"¿TE HAS ENFRENTADO A UN CRUEL DESTINO, VERDAD?"

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Una luz fugaz apareció ante mis ojos. Pensé que había muerto, pero no. Aún seguía en el juego, me senté y sentía el dolor punzante en mi cabeza, como sí alguien me hubiera golpeado con un bate o algo parecido. Poco a poco mis ojos fueron reconociendo el lugar donde me encontraba, estaba en una ambulancia, los paramédicos me veían y en eso veo entrar al oficial Brown mirándome de pies a cabeza, parecía preocupado, en eso saca su walkie talkie de su pantalón y empieza a hablar.

— Se encuentra en perfecto estado – dijo con una sonrisa de alivio. – De todas maneras revisen la zona a 200 metros a la redonda, llegamos demasiado tarde. – Fruncí el ceño. - ¿Recuerdas como te llamas?

— Diana – dije. – Me llamo Diana.

— ¿Cuántos años tienes? – volvio a cuestionar.

— 16 – me acomodé y traté de levantarme, pero el paramédico me detuvo - ¿Qué pasa Brown?

— Bien, recuerdas tu nombre, edad y como me llamo. Vamos bien. – Murmullo. – Recuerdas... ¿Qué pasó hace unas 3 horas atrás?

— Yo... - los recuerdos navegaban por mi mente, como un barco tratando de encontrar tierra firme.

...

Vi el reflejo de la luz, mis rodillas se flaquearon de una manera increíble. Traté de gritar pero mi voz se había acabado, como sí alguien me arrancó las cuerdas vocales.

— ¿Te has enfrentado a un cruel destino, verdad? – su voz era muy gruesa, parecía que lo sacó de un programa.

No dije nada, traté de actuar rápido. Giré y lo golpeé en la cabeza con el celular, escuché un pequeño quejido, con mi pierna pateé su muslo y corrí hacia la ventana con la que había entrado, mis piernas trataron de correr a toda velocidad pero lastimosamente el tamaño del lugar era mi enemigo para poder huir, ignoré este hecho y traté de saltar para que mis manos tomasen el marco de la ventana pero fue en vano, el hombre que estaba detrás de mí, tomo mi cintura y me empujó al suelo, caí, miré su rostro y pude ver una máscara que protegía su rostro, era de color blanca, en la parte de los ojos tenía una simulación de estos, el color de la pupila era roja y por debajo salía un liquido gris. Como si de un monstruo se trataba.

— ¿Te has enfrentado a un cruel destino, verdad? – volvió a preguntar.

Ignoré este hecho, se acercó a mí y conforme a esto me echaba para atrás, le parecía un juego, así que lo hacía mientras se reía, quería llorar de pánico, se hinco y me tomó por los tobillos, me arrastro hacia a él y me tomó por los brazos, colocó mis piernas por su cadera, las lagrimas se hacían presentes, ya no me podía hacer la fuerte, el terror era cada vez más grande y el miedo de ser asesinada era enorme. Pensé, que, acabaría peor que Zuri. Pensé que sería la última noche que sacaría mi último aliento. Pensé en todas aquellas cosas que deje pendiente y que jamás voy a terminar de resolver. Pensé que jamás vería a mis madres, a Brown y Abel.

Acabaría asesinada a los 16 años.

Tomó mi pantalón, desabrochó el botón que lo sujetaba, traté de irme pero, con una mano tomo mis muñecas y con la otra mano me desnudaba.

Sabía que iba ser primero violada.

Bajo el cierre de mi pantalón, trató de quitármelo y se agacho un poco, tuve que buscar una oportunidad. Empecé a buscar una manera de no morir, sabía que sí lloraba no iba a solucionar nada, el sótano era demasiado grande como para que alguien me escuchase gritar, tomé una decisión. Intentó agacharse un poco más así que lo golpeé la entre pierna, se quitó, me paré como pude para volver a escapar. Corrí hacia la ventana, otra vez, me tomé fuertemente del marco y esta vez, pude subir. Empujé mi cuerpo hacia afuera, me arrastré, mis manos se encarnaron al pasto, lo jalé para que me ayudase a salir, lastimé un poco mis dedos al rasparlos contra el suelo y la tierra se metió por mis uñas pero mi instinto de supervivencia se hacía notorio, salí, por fin. Corrí hacia la callé y abrir la boca para poder gritar y pedir ayuda, pero la sorpresa fue cuando sentí algo muy duro en mi espalda, caí y me di la vuelta, otra vez estaba allí. Así que volví a levantar mi pierna y volverle a patear su entrepierna, pero este me detuvo, aproveché esa oportunidad para patearle su rodilla y en ese preciso momento escucho un crujido. Le provoqué un gran dolor, tanto así que escuché su grito. Me paré, pero mi alegría no duró mucho, de pronto, sentí un gran dolor en mi cabeza. Y todo se volvió obscuro.

...

— ¿Le rompiste la pierna? – preguntó el oficial.

— Algo así. Traté de defenderme. – Dije sin más. Brown me vio serio.

— ¿Sabes que es legal que una persona te pueda matar si cruzas su propiedad?

— Sí, pero ¿estas seguro que ese hombre era el dueño de la casa?

— No... Logan se fue de vacaciones con sus padres a Cancún. – Abrí mis ojos de la sorpresa que me llevé. – En eso, estas protegida. Pero no te la puedes pasar yendo en casa en casa para descifrar pistas.

— Sí ustedes no hacen nada, pues yo sí lo haré.

— ¡¿Te crees la mujer maravilla?! – gritó el oficial. - ¡Déjate creerte la heroína de la historia Diana! – Respiró hondo. - ¡¿No ves que te cuesta la vida?!

— Mira yo...

— ¡No me interesa!... ¡te golpearon la cabeza con una pala! ¿sabes las enormes posibilidades que te hayas quedado en coma por andar de valiente? ¡un 80%!

— Pero no pasó nada...

— ¡Diana! – gritó aun mas fuerte. - ¡¿No escarmientas con lo que le pasó a Zuri?! ¡la ahorcaron para poder matarla! Estoy cansado de que mujeres jóvenes como tu mueran... que digo mujeres ¡niñas! – Respiró hondo. - ¿Ok? ¿Qué encontraste? – saqué la llave de mi bolsillo y se la di.

— Me encontré eso y un libro que hablaba sobre venenos. – El miro la llave a contraluz.

— No parece de una puerta, sino de un baúl.

— ¿Baúl?

— Sí, pero no se encontró nada en el sótano. Zuri te... ¿te dijo algo más antes de morir?

— Pues... - recordé las palabras correctas. – El hermano perdido de Rubén.

RUBÉNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora