- Me decía esquivando mis empujones pero yo no paraba. Hasta que alzó su mano, me iba a dar un puñetazo. Paré en seco y me quedé mirándolo a los ojos, ¿cómo podía ser capaz? Él me miró y se dió cuenta de lo que estaba a punto de hacer.

Michael.

No podía creer lo que iba a hacer, pero lo iba a hacer. Sus ojos eran de total terror y sorpresa. No lo iba a hacer. Jamás la lastimaría de esa manera, pero me tenía loco, estaba fuera de mi mismo. Gracias a Chris que entró a la oficina y en el fondo de mi corazón le había dado las gracias, sino hubiera cometido una locura.

-Michael...- Dijo Chris en el preciso momento que entró y me vió con el puño arriba. Lo conocía tan bien y sabía lo sorprendido que estaba, sabía que no podía creer lo que estaba viendo.

-Lárgate de aquí, Helena.- Le dije bajando mi mano y ella corrió fuera de allí. Puse mis manos en mi cara y me recosté de la pared, esto era demasiado.

-Michael, siéntate. Por favor, siéntate. ¿Quieres agua?- Dijo Chris. Estaba muy nervioso lo podía notar.

-No quiero nada, Chris. Déjame solo, por favor.- Chris era de las personas que sabía cuando actuar y cuando dejar ir las cosas.

- Esta bien, Michael. Pero, recuerda lo que haces esta mal, Michael. Deberías escucharla. La tendrás que seguír viendo toda la vida y dentro de unas horas se irán a Alemania.- ¿De que diablos hablaba él? No me dejo preguntar y continuo- Tienen una misión especial. Te dejo solo, Michael pero tus demonios no te dejaran vivir, te lo estoy diciendo. Te estas yendo muy a fondo.

Dicho eso salió y otra ves me quede solo en la oficina. ¿Qué había hecho? Ni yo mismo sabía que hacía. Pero dolía, dolía mucho lo que fuera que estaba sintiendo. ¿Así se siente un enamorado despechado? Si así se siente no quiero sentirlo más. Estaba tan agotado, devastado. Hasta que los recuerdos de aquella noche llegaron. Estaban juntos, burlándose de mi y volví a reponerme y salí de aquella oficina, y no me arrepentía de nada.

POV.

Dicen que los demonios te atormentan a ti y al que te rodea, pero a este chico claramente lo atormentaba solo a él. Él la amaba con toda su vida y así mismo creía que la odiaba. Igual ella. Por eso estaban así, por eso había tanto dolor entre aquellos dos muchachos tercos donde ninguno tenía la razón pero ninguno quería escuchar. Pero esta tarde este chico se había encargado de romper en pedazos en corazón de Helena. De tirar a la basura cada esperanza que ella tenía de poder aclarar algún día. Cada migaja de amor que ella pedía, cada segundos de atención por los cuales se moría. Derrumbo todo, lo rompió todo y era lo que él quería, pero se iban a virar las cartas y el perdedor iba a ser otro. Helena ya no era la misma.

16 horas después los chicos llegaron a Alemania. El típico juego, no habían más habitaciones, los chicos tendrían que compartir la misma habitación.

-Conmigo no hay problema.- Dijo Helena más segura que nunca.  Michael se sorprendió, pensó que la chica iba a molestar. Era lo que debía hacer, pero no fue así.

Llegaron a la habitación y cuando era hora de dormir esto no sería tan fácil como parecía.

-Yo voy a dormir en la cama, Helena.- Dijo Michael que no había dicho palabra desde que hablo con Chris.

-Yo también, Michael.- Dijo ella más seria que nunca y el chico otra ves no lo podía creer. Ambos se metieron a la cama y el odio y rencor yacía firmemente en esa cama. Michael se viró bruscamente y quedó frente a frente a la boca de Helena. Ninguno de los dos chicos que se hacían los valientes estaban preparados para eso y a ambos la respiración se les complicó y se miraron a los ojos. Helena se trepó encima de Michael y en le agarro las caderas, se quedaron mirándose a los ojos. Muchas veces antes habían estado en esa posición, pero no con estos sentimientos. Juego terminado. Habían perdido ambos. Se derrumbo la pared de valentía, dureza y negaciones entre ellos. Los demonios de ambos chicos se iban a mezclar en forma carnal, corporal y sin vuelta atrás.

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