A rush

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#QuedateConmigo14

Alfred abrió los ojos, por la luz que entraba por la ventana supuso que era bastante tarde. Amaia estaba a su lado, durmiendo profundamente, con una pierna sobre él. Alfred la movió con cuidado y se levantó. Pero cuando llegó a la puerta de la habitación y giró la cabeza para mirarla, se dio cuenta de que Amaia estaba despierta mirándole. Esta se levantó deprisa, fue a su lado, le cogió la mano y le dio un cariñoso beso en los labios. Ahí él supo que todo iría bien.

- Buenos días guapo.

- Buenos días cuqui.

Juntos fueron a la cocina a preparar el desayuno mientras hablaban un poco de todo. De todo menos de Rubén.

- Deberías llamar a tus amigas y decirles tú misma que estás bien. No es lo mismo que hable yo con ellas que tú.

- Tienes razón, luego llamo a Leire. Me va a matar por haberme ido.

- Bueno, pero te fuiste con una mejor compañía, ¿no? - Alfred se acerco y la abrazó por detrás. A lo que Amaia contestó con una tierna caricia en la mejilla.

Entonces Alfred le contó todo lo de Madrid y el productor. A Amaia le hizo mucha ilusión y le dio la enhorabuena. A ella también le gustaría hacer lo mismo en un tiempo no muy lejano.

- ¿Y si te vienes conmigo a Madrid? El tiempo que sea, una, dos, tres semanas... Los dos juntos.

- Alfred, yo... No sé, ¿qué hago yo allí en Madrid? Tú tendrás cosas que hacer y yo estaré sola. Además, no puedo parar de estudiar. ¿Y qué le diría a mi familia, que me he tomado unas semanas de fiesta?

- ¿Y si tu hermano te busca algo por allí? Amaia, no se pueden perder tu voz, seguro que alguien se interesa en ti y te propone grabar canciones como a mi.

- No es tan fácil. Ya lo hablaremos ¿vale?

Le dio un rápido beso y cogió su móvil para llamar a sus amigas.

- ¡Amaia! Me tenías preocupada... ¿Pero como desapareces así sin decir nada?

- Estoy bien Leire, tengo que contarte muchas cosas.

- Sí, ya veo. Me ha llamado tu Romeo. ¿Qué ha pasado con Rubén?

- Soy una idiota, me lo merecía. Cuando pueda te cuento todo, te lo prometo.

- Está bien. ¿Cuando vendrás?

- Cuanto antes. Te dejo, te quiero.

- Y yo, cariño. Nos vemos.

Amaia colgó y fue al sofá, donde estaba Alfred. Se sentó en sus rodillas y se colgó de su cuello. Y fue ahí cuando se acordó de Rubén, se habían querido tanto... Amaia había estado súper enamorada de él, no quería a nadie más, no pensaba en nadie más, se complementaban y se apoyaban, no habían tenido demasiadas peleas en los seis meses que habían estado juntos pero esas pocas fueron tan fuertes como para que al final, acabaran separados. Y ella sabía que no solo él tenía culpa de eso, ella había metido la pata hasta el fondo, le había engañado y todavía no sabía ni por qué se sentía tan atraída por Alfred.

Estaba demasiado agobiada y sin querer derramó alguna lágrima. Alfred, al verla con la mirada clavada en algún sitio y pensando en que su mente estaría en otro muy lejano, la atrajo contra su pecho y las abrazó, sin decirle nada, sabía lo que le pasaba.

- Tengo que volver a casa.

- Sí. Vamos a cambiarnos y volvemos a Barcelona.

Amaia se metió a la ducha mientras Alfred avisaba a sus padres de que se verían otro día porque tenía que volver a la ciudad.

Colgó y fue hacia la habitación, vio la puerta del baño un poco abierta y pudo escuchar el agua de la ducha acompañada de una dulce melodía que venía de la voz de Amaia. Entonces, como atrapado por alguna fuerza invisible, se desnudó y entró en el baño. Andaba despacio, silencioso, e iba tan concentrado en seguir la melodía que se le olvidó avisarle de que estaba ahí antes de meterse en la ducha.

- ¡Joder Alfred! Me has asustado. - Amaia estuvo a punto de caerse cuando sintió a alguien más allí dentro.

Los dos comenzaron a reír. Estaban desnudos pero solo se miraban a los ojos. Amaia rodeo su cuello, Alfred su cintura. No había espacio para el aire entre ellos, solo necesitaban sentirse el uno al otro. Ella apoyó la cabeza en su pecho y escuchó como su corazón latía rápido, por ella. Él apartó hacia un lado su pelo para poder admirar cada parte de su cuello y su espalda. Y así, abrazados, con el agua mojándolos cada vez más, se quedaron un par de minutos en silencio.

Amaia fue quien rompió el hielo. Se soltó de su cuello y bajo hasta situar la cabeza a la altura de su cintura. Quería enseñarle lo que sabía hacer.

Metió la maleta en el maletero y cerró. Desde ahí veía a Amaia mirar interesada los cd's de música que él guardaba para sus viajes. Ella había tenido que ponerse una camisa suya, aunque también llevaba la falda con la que había salido de fiesta el día anterior.

- ¿Puedo poner este? - Dijo Amaia enseñándole un disco que le había llamado la atención.

- Claro. ¿Te gustan?

- No sé quienes son, pero me gusta que sea en catalán.

- El grupo se llama Txarango, son la hostia, te va a gustar.

Llevaban la mitad de las canciones escuchadas, Amaia cantaba como podía y Alfred la miraba orgulloso y feliz.

- Ay me está gustando mucho. - Amaia aplaudía con ganas mientras reía y se movía al ritmo de la música.

- Te lo regalo. For you.

- ¿Qué dices? Es tuyo.

- Sí, y yo te lo doy. Ahora es tuyo.

- Jo Alfred, muchas gracias, me encanta. - Amaia se estiró para darle un beso en la mejilla.

El viaje siguió y Amaia cayó rendida en los brazos de Morfeo. Siempre igual. Verla dormir acurrucada en su coche se estaba convirtiendo en su pasatiempos favorito. De vez en cuando parecía que sonreía, quizá estaría soñando con algo bonito.

Pero no todo fue bonito.

Alfred vio como un coche, que adelantaba a otro, se acercaba de frente en su mismo carril. Intentó frenar, pitó, hizo lo posible para que aquel coche se moviera a su carril. Pero eso no sucedió. El coche se acercaba y con un rápido movimiento, giró su coche de forma que quedó de lado. Y llegó el choque. Todo fue rápido, el coche impactó contra el lateral de su coche, justo por el lado izquierdo.

- ¡Amaia! - Gritó asustado. - Te quiero. Estas dos últimas palabras, casi susurradas, fue lo último que pronunció Alfred antes de desmayarse.

Quédate conmigo || Almaia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora