Forever and Always (Kellic)

2. Veinte días.

VIC: 

Miré a mi alrededor en busca de algo de lo que nos pudiésemos valer para salvar la vida de Alex y Jack. No entendía por qué ese ángel blanco pretendía salvar la vida de Jack, pero desde luego yo sí que tenía un motivo para salvar a Alex. Nunca pensé que sería yo el que tuviese que venir a llevarlo al otro lado, pero ahora que tenía que hacerlo no podía, ¿cómo podría hacerle eso a alguien que en un pasado significó algo para mí? 

Por fin vi algo, una señora caminaba con paso seguro hacia nosotros con lo que parecía un bote de pintura en las manos. Kellin no podría hacer nada ya que los ángeles negros somos los únicos que poseemos un tipo de poder; podemos apoderarnos del cuerpo de un humano, aunque solo por unos minutos, y así mientras más tiempo pasas siendo un ángel negro, más desarrollas este poder. Yo nunca había utilizado esto antes, y aún llevando tan solo dos años siendo un ángel negro, estaba seguro de que mi pequeño plan podría funcionar. Me giré tan solo un segundo para ver a Kellin que tenía una cara que expresaba a la misma vez impotencia y decepción, y entonces corrí hacia la mujer entrando rápidamente en su cuerpo. Abrí el bote de pintura rosa, y fingiendo un tropieza vertí todo el contenido por encima de Alex. 

- No puede ser. - Oí decir a Alex con voz de fastidio mientras yo abandonaba el cuerpo humano para dejar que su alma volviese a él.

- ¿C-Cómo...? - Yo solo sonreí victoriosamente mientras seguía contemplando la escena.

La señora se levantó aturdida, disculpándose con Alex aún si no entendía qué había pasado. Justo cuando la guagua se había parado delante de ambos, el chico lleno de pintura lanzó una mirada de disculpa al otro.

- Lo siento, hoy tendrás que ir solo, no hay forma de que vaya así al instituto. Ya hablaremos después. - ¿Qué? ¡No! esto no era lo que debería haber pasado. Kellin y yo observamos con cara de incredulidad al chico que empezaba a alejarse solo.

- ¿Subes? - Le preguntó el conductor a Jack, que negó con la cabeza antes de correr tras Alex. 

- ¡Hey, espera! - El otro tan solo se giró para mirarlo con cara de interrogación. - Necesito hablar contigo ahora. Si espero hasta después sé que a lo mejor no seré capaz de hacerlo. 

- E-está bien. - Dijo no muy seguro de sí mismo. - Pero tendrás que esperar hasta que me dé una buena ducha.

- Deberías teñirte el pelo de rosa, te queda muy bien el color.

- Cállate idiota. - Y los dos empezaron a reír.

- ¿Cómo has hecho eso? - Preguntó Kellin.

- Ventajas de vivir en el infierno supongo.

- No es justo que nosotros no podamos hacer eso.

- ¿La princesita está celosa? - dije en tono burlón.

- Eres un idiota, no te aguanto. - Una vez más sus mejillas mostraban un color distinto y no pude evitar reírme. Cabreado se adelantó mientras caminábamos detrás de los dos chicos. 

No voy a mentir, pienso que Kellin es bastante mono, sobre todo cuando se le ponen las mejillas coloradas. ¿Pero en qué estoy pensando? Él es un ángel blanco, y además ya estamos muertos. Me quedé absorto en mis pensamientos y cuando me quise dar cuenta ya estábamos en la casa de Alex, así que esperamos en su habitación junto a Jack mientras esperábamos a que él se duchase. Conocía muy bien esta habitación, me traía muy buenos recuerdos y todo estaba tal como lo recordaba, Alex seguía siendo el mismo chico que una vez conocí y eso por algún motivo me hacía feliz.

- Ya estoy, ¿de qué querías hablar? - Vimos como tras unos minutos Alex volvía a la habitación y se sentaba al lado de Jack en el suelo mientras Kellin y yo los veíamos desde la cama.