Capítulo 20

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Desde los principios de la creación existieron "las bestias" seres con apariencia humana, pero con la particularidad de poder convertirse en majestuosos animales y así protegerse y cuidar de la vida misma.

Con el paso del tiempo estas "bestias" vivían en paz y armonía, conviviendo con los humanos, una raza inferior a la suya, que aun importándoles poco estuvieron juntas como iguales. Durante años las bestias aparecieron en distintos lugares de la historia, como leyendas o cuentos.

¿Has escuchado de los astutos zorros?

¿O los pegasos? Cuyas alas se extendían por el enorme cielo.

Tal vez de los nobles caninos

Quizás...sobre la grandeza de los dragones cuya presencia es sofocante para cualquier ser vivo.

No, es obvio que no.
Después de todo todas esas bestias ya no existen, fueron perseguidas y asesinadas. Exponiendo sus carnes y sangre como si de una gran trofeo se tratase hasta el punto de la terrible extinción.

¿Quiénes fueron los culpables?

Los humanos, al final de cuentas no eran tan débiles como se creía ¿Pero por qué destruir toda una raza que nació como propósito cuidarles?
Diversión, soberbia y simples ganas...

Las bestias no pudieron aguantar tal denigración y odio de parte de los humanos, se confiaron creyendo que serían sus amigos y compañeros. No volverían a creer en sus sucias palabras, ocultas en mentiras e hipocresía. Solo quedaron dos razas los canes: con instinto protector y los más dolidos ante la traición, por el otro lado los lobos, seres de gran orgullo y astucia que no dudaron ni un momento en proteger a su gente a costa de su felicidad. Ambas bestias se unieron para su supervivencia, ocultas en lo más profundo del bosque donde ningún humano con un dedo enfrente y un poco de cerebro se adentraría.

Oh al menos eso pensaba Mitsuki hace 5 minutos, después de leer el libro de su familia.

Ella era una bestia pura, descendiente de los lobos, la siguiente en la línea de sucesión para cuidar de los mestizos y pocos puros que quedaban, sin personas con quienes procrear su pueblo se iba disminuyendo de poco en poco.

Suspiro con un poco de cansancio, veía a su prometido jugar con los cachorros del pueblo, le encantaba esa actitud de Masaru, feliz, confiado y amable con todos, por ello lo amaba y asqueaba, Masaru era también un descendiente puro de los lobos y aun con su gran sangre se comportaba como un perrito faldero, por no decir humano, porque a esos los destetaba con toda su vida, no los perdonaría nunca por extinguir a su raza y en su vida pensaba poder congeniar con un humano,

Oh al menos eso pensaba Mitsuki hace 10 minutos, de nuevo.

Le sorprendía lo irónico de la vida.

Se encontraba cara a cara con un humano, no cualquier humano, si no uno con una estúpida sonrisa, que solo hacia enfurecer a Mitsuki.

En esos momentos le daba ganas de tirarse por algún acantilado para buscar calmar su furia, pero no lo hacía; primero que nada porque no encontraría un acantilado tan largo en poco tiempo y también porque le daba bastante pereza.

Aun un poco incrédula le pregunto:

-¿Qué rayos haces aquí? Personas como tú no deberían estar aquí – se cruzó de brazos intentando mostrarse poderosa, normalmente cualquiera que la viera en esa posición temblaría de miedo, porque cuando Mitsuki se cruza de brazos es que está molesta y nadie quiere ver a Mitsuki molesta.

-¡Oye!-el humano frunció el ceño y luego la miro- Tomare eso como un cumplido

-No me has respondido mi pregunta- insistió la rubia al ver que su pregunta había sido pasada por alto.

Mi Bestia (KatsuDeku)- BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora