Tu canción

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#QuedateConmigo10

Llevaban poco más de una hora en aquella discoteca y Rubén parecía que se quería beber hasta el agua de los floreros. Amaia intentaba que dejara de beber pero era imposible, era como si no tuviera fondo. Lo peor es que el alcohol le había subido ya y estaba muy pesado, no con ella, sino como los demás. Amaia no creía haber visto nunca antes a Rubén así. Él bebía, obvio, como también lo hacía ella, pero hoy se estaba pasando y Amaia no sabía qué hacer.

El joven se perdía de vez en cuando por aquel sitio, dejando a Amaia sola en una esquina, y cuando volvía traía otra copa nueva. Cuando veía que algún chico miraba a Amaia intentaba enfrentarse a él, pero ella conseguía tranquilizarle. Incluso había querido follar en los baños de aquel sitio, pero a Amaia no le parecía higiénico ni apropiado. Se acordaba de ella hacía unos días cuando acabó durmiendo con Alfred pero no iba ni la mitad de borracha que iba ahora su novio.

Y de repente, pillando desprevenida a Amaia, se abalanzó sobre un joven de unos veinticinco años, más alto y musculoso que él, que miraba a Amaia con una cara que reflejaba pena porque la veía agobiada a la vez que ganas de besarla. Este intentando quitarse a aquel borracho de encima, le propinó un puñetazo en la cara, lo que provocó que su nariz empezara a sangrar descontroladamente.

Amaia corrió hacia su novio llorando y gritándole al otro muchacho, quien le pedía perdón. Cogió el móvil para llamar a la ambulancia pero un camarero se le adelantó así que decidió llamar a Alfred y pedirle ayuda.

En menos de diez minutos Alfred llegó, casi al mismo tiempo que la ambulancia, y corrió a abrazar a Amaia, quien se puso a llorar en su hombro. La ambulancia se llevó a Rubén y a Pol, como se llamaba el chico con el que se había peleado. Alfred y Amaia iban en el coche de él en dirección al hospital. Amaia consiguió relajarse con la música y la compañía de ese viaje. En ese momento no pudo imaginarse ya su vida sin Alfred, fuera de la forma que fuera. Los acordes del piano que sonaba hacían que Amaia se olvidara por unos minutos de lo que acababa de pasar y sonriera de una forma tímida que a Alfred le encantaba. Quería quedarse a vivir en la melodía y tranquilidad de ese momento. Pero sabía que no todo era tan fácil.
["Sé que en ti puedo encontrar esa voz que me abriga si el tiempo va mal"]

Llevaban poco más de una hora en el hospital esperando los resultados de las pruebas que le estaban haciendo a Rubén cuando los padres de este llegaron. Obligaron a Amaia a irse a casa a descansar, no querían que la pobre chica cargase con nada así que ella no tuvo más remedio que irse, además se le notaba muy cansada.

- ¿Quieres venir a mi casa o mejor te llevo a la tuya?

La casa de Alfred estaba más cerca de allí que la suya y como Amaia solo quería dormir no le importó aquella invitación. Los dos se subieron al coche de camino a casa del chico. Fueron unos escasos diez minutos pero a pesar de ello, Amaia se quedó dormida ante la mirada tierna de su acompañante.
["De mi mente viajera que sigue tus pies"]

- Amaia, despierta, ya hemos llegado. - Susurró Alfred para no alarmarla.

Ella abrió los ojos y se encontró al chico a pocos centímetros de su cara, sonriendo. En su rostro también se dibujó una sonrisa y salió deprisa del coche. Entraron en casa y ambos se dezcalzaron.

- Tú dormirás en mi cama y yo en el sofá.

- No, Alfred, de verdad, yo puedo dormir en el sofá.

- Eres mi invitada, no voy a dejar que hagas eso.

Ante la insistencia de Alfred, Amaia perdió aquella singular batalla. Se metió en la habitación, se quitó su ropa y se vistió con un pijama de cuadros que le había prestado. Escuchó como Alfred había apagado la luz y se había acostado y decidió que era buen momento para hacer lo mismo.

Media hora más tarde Amaia seguía dando vueltas en la cama sin conciliar el sueño, no sabía si era por lo que había sucedido esa noche, porque haber dormido en el coche la había despejado o por la persona que tenía durmiendo en la habitación contigua, pero por mucho que cerrara los ojos no se quedaba dormida. Desesperada y aburrida se levantó con la que pensó que era su mejor idea en toda la noche. Abrió sigilosamente la puerta de su habitación y con dificultad a causa de la oscuridad se dirigió hasta el joven que dormía tranquilamente en el sofá. Se arrodilló al lado de su cabeza y le acarició el hombro. Susurró su nombre de la misma forma en que él lo había hecho un rato antes con ella.

Alfred abrió los ojos lentamente y se encontró con una sonrisa que brillaba entre la oscuridad.
["Eres el arte que endulza la piel"]

- ¡Amaia! ¿que pasa?

- Jo, lo siento... No podía dormir y bueno, quizá siga asustada por lo que ha ocurrido. ¿Podrías dormir conmigo?

Alfred abrió los ojos de par en par. ¿Le estaba invitando a dormir con él? ¿Qué debía hacer, aceptar no?

Antes de que él pudiera darle una respuesta, Amaia le tendió la mano y Alfred se la cogió. Juntos fueron a la habitación y se metieron en la cama. Amaia se abrazó al cuerpo de Alfred y él sonrió.

- Gracias por haber venido cuando te he llamado. No sabía qué hacer y pensé en ti. - Que él fuera la primera persona en la que Amaia pensó en ese momento hizo que el corazón de Alfred se acelerara más de la cuenta.

Él le contestó con un beso en la frente. ["Lo pones todo al revés, cuando besas mi frente y descubro por qué"]

Entonces sintió como Amaia empezó a acariciarle la tripa por debajo de la camiseta. Él la abrazó más fuerte y ella giró la cabeza hacia arriba, para quedarse frente a frente. No podían ver nada, pero sentían sus respiraciones, que aumentaban de velocidad con cada movimiento nuevo del otro, podían escuchar levemente sus corazones, la fuerza con la que latían, podían sentirse el uno al otro. Y Amaia, llevada por la emoción del momento acercó sus labios a los de Alfred. Fue un beso dulce, sin juegos de lenguas ni con la pasión de los últimos que se habían dado en casa de ella. No duró mucho, no lo necesitaban, con estar juntos les valía.

Para ella significó una muestra de cariño por lo que había hecho por ella, por lo bueno y cariñoso que era. Y también por lo guapo y bueno que estaba.

El lo sintió casi como ella, como una forma de agradecimiento, pero también para decirle que estaban ahí, juntos, para todo, pasase lo que pasase. Y también, porque le gustaba, y mucho. Alfred cada vez reafirmaba más lo que sentía por aquella chica de la voz dulce y quería más y más.
["Ya no puedo inventarlo, solo quiero tu canción"]

Cuando separaron los labios simplemente sonrieron, se dejaron llevar por la situación. Amaia rodeó completamente su cuerpo con los brazos y él la abrazó como pudo.

Así, juntos y abrazados, se quedaron durmiendo pensando en qué sentían y qué pasaría a partir de ahora.
["Siento que bailo por primera vez, junto a ti"]

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Hola!! ¿Os ha gustado? Espero que sí.

Siento subirlo tan tarde pero he estado bastante liada.

Como podéis ver, he puesto fragmentos de "Tu canción". Ha sido algo que me ha surgido en el último momento, he visto que en varias partes del texto, para mí, coincidían esas palabras y he querido ponerlas.

Amor ×1016 💚

Quédate conmigo || Almaia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora