4 años
Sólo en mitad del pasillo, no tenía ganas de ir a clases. Estar enamorado era absorberte, daba algo de miedo. Sacudí la cabeza, despejándome del pesimismo que siempre me acechaba. No me rendiría, cuando Kacchan saliera de la enfermería intentaría hablar con él, pero desde luego, no dejaría aparte mi meta. Entrenaría cada día para ser el mejor héroe, cumplir mi sueño, y por fin, poder mirarle orgulloso.
Sólo espérame, Kacchan.
...
Entre los infinitos recovecos del departamento en el que trabajaba, pasaba por delante de la aglomeración de gente que se concentraba en los lugares públicos, donde los civiles mandaban sus peticiones. Siempre que pasaba por allí, tenía que sonreír e intentar cruzar rápido, ya que si no, me paraban para charlar, agradecerme por mi servicio y para pedir autógrafos o fotos. Por una parte los entendía, yo era igual que ellos, admiraba con locura a los héroes. Pero ahora al estar desde el otro punto de vista... era extraño, nunca me acababa de acostumbrar.
Habían pasado cuatro años desde que me había graduado, e inmediatamente, el departamento más famoso y popular por tener los mejores héroes me contrató. Mi alegría fue inmediata, además de que varios de mis compañeros me acompañaron en mi inicio, como Todoroki o Uraraka. Kacchan, por motivos que desconozco, se fue a otro sitio, a pesar de que también le ofrecieron unirse a la compañía. Con el tiempo, perdí total contacto con él, y con otros a los que recuerdo con cariño.
Sin duda, mi progreso y mi entrenamiento fueron notorios. Ya hacía un año de la muerte de All Might, y con ello, yo me había convertido en el héroe número uno. Me paré en una fotografía que colgaba en la pared de la sala de descanso en su conmemoración. Aparecía sonriendo, como siempre, y con los brazos muy abiertos, aguantando a dos niños con nada uno. Ojalá fuera la mitad de genial que él.
Suspirando por la melancolía que me había abordado de repente, continué hasta llegar a mi objetivo. Mi despacho. Me senté de un salto en mi mullido sillón de color café oscuro. El día de hoy había sido agotador. Primero habíamos tenido que encargarnos de un robo en la otra punta de la ciudad, y después, como siempre, una horda de entrevistas nos asaltaban con preguntas sobre la misión. Y como no, la mayor parte de las veces intentaban colar alguna cuestión más íntima para saber más de nosotros y nuestra vida personal. La imagen pública era lo que se me daba peor, me ponía demasiado nervioso y tenso.
No era hora de descansar todavía. Me estiré y encendí el portátil, tenía que revisar el correo. Pocas veces había cosas interesantes o útiles, pero el trabajo lo requería.
En mi bandeja había un mensaje, y sorprendentemente no era spam. Ah. No podía ser.
La sonrisa se me escapó sola.
"Hey, Midoriya
Hace mucho tiempo que no nos vemos, y la verdad, echo de menos esos días en la academia por duros que fueran. Supongo que tendrás una vida muy ocupada, ¡el trabajo de ser el mejor héroe de todos te va de fábula! Pero aun así, Ashido y yo hemos pensado en invitarte, porque sin ti no sería igual. Te explico, vamos a organizar una fiesta para todos los alumnos de la clase A. Vernos de nuevo sería fantástico, y nos encantaría que vinieras. Será el domingo de dentro de dos semanas, a las nueve de la noche en la mansión de Yaoyorozu. Al encontrarnos lo pensamos, y al comunicárselo a Yaoyorozu le pareció una idea genial, lujo asegurado. Por eso, ¡te pedimos que vengas a divertirte una vez más con tus amigos!
Te veo pronto, Kirishima"
No podía creérmelo, por fin. Secretamente, había deseado desde el fondo de mi corazón un gran reencuentro como este. Verlos a todos sería un maravilloso recuerdo, uno en el que vería otra vez a Kacchan. Mi corazón se encogió. Había guardado mis sentimientos por mucho, mucho tiempo. Se había alejado y apartado de mí, pero era normal, tarde o temprano la vida de adulto nos iba a separar. Pero ahora, no había escusas.
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Persiguiendo estrellas --KatsuDeku--
FanfictionUn joven destinado a vagar por todo tipo de mundos en solitario. Siempre con la obligación de salvar a los demás, siendo el mayor héroe de todos. Pero todo cambia cuándo se encuentra en sus travesias siempre la misma alma, una y otra vez, obligándol...