Día 90.

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La última carta

Aún recuerdo el primer día que te vi.
Te veías extraño. Sonriendo como si fuese el mejor día de tu vida, y luego volteé a ver a los demás y nadie más se veía tan feliz como tú, fue en un inicio de año y desde ahí supe que eras especial.

Con el tiempo fui conociéndote más y dios, me encantabas. Irradiabas luz. Iluminabas a los demás. Siempre podías hacer sonreír hasta a la persona más seria.

Tengo tantos buenos recuerdos contigo, que me hacen estremecer el corazón de pensar que probablemente no te volveré a ver más.

Recuerdo la primera vez que tomaste mi mano.
Mi corazón latía rápidamente y me sentía feliz, me sentía en paz. Contigo olvidaba todas mis inseguridades porque me hacías sentir amada.

Si me preguntaran que es amar a alguien, no dudaría en contar sobre nosotros. Nuestro amor era tan puro, y no estoy siendo cursi, pero siempre nos quisimos sin medida, teníamos algo sano y saludable para el corazón.

Cada vez que me mirabas me regalabas una sonrisa. Nunca renegaste ante nada. Siempre hacías todo con pasión y valorabas cada pequeña cosa.

Amaba tus cortos mensajes al finalizar las noches.

Amaba tu irracional amor ante las películas de superhéroes y tú fetiche de no poder ver películas sin chocolate caliente.

Sé que nuestra historia no fue larga.
Sé que no fui tu primer amor.
Sé que probablemente no nos íbamos a casar.

Pero también sé que en lo poco que duró fue increíble. Que aunque no haya sido tu primer amor, te di lo mejor de mi. Y aunque tal vez no nos casaríamos, se que podríamos haber durado muchísimo tiempo, y si el cielo lo quería, también podríamos haber tenido una boda.

Pero esto fue lo que tocó.
Y lo acepto.

Te libero, Brennan.
Ya no te ato más a mi y tú no me atas más a ti.

Ya no te escribiré más cartas.
Y todas las que tengo, las dejaré en tu lugar favorito.

Y créeme que jamás te olvidaré.
Porque me enseñaste lo que es el amor sin medida, porque me enseñaste a quererme mejor, porque iluminaste mi vida.

Y por siempre estaré agradecida contigo.

Por todo.

Tu recuerdo irá conmigo siempre, pero te dejo ir.

Eres libre, Bre.
Somos libres.

Atentamente, Rose.

PD: te quiero, gracias por enseñarme a ser fuerte.

90 días sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora