El lunes amanece con un sol gris, el hombre se levanta, se asea, se prepara para salir y pasea por la ciudad camino al trabajo, en su mano lleva un maletín ejecutivo negro, el va vestido con sombrero y traje gris. El trabajo le mantiene ocupado, su mente abotargada, adormilada, sólo piensa en resolver los problemas diarios. Al finalizar la jornada regresa, por el mismo camino de siempre, a su hogar. Se prepara la cena, mira la televisión sin prestar atención. El día transcurrió con normalidad, nada llamativo, nada vivido.
El lunes amanece con un sol amarillo chillón, el niño se despierta, se despereza salta de la cama y corretea por la casa riendo. Desayuna naranja, blanco y marrón. Se viste de arcoíris y sale a su trabajo; comparte, habla, disfruta y trabaja. Al acabar sale a explorar, nuevos caminos, nuevas oportunidades. A la noche al cenar mira, observa y aprende, un libro le acompaña en su camino.
El martes el mismo sol gris despunta al alba, las nubes hacen aparición, más el resto del día es igual. El hombre sigue su vida anodina.
El martes comienza con un sol anaranjado, las nubes blancas, esponjosas como el algodón surcan el cielo azul, un nuevo día comienza con el lema de la ilusión.
El miércoles el sol no sale, el cielo está muy encapotado, pero el día sigue siendo igual de gris, el trabajo discurre con normalidad, ningún problema llamativo, nada despierta en la mente del hombre. Regresa a su hogar, finas gotas de agua iluminan el gris de la acera, los zapatos corren por ella sin demora, con prisa, sin atención.
El miércoles el cielo desprende azules brillantes y blancos radiantes. Rayos y truenos marcan la marcha del día. La lluvia pilla de improviso al niño, que mira arriba sonriendo, relamiendo las gotas de agua que caen en su rostro, se deja mojar, sacudiéndose el pelo avanza por la acera mirando como cada gota crea pequeñas olas en los incipientes charcos.
El jueves nace diluviando, los paraguas impregnan las aceras, las personas corren por las calles para no mojarse, los coches abundan con personas preocupadas por llegar secos a sus destinos. El hombre hace lo mismo, un paraguas gris le acompaña durante el camino, un paraguas le desvía su mirada, solo ve el gris del suelo mojado.
El jueves el niño se pone un chubasquero transparente, sale a la calle ilusionado, nuevos pantanos le esperan. Corre de un lado a otro riendo, disfrutando, el agua es símbolo de vida, de esperanza, hoy es un día de danza bajo la lluvia.
El viernes amanece con sol, nuevas promesas de diversión, nueva esperanza de descanso y tiempo para disfrutar, pero en el transcurso del día los ojos se vuelven grises. Más trabajo acabado, el horario fielmente cumplido. La noche se despierta, el hombre se introduce en ella, quiere dar color a su vida, más no puede evitar beber para buscar su fin. Una copa, dos, tres. El gris se vuelve niebla, penumbra, olvido. Un desmayo y luces giratorias acuden a su llamada. El hombre feliz de ver color, balbucea sin decir nada.
El viernes el sol incandescente, clarea el cielo nocturno despejado. El día comienza y hay que hacer muchas cosas, durante el trabajo no para de hablar con sus compañeros, pero lo mejor para el final. Después de compartir, de hablar, de beber con los amigos. En su hogar, en la cama bajo la luz de la lámpara un nuevo mundo le espera, horas de diversión, de exploración, de vivir nuevas vidas, le reconfortan.
El sábado es de color negro, el carbón asoma por su boca, los ojos lloran, la desintoxicación es dolorosa.
El sábado amanece lleno de energía, un paseo, el olor del pan recién hecho, una gran comida de fin de semana, una tarde de descanso, una noche de relajación.
El domingo, día de descanso, persianas a medio subir, el cuerpo reposa medio dolorido, repone fuerzas para no se sabe que, cierra los ojos en busca de un lunes de color.
El domingo, día de descanso, el niño alimenta sus hobbies, deporte, cultura, amistad, descanso, imaginación y creatividad, todo es igual de importante, no puede dejar escapar el tiempo.
El lunes amanece con un sol gris...
El lunes amanece con un sol amarillo chillón...
- ¿Quién quieres ser; el hombre, o el niño? - Te pregunta tu razón.
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Conmiseración
EspiritualAcompáñame, a través de estos relatos cortos, en la aventura de vivir con sentimientos, de dejar aflorar diferentes emociones, de reflexionar, en definitiva, de sentir. Obra registrada en Safe Creative. Todos los derechos reservados.