¿Qué harías si te enteraras que tu amor de verano, no es nada menos que... tu nuevo profesor?.
Aimee, es una estudiante normal de la universidad Lion State, a la cual, las cosas se le ven muy complicadas, cuando por cosas del destino descubre que e...
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⌠Malos pensamientos⌡
Sus brazos rodeaban mi cintura, y nuestros ojos se miraban fijamente. El aire estaba cálido y una suave brisa veraniega, despeinaba su cabello. De un segundo a otro, Hae se percató que aún me tenía entre sus brazos y dijo.
—¡Debes tener cuidado, puedes golpearte y luego caer a la piscina! —exclamó con molestia.
—¿Disculpa?... —murmuré sin saber mucho qué decir.
—¡¿No te bastó con ahogarte hace algunos días, que ahora vienes a la piscina a pasearte, sin tener algún cuidado?! —espetó.
Entendía el punto del descuido, pero esto fue un accidente. Además, no lograba entender por qué se irritaba tanto.
—¿Por qué te molestas? —interrogué, alejándome de su lado.
Donghae se quedó en silencio al ver mi actuar. Debía calmarse y él lo sabía, por esa razón respiró profundo y luego susurró.
—Lo siento. No me molesto contigo, es solo que... —se detuvo antes de proseguir.
—¿Es solo qué?
—Nada, solo me molesta el hecho de que... —hizo una pausa y luego prosiguió—. Siempre que me topo contigo, estas en problemas.
Sonreí al oírlo. Era mayor que yo, pero en ese momento actuaba como un niño pequeño irritado.
—A veces ocurren cosas que simplemente... no tienen sentido —susurré.
—Puede ser, ¡porque esta situación ya parece digna trama de un drama!
Bromeó, dejándome ver esa perfecta sonrisa una vez más y yo, solo me limité a observar.
—Creo que ya debo irme.
Y sin decir más, ni esperar respuesta, Hae se dio la vuelta y comenzó a caminar.
—¡Espera! —dije, alcanzando a tomar de su brazo—. ¿No te puedes quedar unos minutos más?
Aquellas palabras salieron casi de forma natural de mis labios. La verdad, no quería decirlo, pero si era lo que deseaba.
—¿Para qué? —cuestionó, volteándose en mi dirección.
—No lo sé, quisiera saber un poco más, sobre la persona que me rescato ya dos veces, y así averiguar de qué manera se lo puedo compensar —fui sincera.
—No tienes que compensarme nada, Aimee.
Por una extraña razón, al escucharlo decir mi nombre, un pequeño escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
—Mmm entiendo; pero ¿qué te parece tener una buena charla?
Los ojos del contrario se quedaron pensativos observándome. Podía notar que algo lo estaba acomplejando.
