d o s

618 67 19
                                    

c u a t r o  y  s e i s  a ñ o s



˚.*ೃ



Las nubes estában de un color gris oscuro al igual que el cielo, el pequeño Alonso se encontraba en cama resfriados gracias a su grandiosa idea de salir a bailar en la lluvia y saltar en los charcos de agua.

Su madre le llevaba a su cuarto un té caliente, mientras que el niño sólo sorbia su nariz.

Envuelto en las cobijas, voltea a ver a la mujer que se encontraba entrando apenas a la habitación.

—Ya vez Alón —regañó—. Yo no quería que te fueras allá a fuera a mojarte, mira nada más como estas, hijo —dijo la señora ayudando a su hijo a pararse.

—P-pero... mhm —reprochó el pequeño pelirrojo sentándose en la cama.

La pelicastaña se sentó en la cama, acaricio la cabellera de su hijo, tomó el vaso para niños en su mano, lo entrego a su pequeño y le sonrió de forma amable.

—Entiendo, pero no te vuelvo a dejar salir cundo esta lloviendo mucho.

—Sipi, mami —sonríe de lado—. Tenemos que ir al paque, poque le prometí a Jos que estaría ahí.

—No te preocupes hijo —sonríe—. La mamá de tu amigo vive de hecho aquí al lado, así que somos vecinos, yo le diré a su madre si deja venir a Jos, ¿bien?

—¡Sí! gacias, mami —estornuda—. No me siento bien.

Le da un pequeño sorbo al té, entre cierra un poco sus ojos cansados, deja en su mecita de noche el vaso, vuelve a recostarse y mira a su madre para después cerrar sus ojos.

—Ay, hijo —acaricia al ojiazul por encima de las cobijas—. ¿Me esperas? Iré con la mamá de Jos para ver si lo deja venir.

—Esta bien, mami.

—Bien, en un momento regreso.

La mujer salió de la habitación dispuesta a ir al destino mencionado antes, mientras tanto el menor solamente se acomodaba en la cama de una forma en que no le molestará, cerró sus ojitos azulados dispuesto a dormir.

Después de tantos minutos de intentar dormir y no poder, escucha como tocan la puerta de su habitación, no voltea y comienza a escuchar pasos acercarse a él.

—Hola, peque —escucho la voz amable de su apenas conocido amigo.

—Jossy —estornuda mientras volteaba a verle—. Estas aquí.

—Claro que vendría a ver a mi mejor amigo —dijo y se sentó en la cama.

Alonso se levanto, se acerco un poco a él y lo abrazó.

—¿Jossy, te quedalas un latote?

—Si tú quieres que me quede, lo haré —sonríen los dos al mismo tiempo—. ¿Quieres que te enseñe a decir la “erre”?

—¡Sí! —exclamó emocionado.

Pasaban, pasaban y pasaban los minutos y el menor aún no podía pronunciar la tan mencionada ya, era común pues usualmente los niños pequeños no es tan fácil que lo sepan pronunciar.

Jos suelta una carcajada y mira divertido a su compañero quien ya se encontraba frustrado al no poder.

—No, Alonso, es “erre” no “ele” —le sonríe de forma amable.

El ojiazul se tiro bocabajo en la cama, habló desesperado y soltó un suspiro pesado.

—No puelo, Jos—su voz se quebraba, pero este se le aventó y lo abrazo, se separa de la almohada y lo mira con dificultad—. A veces me sale... a veces no.

the tree┊  𝓳𝓪𝓵𝓸𝓷𝓼𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora