"EXHUMACIÓN"

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Abrí los ojos, me encontraba en la mitad aquel bosque. No podía mover mi cuerpo en ese espacio rocoso, lleno de árboles y de flores, traté de moverme, pero solo mis ojos tenían ese derecho. De pronto, una manada de buitres hambrientos llegó para comer mi cuerpo, se posaron en mis piernas y poco a poco agacharon sus picos para sacar pedazos de mi carne, el dolor era intenso y solo podía sacar gritos ahogados de sufrimiento, mis lagrimas recorrían mis mejillas.

**

Grité, pude sacar el daño imaginario de aquellos animales hambrientos de carne humana a punto de descomponerse, sentí un gran alivio recorrer mi abdomen al sentirme liberada de aquel daño tan fatídico y lo peor es que me seguirá hasta la muerte. Vi a mis madres angustiadas, corrieron hacia mí para abrazarme, pero mis nervios controlaron mi cuerpo y las avente lejos de mí, no quería sentir a nadie.

— ¡Tranquila, hija! – gritó mi mamá angustiada, en eso entro el médico con algunas enfermeras con la intención de inyectarme algo.

— ¡No quiero que nadie me toque! – empecé a gritar de pánico - ¡váyanse todos! – el doctor y las enfermeras se lanzaron para tomarme, daba gritos y patadas para que se alejasen de mí, una de las enfermeras y sacó una aguja para luego inyectarla en una de mis venas, el dolor se esparció por la zona del brazo, poco a poco me relaje y el espacio se volvió neutro.

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— Su hija sufrió un ataque de pánico – una voz familiar se escuchó mientras yo trataba de abrir los ojos – no puede seguir de esa manera.

— ¿Qué sugiere usted, policía? – decía mi madre con un acento sarcástico – meterla a un manicomio.

— Señora... - decía Brown.

— Le recuerdo que usted no es un psiquiatra para venirme a mí a decirme que tengo que hacer con mi hija. – le respondió aquella mujer enojada.

— Lo sé, pero ¿usted cree que es normal que una niña de 16 años pasé los ataques de pánico?

— Para nada – contestó la mujer.

— ¿Entonces? – el agente retó a mi madre, solo podía escuchar silencio. Era hora de meter cuchara.

— Vete – dije casi en un murmullo – vete de aquí.

— Diana – contradijo mi mamá.

— No la quiero ver, quiero que se largue en este momento. – Un instante de silencio se esparció por el ambiente, sentía un profundo hoyo en el estómago, esperé unos segundos cuando se escuchó una puerta abrirse y cerrarse, luego abrí mis ojos. - ¿Qué hace usted aquí? – le pregunté a Brown.

— Tenemos que hablar – me di cuenta de que no solo mi madre se salió, si no también mi mamá.

— ¿De qué?

— Tu estado de salud – respondió con rapidez - ¿Cuántos días has dejado de comer? – me quede un momento callada.

— 2 días – respondí – no he tenido tiempo.

— No te dejan comer, ¿verdad? – fruncí el ceño. – las pesadillas, los monstruos, fantasmas, ilusiones...

— Son lobos – le corregí – son lobos y ese maldito bosque.

— ¿No te parece extraño? – se recargo en la ventana que estaba enfrente mío – los lobos – empezó a contar con sus dedos – el bosque, gritos, lagrimas... todo se relaciona con el caso.

— ¿Qué quiere decir?

— La muerte de Rubén no te ha dejado en paz, te persigue. Dime, ¿Cuál fue tu ultimo sueño? – traté de no perder la cordura y centrarme en narrar los hechos.

— Con buitres – empecé a recordar el sueño – comiendo mi carne. Antes había soñado con los lobos comiéndome lentamente.

— Los buitres significan como te sientes ante los demás, que sientes que te van a comer – dio una ligera pausa – Diana – miré sus ojos – te tengo que decir algo muy importante.

— ¿Estoy loca?

— No, para nada. Es que... quiero que me digas que descubriste.

— ¿Me va a ayudar, oficial? – dije sarcástica, el cruzo sus brazos – bien, escuche al vocalista de la banda de los "Lobos" hablar sobre Rubén.

— Si yo fuera el vocalista, claro que hablaría de él. Murió en su primer concierto, ¿Quién no se preocuparía de eso?

— No hablaba en si acerca de lo fatídico de su muerte, sino que... estaba nervioso, como si cometió algo.

— ¿Cómo puedes estar tan segura?

— Uno de los integrantes le preguntó, si él lo había matado. No respondió.

— Bueno, eso si da sospechas. ¿Sabes cómo se llama? – empecé a recordar la conversación que tuvo en el aula de música.

— Se llama Logan, tiene unos 25 o 23 años y que el baterista está en mi escuela, tiene 18.

— ¿Por qué peleabas con tu amiga? – cambió el tema radicalmente, tome una bocanada de aire para poder responder.

— Alguien me ha estado vigilando.

— ¿Por qué lo dices?

— ¿Cómo supieron que yo estaba buscando pistas acerca de la muerte de Rubén? – él se quedó callado – cuando le reclame a Zuri, me respondía con evasivas, como si algo ocultara. Antes de desmayarme, ella dijo que estaba feliz que el haya muerto. – él se quedó callado, analizaba la situación.

— Bueno, te creo – sentí un alivio emanar por mi cuerpo - ¿Sabes cuánto dinero se recaudó en el concierto?

— No lo sé, pero recuerdo que por persona costaba el boleto unos 50 y eran casi mil personas.

— Es mucho dinero... es medio millón. Suficiente para...

— ¿Para qué?

— Es una hipótesis, son cincuenta mil. Se fue el dinero de las bebidas, restan unos 10000, restan cuarenta mil, las luces otros mil, y lo demás serían unos dos mil y más el dinero ahorrado pudieron haber...

— ¿Haber qué?

— Comprado veneno. – un frío recorrió mi cuerpo al pensar la posibilidad – existen varios venenos que no se registran en un examen toxicológico como la digitalis que en pequeñas cantidades pueden matar a una persona y se diluye en su sistema causando... no. Para eliminar esta posibilidad tengo que...

— ¿Qué? – dije impresionada y asustada.

— Tengo que pedir un permiso para la exhumación del cuerpo de Rubén, es la única manera.

RUBÉNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora