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13 años 15 años

Omnisciente

Alonso caminaba cerca del parque escuchando música con sus audífonos. Tenía sus manos metidas en su sudadera con el gorro puesto pues estába lloviendo, pero eso no le importaba y siguió caminando tranquilo mientras sus lágrimas se mezclaban con la lluvia que caía del cielo. Cuando sintió una mano en su hombro.

Volteó de golpe exaltado pero cuando vio el rostro de la persona sólo sonrió de lado.

Era el pelinegro. Iba vestido con una chamarra negra un poco grande, un pans del mismo color y llevaba con él una sombrilla color azul Rey.

—Hola bro —dijo el pelirrojo volteando a otro lado mientras se quita los audífonos.

—Hola, ¿qué tienes? ¿por qué lloras? No me gusta verte así. Vente, no quiero que te resfries —el pelinegro lo acerca a él para que se pueda tapar con la sombrilla y lo abrazo así dándole calor.

—¿La vida acaso tiene algún sentido? Siento que no pertenezco a éste lugar —solloza—. No quiero vivir de esta manera, Jossy. Cada día es un sufrimiento más —se esconde en su pecho mientras lloraba.

Suspira haciendo que salga humo de su boca gracias al frío que hace.

—No digas eso, Alón. Yo te quiero con vida —lo acurruca más a él—. No sé que haría si te pasa algo. Eres importante —besa su cabeza.

Susurra—. No, no lo soy —solloza un poco más fuerte.

—Lo eres —lo separa de él—. Vamos por un café y me cuentas lo que pasó, ¿vale?

Asiente con la cabeza, el pelinegro besa la frente del pelirrojo y con una mano seca las lágrimas de este.

Los dos caminaron por las frías calles abrazados. Jos abrazaba a Alonso por la cintura mientras Alonso se recargaba en el hombro de su acompañante y sus manos las tenía en los bolsillos de su sudadera.

Cualquiera pensaría que son novios, que se amaban con locura por como se tratan el uno al otro, pero no, ahí no hay más que una amistad de años.

Llegaron a una cafetería que se encontraba abierta hasta largas horas por la noche. Jos cerro la sombrilla, secaron sus pies en el tapete que había afuera de la puerta y sin más, entraron al lugar.

Buscaron una mesa vacía, encontraron una al lado de la ventana y se sentaron en esta.

—Ahora sí, dime, ¿qué pasó? —dijo Jos sentándose en una silla.

—Realmente no quiero hablar de eso —baja la mirada.

—No te sientas mal, puedes contarme, no te juzgare —levanta el mentón del menor—. No llores —seca sus lágrimas—. Odio con todo mi corazón verte así. No sabes como me duele —le sonríe de lado.

—Es qué... —el menor es interrumpido por el mesero.

—Buenas tardes ¿Se les ofrece algo a los novios? —dijo sonriente aquel chico de aproximadamente 20 años.

—Jejeje, aquí hay un error. No somos novios, somos amigos.

—Oh, lo siento tanto, es qué se ven tan bien juntos.

—No. Él tiene trece años y yo quince. Me vería cómo un pedofílo o algo así con un niño —comienza a reír.

—Oh, cierto. Bueno dejando el tema de lado, yo quiero un capuchino, por favor —dijo el menor con cierta incomodidad.

—Yo también, por favor —el chico asiente sonriente y se marcha del lugar.

—¿Ahora me dirás que pasó? —dice Jos acariciando la mano del menor con su pulgar.

the tree┊  𝓳𝓪𝓵𝓸𝓷𝓼𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora