Capítulo 23.- Coyolxauhqui, la Despiadada Guerrera de la Luna

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Mientras seguían corriendo hacia la cima del Palacio de Quetzalpapalotl con tal de rescatar a Athena y a Quetzalcóatl, los Caballeros de Athena comienzan a ser detenidos por una figura proveniente de la abrumadora oscuridad que provenía del cielo. Aquella figura comenzó a hablar con una voz femenina: 

???: ¡Bienvenidos sean, Caballeros de Athena!

Ikki: ¿Acaso eres otra escoria azteca? Si es así, ¡Muéstrate cobarde!

Casi al mismo tiempo de la exigencia una mujer de piel blanca como la luna vestida en una armadura oscura y brillante apareció a centímetros de Ikki, quien empezó a sentir un temor creciente al verla, no sabía si era ese resplandor que emanaba la mujer que contrastaba bellamente con la oscuridad o esa expresión de solemnidad.

???: (respondiendo con calma) ¡Mortal insolente! Me has insultado tres veces ya, al denigrar mi esencia divina llamándome escoria, al burlarte de mi valentía diciéndome cobarde, y al exigirme que me muestre ante ti.

Ikki: (contestando burlonamente) Sin embargo, te mostraste ante mi.

???: (se carcajea y después continúa) Claro, pero eso se debe a que no te temo en absoluto, una diosa no teme mostrarse a los mortales.

Ikki: ¿¡Una Diosa!? (se da media vuelta y se percata de que todos los demás caballeros habían desaparecido en un abrir y cerrar de ojos) ¿Acaso fuiste tú quien hizo esto a Shun, y a los demás?

La diosa cerró los ojos y sonrió, levanto su mano y un niño apareció flotando a su lado, Ikki observo extrañado la escena, ya antes había escuchado gritos de niños, y ya había distinguido algunos cadáveres de otros niños pero creía que se trataba de alguna ilusión.

Ikki: ¿¡Qué piensas hacer...!?

El grito desgarrador del niño fue lo que siguió, Ikki observo la última expresión de vida en el niño, una de dolor; el golpe del cadáver fue seco, pero se ahogo ante las palabras de la Diosa. 

???: Eso responde a tu pregunta, Caballero de Athena.

Ikki: ¡MALDITA!

Inmediatamente, Ikki lanza instintivamente su puño de fénix envuelto en llamas en dirección hacia la Diosa.

???: ¡Ahora es tu turno!

Como si fuese una orden, Ikki se detuvo en contra de su voluntad y flotó en el aire mientras su cuerpo luchaba contra una voluntad invisible.

Ikki: ¿¡Que es esto!? (se pregunta) Siento como si mi cuerpo estuviera a punto de ser desgarrado, como si me fuesen a arrancar la cabeza, brazos y piernas.

???: ¡Exactamente! ¡Ahora grita para mi!

Ikki sintió como sus extremidades y cabeza eran arrancados violentamente. En éste momento, su mente comenzó a entrar en un trance y comenzó a ver una extraña oscuridad dentro de su mente.

Ikki: ¿Se acabó? ¿Acaso he muerto como Shun y los demás? 

Inmediatamente, una calidez toco el pecho de Ikki; aquella calidez estuvo acompañada de una voz, pero no de cualquier voz, sino que era la voz de Athena.

Saori: ¡Te equivocas!

Ikki: No Athena, esta vez he muerto como mis hermanos. La sentí, era la muerte misma y me desgarró el cuerpo.

Saori: ¡Te equivocas! ¡Levántate!

Ikki: Atena... 

Ikki trató de debatir, pero al mismo tiempo la voz de Athena iluminó su mente y vio todo con claridad. 

Ikki: Tienes razón, yo aun sigo pensando, aun... (comienza a recuperar la conciencia y a verse postrado en el piso) ¡Aun existo!

La diosa volteó y vio con asombro y miedo a Ikki, pero pronto esa inquietud en su mirada cedió nuevamente a la calma absoluta.

???: ¡Increíble! ¡Sobreviviste!

Ikki: Es una ilusión; ese dolor es una ilusión que mandas directamente a la mente de tu oponente, un dolor mortal que confunde a quien lo siente y corta su vida con una mentira.

Los Caballeros del Zodiaco: La Saga de QuetzalcóatlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora